Contrastes patrióticos

Cualquiera que haya estado atento al devenir de las actuaciones de nuestra derecha y ultraderecha en los últimos tiempos, se habrá percatado que el objetivo último de las mismas no es otro que hacer daño. Al servicio de ese objetivo último y fundamental, todo lo demás se amolda, se modifica, o se reconsidera, y así por ejemplo se pasa de un extremo al otro en la valoración política de un personaje y unos hechos -y nos referimos al caso Puigdemont- para priorizar la consecución de ese daño ansiado.

Parece que estuvieran siguiendo el manual vengativo, nihilista, y plutócrata, de Donald Trump.

Ese daño ansiado y obsesivo que persiguen con ahínco se traduce en favorecer todo aquello que produzca desasosiego y caos, ya sea el medio para ello aliarse con Puigdemont o aplaudir y vitorear las amenazas de Trump contra nuestro país. De manera que si se diera el caso que para conseguir ese daño que ansían, nuestra derecha y ultraderecha necesitasen entrar en amoríos semiclandestinos con su diablo preferido, Puigdemont, lo harán.

De hecho lo han hecho ya, y ahora Puigdemont es un colega más de su fraternidad oscura. Ha pasado en un santiamén de "traidor" oficial a "aliado" majete.

Tampoco les importará mucho ni nada perjudicar las pensiones y las ayudas sociales al transporte público, o las ayudas a los perjudicados por el volcán de las Palmas y las ayudas destinadas a contrarrestar los daños de la Dana, porque lo primero y fundamental para ellos como objetivo irrenunciable es hacer daño, y cuanto más mejor.

Piensan ellos en sus turbias maquinaciones que cuanto más daño hagan, antes alcanzarán el poder. Dudoso será que lo quieran para algo bueno.

Si se dan cuenta ustedes -y es conclusión que se desprende de estas alianzas tan turbias- la patria última de estos patriotas de derechas, se digan españoles o catalanes, es el dinero. Es la patria que más les une.

Se trata de una situación verdaderamente obscena desde cualquier punto de vista, pero que retrata fielmente a una derecha vendida al vil metal. Aquí se venderán a las empresas energéticas, y un poco más allá se venderán a los plutócratas estadounidenses.

Contrasta mucho la actitud de ese eurodiputado danés (de ultraderecha), Anders Vistisen, que ante la amenaza de Trump a su país por el tema Groenlandia, le dice al kapo americano en el parlamento europeo, directamente y utilizando su mismo lenguaje: "Señor Trump, ¡Váyase a la mierda!", si la comparamos con la actitud del líder de la ultraderecha española, Abascal, o también la de la líder de la ultraderecha madrileña, Díaz Ayuso, que ante las amenazas de Trump a nuestro país con el tema aranceles, le dicen al kapo americano "Si Bwana”, y le besan la mano, serviles, sumisos, y entregados a los intereses de la patria yanqui.

Otro contraste que llama la atención es el que se observa entre un Pedro Sánchez que defiende con pasión a Europa desde Europa, y un Abascal que traiciona y ataca a Europa desde USA.

Nunca les gustó ni a él ni a sus secuaces el modelo que nació en Europa cuando sus ídolos fascistas, Hitler y Mussolini, perdieron la segunda guerra mundial.

Por cierto, que estando allí como postulante a pupilo del kapo americano, ha dicho muy serio que el hecho de que el tapón de plástico no se separe de la botella anexa (a efectos de reciclaje) es un invento de la izquierda woke.

E igualmente ha afirmado -también en serio- que el hecho de que a el no le hayan cambiado la toalla en el hotel que ha utilizado durante su estancia trumpiana, es así mismo un invento de la izquierda woke.

Como pueden comprobar, se les ha pasado la manía de la etiqueta bolchevique, y se han pasado en masa a la manía de la etiqueta woke. ¡Qué maniáticos!

El ánimo que les mueve a hacer daño a nuestro país y por extensión a Europa, no tiene limites ni fronteras. Como ha dejado muy claro Milei, ellos se deben a una "internacional ultraderechista".

Por cierto, ya lo sabíamos.

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