Corrupción deja vu

El espectáculo de la corrupción descubierta en un grupo dirigente del PSOE de Pedro Sánchez (¿Acotada solo a ese grupo de dirigentes?) se agiganta con el espectáculo del aparato viejo del PSOE representado por Felipe González y algunos barones próximos, que se ofrecen generosamente ahora y siempre como alternativa salvífica. Y con el espectáculo no menos increíble de la oposición de Feijóo, líder inefable que suele hacerse fotos con narcotraficantes mientras navega en sus yates, y que ahora se ofrece, también generosamente, como alternativa sanadora de la corrupción descubierta, respetando por supuesto la presunción de inocencia.

Por cierto, el otro día vi en una imagen compartida en redes una lista de los asuntos que aún tiene pendientes con la justicia este sector que quiere regenerarnos, y era más larga que el índice de los versículos de la Biblia puestos en fila india.

Un PP que -conviene recordar- ostenta el título poco honroso del partido más corrupto de Europa, que aún no ha pedido disculpas por su corrupción sistemática de décadas de duración, y que aún no ha querido aclarar quien es el tal M. Rajoy que aparece en los papeles de Bárcenas cobrando sobresueldos. De hecho este es un enigma que ni siquiera nuestros jueces más sesudos han logrado descifrar después de muchos años de intriga y misterio. El misterio, por decirlo de alguna forma, se mantiene.

Quizás algún día la UCO lo descifre y nos haga el favor de revelarnos quien demonios es ese M. Rajoy que aparece en los papeles de Bárcenas cobrando sobresueldos bajo cuerda.

Lo bueno en todo caso es que el PP es un partido "de Estado" y responsable que respeta a los jueces, como es sabido, y por eso se vanagloria en sus wasap de grupo de que los toquetea "por detrás" como si fueran marionetas a su servicio.

Todo esto podemos expresarlo con una idea un tanto alucinógena: "deja vu", pero deja vu en plural.

En cuanto al viejo aparato del PSOE (otros dicen la "vieja guardia" porque en su tiempo todo estaba tan controlado que quien se movía no salía en la foto), simbolizado por el emérito Felipe González, muy amigo y colaborador del otro emérito, Juan Carlos I, prototipo de nuestra corrupción institucional más encumbrada, es sabido que protagonizó el periodo probablemente más corrupto y desvergonzado del PSOE, que no solo se limitó al ámbito de la corrupción económica, mordidas, saqueos, puertas giratorias, personajes intocables, y demás, sino que incluso se animó a una incursión temeraria y criminal en la guerra sucia y el terrorismo de Estado mediante el invento de los GAL, precedente o continuación de las oscuras y tenebrosas cloacas policiales.

Un PSOE, el dirigido por Felipe González, sin duda para la nostalgia… y el olvido. Obviamente, los más sensatos dentro del PSOE prefieren que no vuelva.

A mayores, este aparato emérito del viejo PSOE protagonizó la mayor traición a los valores progresistas (de izquierdas) en ese partido centenario, de manera que tras declarar su entusiasmo y admiración por la "revolución" reaccionaria de Margaret Thatcher (hoy la admiración se dirige a Meloni y sus ideas), González junto con Blair y algún otro líder más (todos ellos giratorios), fichó por la cuadra neoliberal, entonces en sus feroces inicios de los años ochenta y hoy trasmutada en la ola "libertaria" y neofascista de nuestro siglo XXI, liderada por Trump (el salvaje aspirante a dictador), Milei (el de la motosierra descocada), y Ayuso (que les pone la medalla de Madrid a todos ellos).

Lo cierto es que las grabaciones que vamos conociendo sobre la corrupción de ese grupo de dirigentes que contaba con la confianza Sánchez, son patéticas.

Tan patéticas y tenebrosas como la grabación conocida hace pocos días en la que Cospedal dice al inefable Villarejo: "Al fiscal (Grinda) hay que matarlo”.

Al hilo y con la excusa de la corrupción descubierta en ese grupo dirigente del actual PSOE, que incluye como episodio chungo y con los mismos protagonistas una doble papeleta introducida al parecer en una urna (si se trata de un suceso aislado aún no es demasiado grave), los que no son muy partidarios de que los ciudadanos y los militantes decidan el destino de los países y los partidos, respectivamente, han puesto en duda la legitimidad de las primarias en las que salió victorioso Pedro Sánchez frente a los representantes del aparato viejo (y neoliberal).

Es más, dudan de la utilidad o conveniencia de estas "primarias" como método participativo porque argumentan que la "militancia" suele ser más radical que la "dirigencia", a la que pintan como más moderada. Ya saben, una dirigencia "de Estado", incluidos aquellos que sostienen que el "Estado" es el problema y que es preferible eliminarlo y apuntarse a la selva neoliberal.

Lo cierto es que aparte del respeto que se debe guardar a la democracia en todas sus formas y niveles, incluidos los referéndum y las "primarias", además ese argumento no es valido en el caso y el partido que nos ocupa, porque desde los tiempos de Felipe González, la "dirigencia" acostumbra a ser más extremista y radical en cuanto que neoliberal (que es un extremismo por cierto muy ligado a la corrupción), que la militancia, que suele ser más moderada en cuanto que socialdemócrata. Que es la militancia que eligió a Pedro Sánchez.

El PP, como partido arcaico y tradicionalista, con origen en el franquismo (que fue un régimen enemigo e incompatible con la democracia), no tiene este problema, porque de hecho tiene fobia a las primarias y desprecia tanto a sus militantes que prefiere que no decidan demasiado, y casi mejor nada. De hecho, tengo entendido que los sobres con sobresueldos del PP los cobraba la "dirigencia" y no la "militancia", que hasta ese extremo llega en este caso el dicho famoso "Yo me lo guiso y yo me lo como".

En definitiva y como resumen: ¡Deja vu!, pero en plural.

No sé si sería demasiado pesimista decir que en cuanto al tema de la corrupción política y económica ya estamos curados de espanto en este país, pero desde luego sí parece realista no esperar ninguna regeneración de quien ha hecho de la corrupción y las cloacas su modus vivendi y su modus operandi.

Nuestro panorama político es tan sui generis que VOX, partido condenado por financiación irregular, se muestra ahora indignado por la corrupción descubierta y protagoniza ya algaradas frente a la sede del PSOE. Más lógico sería que las hubiera organizado frente a su propia sede cuando fue condenado por financiación irregular, una forma de corrupción.

Ahora bien, en este asunto tantas veces visto de la corrupción de nuestras dirigencias (en plural), bien por falta de reglas (la tan alabada desregulación), o bien por su nulo respeto, conviene atender a los dos frentes de ese binomio de la corrupción que se especializa en el campo de las mordidas: por un lado los políticos corruptibles, muy característicos de un "sistema" cada vez más alejado de la ciudadanía y sus problemas, y por otro los empresarios despendolados que gracias a la desregulación -tan alabada- corrompen a esos políticos.

De manera que de una justicia imparcial como es demostrádamente la nuestra, es esperable que efectivamente atienda a esos dos frentes para que la justicia obre de forma equilibrada, no solo contra los políticos corrompidos sino también contra los empresarios corruptores.

Ya veremos en qué acaba todo.