El capitán y el barco que se hunde
Hay marejada en el PSOE y Pedro Sánchez les ha dicho a los fieles de la Ejecutiva -sólo uno se atrevió a votar en contra- que "me elegisteis para ser el capitán del barco y el capitán no se desentiende cuando viene mala mar". No dijo, y podía haberlo dicho porque más de uno de los allí reunidos lo estaban pensando, que cuando se hunde el barco, el capitán es el último que lo abandona. Cuando lo del Titanic mandó a la orquesta que siguiera tocando. Y le obedecieron. Pero ni la música evitó la tragedia. Como ahora.
Un ministro de Educación al que entrevisté hace muchos años y al que le pregunté si era verdad que iba a dimitir, me respondió airado: "el ministro de Educación no es una rata que huye de ningún barco". Fíjense cómo estarán hoy las cosas que las ratas están en prisión, en libertad provisional, pendientes de juicio o de que salgan más audios y no quede nadie libre de culpa. Es posible, aunque albergo muchas dudas dada la trayectoria de Pedro Sánchez, que cuando el barco se hunda, el presidente sea el último en abandonarlo. Pero lo malo no será que él se vaya, lo grave es que el barco se habrá hundido.
Antes de comenzar la Ejecutiva, al presidente le estalló otro escándalo sexual y de abuso de poder de otro de sus protegidos y candidato a impulsar la "regeneración", y no sólo ni lo mencionó sino que subrayó que "hemos cometido errores, pero mi compromiso contra la corrupción es total". Y lo dice después de haber cambiado poder por impunidad política y de haber llevado a la ignominia a todas las instituciones del Estado. Tampoco hizo referencia alguna a que todos los que están en la cárcel o investigados los eligió el, les dio cargos de máxima responsabilidad en el partido y en el Gobierno y les avaló hasta que ya no era posible si no asumía que él también formaba parte de la organización mafiosa o criminal como dicen los jueces. Hasta la ministra Pilar Alegría se atrevió a decir que el último descubierto y denunciado era "un compañero íntegro".
Cada vez está más claro que "los heraldos del desastre y la mentira" (Pedro Sánchez dixit) apenas han descubierto la punta del iceberg. Y ahora que están contra las cuerdas los que se han aliado con la extrema izquierda, los independentistas, incluidos los de extrema derecha y los herederos de ETA, al mismo tiempo que impulsaban a la extrema derecha para debilitar al centro derecha, no quieren convocar elecciones y que hablen los ciudadanos. Es lógico. Manuel Vicent recogía este domingo una frase de Adolfo Bioy Casares: "los políticos sólo atienden a los escritores y a los artistas mientras los necesitan. Una vez usados los olvidan". Lo mismo se puede decir de algunos políticos, por no decir de casi todos: sólo atienden a los ciudadanos mientras los necesitan. Luego se olvidan de ellos ocupados todo el tiempo en pensar en sí mismos.
Quien venga tiene que reconstruir el sistema democrático español en su integridad, escuchar más, salir de sí mismo para servir a todos, acoger las diversas realidades, abandonar la rigidez y el anquilosamiento y gobernar con transparencia y honradez pensando en la totalidad de los ciudadanos. Sería un error pretender imponer el cambio, como han hecho los que nos gobiernan ahora, desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Fíjense cómo se contagian los malos comportamientos que el presidente de una comunidad de vecinos ha respondido a la educada y justificada petición de otro vecino de más información sobre un asunto de cierta importancia que "se somete a la aprobación de la Junta por "cortesía parlamentaria", algo olvidado en otros foros. Mi compromiso con la comunidad tiene unos límites y creo que con lo hecho hasta este momento he cumplido sobradamente". Como Pedro Sánchez. Como el que se cree que la finca de todos es su cortijo y que todos somos sus siervos.