El nuevo Antiguo Régimen

Sostenía Sergio del Molino en un artículo reciente ("Vuelve el Antiguo Régimen") publicado en El País, que es preferible interpretar el momento de involución que vivimos como un "retorno del antiguo régimen" que no como una repetición de los fascismos de los años treinta.

Sin duda es este un tema interesante.

Reflexionando sobre ello, opino yo que se puede interpretar nuestro presente involutivo como una mezcla de ambas cosas, retorno del antiguo régimen y retorno del fascismo, porque ya en el pasado ocurrió igual. Ya entonces Antiguo régimen y fascismo caminaron casi siempre juntos de la mano, aunque por supuesto hay que otorgar precedencia histórica y por tanto evolutiva al Antiguo régimen.

Digamos no obstante que ahora se trata de un "nuevo Antiguo régimen”.

Obviamente, Barbey D'Aurebilly (1808-1889) no tenía ni idea de qué cosa era el fascismo tal como este se manifestó en los años 20 (del siglo XX), y le habría repugnado bastante eso del "futurismo" fascista o la idolatría tecnócrata de las máquinas (sobre todo las de guerra); él era un dandy decimonónico y reaccionario que por circunstancias familiares cultivaba la nostalgia del Antiguo régimen monárquico, aunque también se apuntaba literariamente a lo diabólico, oscilando entre esa corriente oscura y demoníaca y un catolicismo imaginado y pret a porter.

Sin embargo es casi seguro que Gabriele D'Annunzio (1863-1938), precursor del fascismo italiano de Mussolini, acogía con gusto en su ideario atrabiliario y un tanto gótico bastante del espíritu de Barbey D'Aurebilly, o sea del espíritu del Antiguo régimen.

De hecho los fascistas no solo eran "futuristas" y adoradores de las maquinas modernas, sino que algunos adoraban el puñal, un arma más que antigua, queriendo quizás simbolizar en ese instrumento arcaico una cierta nostalgia del pasado remoto y un poco bestia. Como es sabido adoraban la violencia.

Es oportuno recordar también que en su obra "Los grandes cementerios bajo la luna", que tanto disgustaba al franquismo, cuando el católico Bernanos describe las excursiones de exterminio de aquel inefable fascista italiano (Arconovaldo Bonaccorsi, el "conde Rossi", aunque no era conde, sino un fantoche) en la isla de Mallorca, nos lo pinta adornado con una gran cruz en el pecho, tal que un personaje del medievo más oscuro y retrógrado. O sea, como un personaje de muy antiguo régimen al mismo tiempo que de muy mala calaña.

Lo cual casa con el hecho de que Ayuso, que pasa por liberal (en realidad, dadas sus dotes de actriz, puede pasar por cualquier cosa), pero que está más próxima a Abascal y a Meloni que a Karl Popper, comentando sus impresiones sobre el caso del rey emérito, e intentando defender la impunidad debida a quien ostenta sangre azul, dijera aquello tan notable y tan poco liberal de "a ver si nos habíamos creído los españoles que todos somos iguales ante la Ley". O sea, una defensa en toda regla del Antiguo régimen y un rechazo también en toda regla de la Ilustración, la democracia, y sus razones.

Que más o menos es la misma línea ideológica, de Antiguo régimen y de Reconquista de un tiempo anterior a la Ilustración, que sigue y defiende Abascal. Es decir, que neofascismo y este nuevo antiguo régimen, caminan como siempre de la mano.

Y así vemos que Abascal, a través de Trump (al que admira y aplaude a más no poder como buen siervo), conecta con Elon Musk, al que Sergio del Molino pone precisamente como prototipo de nuevo señor feudal de este posmoderno Antiguo régimen.

Que no es otra cosa que el régimen de estos nuevos superricos, fuera de control y libres de impuestos (conviene decir que son estos nuevos señores feudales una criatura de nuestros políticos posmodernos), que ya se creen inmunes y ajenos a la Ley y el Derecho, o incluso ajenos al cuidado de la Tierra (aspiran a Marte), y que en definitiva se saben los nuevos dueños del mundo, mientras este dure.

Ellos de momento ya van preparando por si acaso la huida vip a otros mundos en los espacios interestelares.

El poder que atesoran no es incompatible con la estupidez que acumulan, y un cohete por muy potente que sea (y los de Elon Musk explotan y se caen bastante), no les va a librar de las consecuencias de sus actos.

Y entre esas consecuencias, conviene decir que el cambio climático va a afectar a todos, y también a ellos, porque afectará a las raíces de casi todo: la biología (a 50 grados se empiezan a coagular o desnaturalizar las proteínas) y la economía.

Conviene recordar que detrás del fascismo siempre estuvieron los plutócratas, financiándolo. Esto siempre fue así y los nuevos señores feudales siguen la misma estrategia. Necesitan un intermediario para engañar a sus víctimas propiciatorias. Antaño ese intermediario se llamó Mussolini, hoy se llama Le Pen, Meloni, Abascal... O incluso Ayuso.

Ese engaño (creer, los más castigados por el sistema, que los ultrarricos van a defender sus derechos) es lo que Andrea Rizzi llama en un artículo reciente, "la gran hipnosis" y "un cortocircuito del discernimiento de la realidad”.

Nuestro antiguo régimen de aquí (por poner un ejemplo histórico más de esta simbiosis, que no es de ahora), personificado tal que en Alfonso XIII (el abuelo del actual rey emérito), contó para sus maniobras en la sombra, cuyo objetivo era derribar la República, con la colaboración de elementos conocidos del fascismo patrio.

Y reconozcamos que su intento previo de dictadura (Alfonso XIII quería tener en aquel tiempo, sí o sí, su propio Mussolini, como su colega italiano, el rey Víctor Manuel), que logró ultimar en la figura del general Primo de Rivera, marca el precedente del fascismo posterior, cuasi hitleriano y aparentemente más "moderno", de su vástago José Antonio.

Si todos estos elementos, en el campo de la reacción, andaban ya mezclados entonces, lo mismo ocurre ahora, aunque con variantes posmodernas que en todo caso no desmienten esa mezcla.

Así vemos que si bien los fascistas de otro tiempo aún proclamaban y defendían el papel del Estado, Abascal, que ahora se junta con la pseudoliberal y trumpiana Ayuso para hacer sus mezclas ideológicas, y a través de Trump con Elon Musk y Milei, abominan todos ellos al unísono del Estado y de todo lo público, y apuestan sin complejos por la plutocracia y el gobierno de los más ricos.

Plutocracia que efectivamente puede ser considerada (por su potencia actual y su inquina contra la democracia) un nuevo feudalismo, o neofeudalismo. O sea, un retorno del Antiguo régimen bajo otro aspecto, según el cual los más ricos deben tener privilegios (y entre ellos no pagar impuestos), y los más pobres y necesitados junto a la clase media, solo obligaciones, pero ningún derecho, cumpliendo así con su papel de siervos.

"Es paradigmático el caso Trump, que ya en su primer mandato aprobó una reforma fiscal que favorecía sustancialmente al 1% más rico de la población y, a pesar de ello, logró conseguir un segundo mandato con el apoyo de clases que no fueron beneficiadas por su primer periodo" (Andrea Rizzi, "La gran hipnosis llega a España", El Pais).

Todo esto parece absurdo y un tanto irracional, o como dice Rizzi "un cortocircuito del discernimiento de la realidad", pero pensemos lo siguiente:

Si la promoción y defensa de la irracionalidad es un artículo principal del catecismo fascista (otro es la apología de la violencia), como nos explica Umberto Eco en su obra "Contra el fascismo", el Antiguo Régimen también era alérgico y contrario a la Ilustración y sus razones.

Sobre esta relación simbiótica entre fascismo y Antiguo Régimen, basada en la promoción de la irracionalidad, conviene subrayar que de las dos obras en las que Umberto Eco profetiza con indudable acierto nuestro presente, una se titula "Contra el fascismo" y la otra muy oportunamente "De la estupidez a la locura", cuyo subtítulo es "Crónicas para el futuro que nos espera”.

Pero como no solo la irracionalidad puede resultar perniciosa, sino también la mutilación del pensamiento, conviene meditar sobre la responsabilidad que han tenido los partidos mainstream, los del "pensamiento único" y el "no hay alternativa", los del catecismo neoliberal a rajatabla -los partidos del PPSOE en nuestro caso- en el grado de desesperación de las clases desfavorecidas, que las ha conducido a ese "cortocircuito del discernimiento de la realidad" que lleva a los oprimidos a votar a sus más fieros opresores, fascistas y plutócratas. huyendo de otros opresores, en este caso, neoliberales.

Es sin duda complejo ir a la raíz de las conexiones entre "neoliberalismo" y "neofeudalismo", o entre "neoliberalismo" y "neofascismo". Para lo cual quizás hay que volver a leer el texto de Ortega y Gasset "Ideas de los castillos: liberalismo y democracia". Y acompañar esta lectura con otra del historiador Julián Casanova, titulada "Genealogía del neoliberalismo: los castillos en el aire de Ortega y Gasset y la razón elitista".

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