Los socios aprietan, pero no ahogan

Pedro Sánchez aún tiene capacidad de actuación, de hacer aprobar leyes, de ejercer su influencia en el extranjero. Bueno, esto es lo que van susurrando desde La Moncloa, que insiste en que la sesión plenaria sobre la corrupción del pasado miércoles fue un triunfo para el presidente, que logró salir vivo de un encuentro parlamentario que, en realidad, pocos riesgos tenía. El círculo íntimo de Sánchez quiere convencer a la ciudadanía de que este Gobierno PSOE/Sumar aún puede hacer país. ¿Puede?

De aquí al 22 de julio, última sesión plenaria del curso, los 'socios' van a apretar de lo lindo a un Gobierno central debilitado, acomplejado, que da la sensación de estar contra las cuerdas. Pero, claro, en La Moncloa aún hay capacidad de reacción: presentan estas presiones como una 'negociación' del Gobierno Sánchez. Con Esquerra, por un lado, para la financiación singular de Cataluña, y este lunes hay un encuentro con la Generalitat en este sentido, bajo la amenaza de Oriol Junqueras, ya típica: o esto se arregla o... El martes, encuentro de Pedro Sánchez con el lehendakari Imanol Pradales, con la perspectiva de la cesión de la Seguridad Social al País Vasco. Luego viene, el 18, la negociación en Bruselas del ministro Albares para que la UE admita el catalán, el euskera y el gallego como idiomas cooficiales en la Unión. Y luego...

El tono de los independentistas catalanes se eleva: Puigdemont ya ha amenazado de nuevo con que, o se cumplen sus exigencias, o adiós al apoyo al Gobierno central en el Congreso. Lo mismo que Junqueras, de ERC, con la financiación, o sea, el cupo catalán, que es cuestión no sé si muy constitucional, pero a estas alturas, eso ¿qué importa? El Ejecutivo trata de mostrar a sus 'socios' que hace lo posible por complacerlos: así, el día 18, como digo, el ministro de Exteriores, Albares, tiene una jornada difícil con sus colegas de la UE, tratando de que esta vez sí aprueben un cierto uso oficial -limitado, claro-del catalán, el euskera y el gallego en los documentos y sesiones comunitarios. Veremos si esta vez sale adelante la cosa, porque parece que las reticencias de algunos países siguen.

En todo caso, lo importante para el inquilino de La Moncloa es llegar sano y salvo hasta el otoño, sorteando el último pleno del Congreso el día 22 con la aprobación de algunas leyes, quizá la de la reducción de la jornada laboral entre ellas (Yolanda Díaz exige prioridad para esta cuestión, tan suya), aunque aparcando proyectos tan polémicos como el de la reforma de la Justicia alumbrada por Félix Bolaños, que tanto rechazo ha provocado en jueces y fiscales. Lo esencial, te dicen, es promover la sensación de normalidad en la gobernabilidad: hay que dar la impresión de que, en estos tiempos difíciles para el mundo, con los aranceles trumpistas sobre nuestras cabezas ya en agosto, en España hay un equipo cohesionado y eficaz, que gestiona bien las cosas de los ciudadanos.

Y esto, la anormalidad de buscar una apariencia de normalidad, va a ser aprovechado a fondo por los 'aliados de la investidura', que necesitan, como sea, llegar al final de la Legislatura, que precisamente ahora llega a su ecuador en medio de tensiones y desequilibrios nunca antes conocidos. Tanto ERC como Junts o el PNV, para no hablar del mismísimo Sumar, van a pisar el acelerador de sus reivindicaciones, apretando, pero naturalmente no ahogando, al atribulado Pedro Sánchez y a su no menos atribulado equipo. Todos los socios consultados transmitían su preocupación ante la posibilidad de que el Ejecutivo caiga -y hay mucho audio circulando por el éter-- , dando paso a unas elecciones que podrían consagrar el triunfo del Partido Popular, al que siguen viendo como una amenaza.

Así están las cosas cuando llegamos al final del curso político, que ahora nadie sabe si será rematado con la tradicional rueda de prensa del presidente en La Moncloa. Porque ahora ¿qué podría decir Sánchez a la opinión pública? Y, por último pero no lo último: a todo esto, por si fuera poco, en el Tribunal de Justicia Europeo empieza este martes a estudiarse si la amnistía, incluyendo la malversación, se ajusta a la constitucionalidad española. ¿Sí del todo? ¿En parte? ¿Es una autoamnistía? La solución, quizá en otoño. A perro flaco...

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