Felipe y los "resentidos"
Asumo en toda su integridad la letra y el espíritu de un reciente artículo del exdirigente socialista, Javier Lambán, profesor de Historia y expresidente de Aragón, cuando se refiere a la etapa de los gobiernos de Felipe González como "edad de oro del PSOE", y cuando llama a los militantes a defender la Constitución y la democracia por encima de todo.
Sobre la misma palanca argumental se apoyó hace unos días el ex presidente del Gobierno, Felipe González, en conversación con Carlos Alsina (Onda Cero) para tachar de "repugnante" el espectáculo que del Gobierno de Sánchez por cuenta de la corrupción de cercanías que le ha puesto política y moralmente contra las cuerdas.
Esa es una. La otra tiene que ver con los ecos de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que declara ajustada a la Constitución la ley de amnistía, sin entrar a valorar las intenciones políticas de quienes la fletaron hace algo más de un año. "Una forma de corrupción", según el histórico dirigente socialista. Por si había dudas sobre su posición claveteó lo que ya viene diciendo antes de que la ley pasara por el llamado tribunal de garantías: que no cuenten con él quienes han consentido la "barrabasada" de que el Estado haya tenido que pedir perdón a quienes lo agraviaron.
Felipe no está solo como objetor público de un PSOE en el que no se reconoce. Al igual que los treinta ex altos cargos (tres exministros entre ellos) que han exigido por escrito la renuncia de Pedro Sánchez. También socialistas con mando en plaza, como el presidente castellanomanchego, García Page, nunca dejó de escandalizarse por la conducta de personas muy próximas al presidente del Gobierno y líder del PSOE. Además, acaba de verbalizar el carácter "inmoral" de la ley de amnistía ("desinflama a Cataluña a costa de inflamar al resto de España").
Ya conocen ustedes la reacción del sanchismo. De la Moncloa y de Ferraz salen las pedradas contra el "club de los resentidos". Pero tratar de resentidos a personas que lo fueron todo dentro de la mejor versión del socialismo en su historia y, por supuesto, en la de España (tras la dictadura de Franco vino el arraigo de las instituciones democráticas, el saneamiento económico y la reinserción internacional, casi nada) es una forma de tomarnos por idiota. Refleja por enésima vez la indigencia argumental de quienes todavía gestionan una época agonizante.
No son precisamente los "resentidos" quienes navegan fuera de la realidad en la que se está ahogando Sánchez y sus compañeros de viaje.
Por mucho que bracee para flotar con la ayuda de sus ya indolentes socorristas, la etapa sanchista del PSOE jamás tendrá el recorrido político, histórico y moral de la obra que encabezó Felipe González a partir de la histórica barrida socialista en las urnas del 28 de octubre de 1981.