Según recoge Lecturas, las risas del rey Juan Carlos en el funeral de Alejandro Fernández de Araoz todavía deben resonar en los pasillos de Zarzuela. El rey emérito aparecía por sorpresa -para el público, no para la institución- en el último adiós del primo del rey Felipe. La unión del emérito con la familia es evidente y ya que había viajado hasta España para despedir a su sobrino Juan Gómez-Acebo, no tenía inconveniente en llenar la agenda. Del último adiós al hijo de su hermana Pilar pasó a celebrar el cumpleaños de su nieta Victoria Federica y de ahí a la Iglesia de los Jesuitas en el centro de Madrid.
Juan Carlos compartía dicharachero a su llegada. Se abrazaba con los presentes y reía. Reía mucho. Nadie hubiese dicho que se encontraba en un solemne funeral. En esta ocasión, ningún plano en público cerca de su hijo Felipe. Tampoco de su nuera Letizia. El rey emérito llegaba con su ayuda para poder desplazarse y se marchaba de la misma forma. Había pasado la tarde en Zarzuela con su nieta y la celebración del cumpleaños. Parecía la vida que hubiese querido llevar de no haberse instalado en Abu Dabi.
El emérito ha culminado una venganza que lleva tiempo orquestando. Dos hechos han dejado claro que Juan Carlos sigue haciendo lo que buenamente desea, afecte a quien afecte. El emérito ha montado una fundación, según adelantaba 'El Confidencial', junto a sus dos hijas para asegurar su basta fortuna. También se encuentra, según apunta el portal 'Vanitatis', escribiendo sus memorias con ayuda de amigos y fieles. ¿Deben temblar los muros de Zarzuela?
Las memorias del rey Juan Carlos
No es la primera vez que el emérito habla. Lo hizo ya a través de Laurence Debray, biógrafa del rey Juan Carlos, con la que mantiene una estrechísima relación. Lo que ella contó, podemos suponer que fue por boca del propio rey. Cosa distinta es que ahora haya querido narrar su historia de primera mano. De su puño y letra glosará las bondades de su reinado y la caída en desgracia que le ha llevado a residir en Emiratos. También, es de suponer, los causantes de sus problemas y sus tensiones dentro de la Casa Real. Un 'best seller' antes incluso de que termine de escribirse.
La relación del rey emérito y la reina Letizia ha sido tirante, cuanto menos. Desde principio hasta el día de hoy. Los dos funerales en los que han coincidido en Madrid dan buena prueba de ello. La reina evita todo contacto con el emérito y así lo evidencia. Tampoco el rey Juan Carlos parece muy interesado. Aunque sí se acerca a su hijo Felipe, sus intereses van por otro lado. El monarca no quiere que se olvide su presencia y viaja a España en cuanto puede. Un riesgo para alguien que ya pasa de los 87 años.
Hasta ahora conocemos parte de la historia. La que han contado los cronistas y los periodistas. También algunos familiares cercanos o no tanto a Letizia y al rey Juan Carlos. Pero, ¿y la versión de los que estuvieron en primera fila? Las supuestas memorias del emérito podrían ser el golpe que dinamitase para siempre la Corona. Él lo sabe aunque sus actos hace tiempo que se realizan sin parecer que sea consciente.
La herencia del rey Juan Carlos
Si algo ha dejado claro este último movimiento que adelantaba el citado periódico es que la herencia el rey Juan Carlos es amplia. El monarca habría constituido una fundación junto a sus hijas Elena y Cristina para garantizar su futuro y la de su patrimonio. Lo habría hecho con el consejo de un importante abogado española pero, eso sí, desde Abu Dabi. El rey no quiere que nada se pierda y lo va a atar todo para cuando llegue el momento.
Del patrimonio real del emérito poco se sabe. Puede uno hacerse una idea cuando la propia Corinna afirmó que el rey le había regalado 65 millones de euros en concepto de gratitud. No es que la palabra de la alemana sea algo inamovible pero puede dar una idea de las cifras que pueden ir manejándose. Es el gran elefante en la habitación que nadie nunca se ha atrevido a desvelar. Queda todavía mucho para ello.
El rey Felipe, ante el escándalo, renunció expresamente a la herencia de su padre por escrito. Un cortafuegos para que no le salpicasen los escándalos que parece que sí han aceptado las infantas Elena y Cristina.
Las prerrogativas de la reina Letizia y el rey Felipe
Cuando Juan Carlos marchó a Abu Dabi se dejó claro que ya no vivía en Zarzuela. Y así ha sido. A su llegada a España, nunca duerme en palacio. Sí acude, tal y como hemos podido ver o han desvelado fuentes internas, pero no duerme. Este pasado lunes se encontraba en Zarzuela para la celebración del cumpleaños de Victoria Federica. La hija de la infanta Elena es el ojito derecho de su abuelo y no pierde ocasión de contarlo a los cuatro vientos. No hay entrevista en la que no diga el ejemplo que es para ella.
Estas manifestaciones públicas preocupan a los reyes. Demasiada exposición de la hija de la infanta Elena y demasiados halagos al que fuese jefe del Estado. Alguno podría preguntarse el motivo de esta férrea norma de no dormir en Zarzuela cuando sí acude a eventos familiares de forma regular. Un obstáculo que los reyes intentan obviar, centrándose en su día a día y en su trabajo y el de sus hijas.
También dejaban los reyes que los hijos de la infanta Cristina viviesen en palacio junto a su abuela, la reina Sofía. Al menos Irene y Miguel Urdangarin han sido inquilinos de las instalaciones oficiales. Se ha rumoreado que también Juan y hasta Victoria Federica. Los desencuentros con su madre, la infanta Elena, habrían hecho que la joven buscase asilo junto a su abuela. Pero esto, como todo, no está confirmado.
¿Y el futuro de la reina Letizia?
Pese a estos embistes desde la familia del rey, poco parece que afecte a la popularidad de la reina Letizia. En su mejor momento y alabada a nivel internacional, la reina ha logrado hacerse con su sitio y poner su impronta. El cambio radical en la comunicación de Casa Real viene de su mano. Es Letizia quien ha abierto la monarquía a los ciudadanos en los últimos tiempos. Fuera corsés, fuera distancia. Tanto el rey como la rey y, sobre todo, sus hijas, ganan en las distancias cortas y lo saben.
La llegada de las cuentas en redes sociales, de los selfies y los vídeos llevan a pensar en una monarquía más moderna, que nada tiene que ver con la del rey Juan Carlos y la reina Sofía. Son otros tiempos por mucho que a algunos todavía les pese. Y Letizia no es que haya llegado para quedarse. Es que ahora mismo no se concibe nada más.