Las alternativas

"El que pueda hacer, que haga" (Aznar)

"El que quiera entender, que entienda” (Felipe González)

Probablemente uno de los asertos más útiles para aquellos que no creen en la democracia es aquel que reza: "Todos los políticos son iguales". De tal forma que declarar la falsedad de esa afirmación es ponerse del lado de la democracia, y esto no como un acto voluntarista impulsado por la fe, sino a partir de un análisis racional de los hechos.

Los políticos honestos son la mayoría y esto es una evidencia, aunque también es cierto que cuando los que se corrompen ocupan altos cargos, cosa que suele ocurrir pues su poder de decisión es lo que les lleva a "vender" su influencia (las típicas "mordidas" y las muy frecuentadas "puertas giratorias"), el destrozo y el impacto en la opinión pública es mucho mayor. Pero es muy probable que en este caso la punta que aparece a la vista no represente a ningún iceberg. La mayoría de los políticos son honestos.

Aunque puede ocurrir también que desde la cúspide del poder político e institucional y en alianza con otros poderes tentadores que no pasan por las urnas, se organicen auténticas tramas de corrupción ligadas por el silencio cómplice e inmunes a la acción de la justicia. Tenemos por ejemplo el caso del rey emérito y su círculo cortesano, cuya amplitud es difícil de discernir. Entonces sí que el contagio, la costumbre, la inercia y la debilidad de otros poderes, o incluso la indiferencia de los ciudadanos, puede acabar conduciendo a un fracaso más amplio y de consecuencias letales para la democracia.

No se ha reparado tampoco de forma suficiente en el descrédito que para la clase política tiene la fórmula de las "grandes coaliciones" cuando el objetivo perseguido por estas es la protección y el parapeto de un "sistema" viciado o incluso mafioso, que de esta forma levanta un muro y se "afora" frente a las exigencias democráticas y se desvincula así de la responsabilidad debida. No hace tanto tiempo, muchos españoles lo tuvieron claro y denunciaron esa fórmula con el anagrama "PPSOE".

El dicho de que "Todos los políticos son iguales", que es un axioma falso y con objetivos oscuros, casi siempre se refiere a la convergencia de algunos políticos o de algunos partidos (que no son todos los de la oferta electoral), distintos o incluso aparentemente contrapuestos, en unos vicios comunes y de forma crónica: corrupción, incumplimiento de las promesas y de los programas políticos, sometimiento a las órdenes y los intereses de los poderes económicos (que no pasan por las urnas), y el desprecio de los problemas del ciudadano común.

Pero conviene recordar que la oferta política es más amplia y variada que todo eso, y que una de las características fundamentales de nuestro tiempo político, en contraste con un tiempo anterior (el tiempo del bipartidismo), es que hay más opciones donde escoger, y eso es bueno.

Además de los partidos en los que han aparecido casos de corrupción en mayor o menor medida, están los partidos (de izquierda) que han sido atacados de forma antidemocrática por estamentos corruptos.

Las "grandes coaliciones" adquieren rápidamente como decimos el significado de parapeto o de muralla y promueven la impunidad de los políticos, los aforamientos, las puertas giratorias, los negocios oscuros ligados a "consensos" subterráneos, las cloacas policiales, y el distanciamiento cada vez mayor de la ciudadanía y sus problemas. Son en definitiva el fruto mutante de un bipartidismo corrupto.

Así por ejemplo, la estafa cometida contra los interinos de los servicios públicos, en abuso de temporalidad durante décadas en nuestro país, sería un problema nimio que no les merece a algunos de nuestros políticos perder demasiado tiempo ni en el análisis de cómo ha podido llegar a producirse (los servicios públicos utilizando las técnicas neoliberales de explotación laboral hasta llegar a la estafa), ni tampoco en la solución justa y eficaz, sino que les basta con dejar que las comunidades autónomas, responsables junto a algunos sindicatos de esa corruptela y de esa estafa (explotación y abuso que incumple la normativa europea), le den carpetazo falso y por la puerta de atrás. El resultado es que el problema sigue sin resolverse, se enquista, y la estafa se mantiene con todas sus consecuencias. No es buena idea dejar que los mismos que han cometido la estafa la resuelvan.

Es un ejemplo más de ese distanciamiento de la realidad de esos políticos (repito, no son todos), que por otro lado están muy atentos al juego y las oportunidades de la corrupción.

La situación actual para Pedro Sánchez y los que le apoyan es trágica. Ciertamente ha superado muchas dificultades y ha enfrentado con la ayuda de sus socios muchas campañas deslegitimadoras de la ultraderecha, que no cree en la democracia. Es notorio y sintomático también que algunos de sus socios más significativos y determinantes en el avance social, hoy ya no están en el mismo barco. Sus gobiernos se han constituido hasta ahora y gracias a ese apoyo, en un freno eficaz frente al otro avance contrapuesto de la ultraderecha trumpiana y el "libertarismo" descocado. Esa rareza y excepción de España en la involución generalizada que vive Europa y gran parte del mundo, se había convertido en motivo de orgullo y esperanza para muchos, que veían en ello una defensa sólida frente a la barbarie sobrevenida.

¿Qué posibilidades tienen Pedro Sánchez y quienes le apoyan de salir de esta? Primero, que quede descartada y libre de toda duda una implicación más amplia en la corrupción descubierta.

Segundo, una iniciativa rápida y eficaz contra los corruptos y los poderes económicos corruptores, de forma que no haya posibilidad de que los hechos se repitan. Por ejemplo, que los poderes económicos que corrompen y se corrompen, no puedan volver a optar a obra pública.

Tercero y fundamental para contar con el apoyo de sus bases y seguir frenando a la ultraderecha, se hace imprescindible un giro hacia lo "social", o sea, hacia la socialdemocracia, lo cual implica necesariamente el abandono del proyecto de rearme ordenado por Trump (el salvaje), ese famoso y disparatado gasto del 5% del PIB en armas que hundirá el gasto social en nuestro país (aún más).

Gestos decididos y valientes como la nacionalización de servicios estratégicos, cuales son los ligados a la energía, y una defensa a cara de perro de lo público y el Estado del bienestar, recuperando una política de impuestos progresista y progresiva que atienda al interés público.

Felipe González mientras tanto sigue promocionando alternativas suyas que suelen fracasar, primero porque es él quien las apadrina, y segundo porque dada su inspiración neoliberal no cuentan con el respaldo de la militancia socialista y socialdemócrata. Sus propuestas y sus promociones suelen conducir al tipo de desastres que ya hemos conocido.

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