Besamanos

Decía yo en un artículo anterior que la monarquía es una escuela de servidumbre, y esto lo vemos ya en el mismo protocolo.

¿Como es posible que en una democracia del siglo XXI haya todavía besamanos, torceduras de pierna, e inclinaciones de espalda?

Más que gestos de la edad media (que lo son) o de nuestros ancestros antropoides (que también), parecen hoy esos formalismos ceremoniosos del protocolo retro, directamente horteradas.

Sin embargo cuando nos referimos a la "forma" del protocolo, o del rito, o del símbolo, parece que nos referimos a un hecho banal y sin importancia, a un adorno o a una cáscara vaciada de contenido y por tanto vaciada de trascendencia. Y sin embargo no es así, ni mucho menos, y por eso digo que la monarquía es una escuela de servidumbre, una forma que inspira un contenido, no precisamente democrático.

¿Puede acabar deslizándose una democracia del siglo XXI, a través de ese formalismo ritual y simbólico, hacia la restauración del derecho de pernada o de la impunidad del monarca, como preámbulo de la tiranía, o sea como preámbulo de una forma de gobierno que dista mucho de la verdadera democracia, uno de cuyos principios fundamentales es la igualdad ante la Ley?

Pues todo parece indicar que sí, y no hay más que mirar nuestra realidad de frente: "Riesgo de fuga “extremo” y posible dinero escondido: los argumentos del juez Puente para enviar a Ábalos a la cárcel..." (El País)

No sé a ustedes, pero a mí esto que se refiere al "caso Ábalos", tan lamentable y cutre, me recuerda como dos gotas de agua al "caso Juan Carlos I", tan lamentable y cutre también. ¿O es que tenemos dos varas de medir, una para la aristocracia supuesta y otra para la plebe?

A ver si va a ser verdad lo que dice Pérez-Reverte: que a España le faltó la revolución francesa.

Hoy en España la monarquía es sobre todo un símbolo de la corrupción institucionalizada, visible y presente para todos, un recordatorio constante de que la corrupción nos domina y está por encima de nuestra soberanía democrática.

Representa en última instancia a aquellos golfos que se han enriquecido mediante la corrupción.

Por eso opino que la monarquía es una escuela de servidumbre que nos entrena para ser serviles. Y por eso opino también que no tendremos una democracia de verdad hasta que todos los ciudadanos podamos decidir a través de las urnas y en un referéndum nuestra forma de Estado: monarquía o república.