¡Hartos!
Sí, somos muchos los ciudadanos que estamos hartos de cómo se solventan las cosas de la política. El último episodio, el procesamiento del Fiscal General del Estado por parte del Tribunal Supremo, no es un hecho baladí. El procesamiento se debe a la revelación de secretos, que no son otros que la filtración de correos que atañen al novio de Isabel Díaz Ayuso, en relación con una causa que se sigue contra él por delito fiscal.
Y, según reza en el auto, esa filtración se produjo por indicaciones recibidas desde la Presidencia del Gobierno. Casi nada. La pregunta es ¿qué debería de hacer Álvaro García Ortiz, Fiscal General del Estado? ¿Dimitir? ¿Aguantar el chaparrón? Por lo pronto, el ministro Bolaños ha reiterado la confianza del Gobierno en el Fiscal General, y este también ha hecho saber que no piensa dimitir. Mientras tanto la "máquina del fango" gubernamental ya ha movilizado a todas sus terminales mediáticas para poner en su punto de mira al magistrado del Supremo Ángel Luis Hurtado, que es quien ha osado procesar a García Ortíz. Pero esto no es nuevo, desde las terminales del poder, y en el mismisimo Parlamento, hemos escuchado intervenciones acusando de "lawfare" a jueces y fiscales, que no actúan de acuerdo a los intereses de determinados grupos políticos socios del Gobierno. Tanto es así que, en varias ocasiones, Isabel Perelló, presidenta del Consejo General del Poder Judicial y Presidenta del Tribunal Supremo, ha venido defendiendo la independencia de los jueces considerando fuera de lugar atribuirles "intenciones ocultas". Pero en este caso ya han empezado las especulaciones y dimes y diretes sobre la resolución del juez Hurtado.
Pero vuelvo al título de este artículo. Creo que somos muchos los ciudadanos que estamos hartos, entre otras cosas por la crispación en la vida pública debida a la polarización entre "amigos" y "enemigos" que se hace desde el Gobierno. Sí, la vida política se ha ido enfangando hasta extremos insoportables. Un fango que sale desde los aledaños del poder hacia todos aquellos que no les aplauden o se atreven a disentir. Hasta insultan y descalifican por doquier incluso a quienes desde filas socialistas se atreven a discrepar.
Como ejemplo la arremetida del ministro Óscar Puente contra Eduardo Madina. Lo más suave que dicen desde el Gobierno de los discrepantes es que son unos "resentidos". Pero sobre todo los ciudadanos hemos ido descubriendo esas manos largas que se vienen dedicando a buscar basura con la que atacar a sus adversarios, y adversarios son todos los que no doblan la cerviz ante el poder monclovita. Apesta el caso Leire Díaz y todo lo que le acompaña, pero más allá de las responsabilidades de esta señora, la verdadera responsabilidad es de sus "jefes". Vuelvo a recordar a Alfredo Pérez Rubalcaba y su famosa frase de "merecemos un gobierno que no mienta". Por cierto, que recuerdo muy bien que Rubalcaba no se fiaba un pelo de Pedro Sánchez. Yo entonces pensaba que estaba equivocado sobre su percepción del hoy Presidente, pero tenía toda la razón.