El cordón sanitario de Macron

En un artículo anterior, previo a las últimas elecciones francesas, expresé mi temor de que el verdadero "cordón sanitario" que al extremo centro francés y a la falsa derecha moderada les interesaba establecer, no era contra la política neofascista y xenófoba de Marine Le Pen (si fuera preciso les darán un fuerte abrazo), sino contra la política socialdemócrata y progresista del Nuevo Frente popular, y la importancia que tenían en esa actitud los dogmas del catecismo neoliberal asumidos y aplicados por Macron con fanatismo prepotente, especialmente en lo que se refiere al retraso de la edad de jubilación.

En otros países de Europa, como España, el retraso de la edad de jubilación, que cabe incluir en la práctica del extremismo neoliberal, ha sido asumido con docilidad inaudita. No así en Francia, donde incluso partiendo de edades de jubilación más precoces que la nuestra, los ciudadanos defienden ese derecho conquistado con uñas y dientes, de tal manera que la imposición de Macron le ha resultado fatal a este dirigente, y ahora anda un tanto desorientado y atropellado al haber perdido el favor popular.

Esa actitud firme de los ciudadanos franceses en defensa de sus derechos conquistados, que primero se expresó en manifestaciones masivas de protesta y ahora a través de las urnas, votando mayoritariamente a quien se ha comprometido a frenar la política neoliberal y revocar el retraso de la edad de jubilación, cabe enmarcarla en su "tradición" ilustrada y de defensa de los derechos humanos (libertad, igualdad, fraternidad), de la que bebe todo el progresismo ulterior. Así es muy fácil llevarse bien con la “tradición”.

El atropello y la desorientación de Macron se pone de manifiesto ahora en la carta a los ciudadanos franceses publicada en la red X, donde niega el triunfo de la izquierda y del NFP en las últimas elecciones, dando una vez más aliento y combustible a la extrema derecha xenófoba.

Las reacciones a la actitud del "jupiterino" y descocado Macron no se han hecho esperar. Leemos en la prensa:

"Mientras Mélenchon ha acusado a Macron de “vetar el sufragio universal”, la líder de los ecologistas, Marine Tondelier, le ha reprochado el daño que su negativa a reconocer el resultado del pasado domingo “hace al país y a la democracia”. (EL PAÍS 12 jul 2024).

"François Rufin reprocha en un tuit al mandatario su “arrogancia” y le recuerda que fue elegido en 2022 para impedir que el RN conquistara el poder gracias al voto de una parte de la izquierda comprometida con la democracia y que aun así él no dudó en imponer a los franceses la impopular reforma de las pensiones". (EL PAÍS 12 jul 2024).

O sea, allí arriba, en El Elíseo, siguen sin "entender el mensaje".

Tampoco en "Bruselas", donde tras imponer a sangre y fuego el austericidio y el catecismo neoliberal que ha llevado a la desesperación a los ciudadanos europeos y al auge de la ultraderecha en el continente, ahora tras las elecciones francesas cuenta la prensa que:

"Bruselas respira aliviada con la derrota de Le Pen en Francia" (EL CORREO). "Bruselas respira aliviada tras el batacazo de Le Pen" (ANTENA 3).

"Europa respira aliviada ante el resultado electoral francés..." (LA VANGUARDIA). Y así toda una ristra de suspiros de alivio. ¡Vaya susto!

Pero ese susto podría haberse evitado y aún debe evitarse cambiando de política y rechazando como tóxico y nocivo el catecismo neoliberal, que aún impone y ordena nuestros deterioros y malestares.

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