Más malas noticias para Sofía Suescun y Kiko: fracasa su intento de huida y hay más
Según recoge LOOK, el universo mediático ha convertido a Sofía Suescun y Kiko Jiménez en protagonistas involuntarios de un drama donde se entremezclan rumores de infidelidad, crisis de pareja y un intento de fuga internacional que acabó en un hotel de aeropuerto. Todo en apenas unos días, con la atención pública puesta en cada paso de la pareja.
El origen del huracán se sitúa en la supuesta relación de Sofía con el influencer Juan Faro. Según varias publicaciones, la joven habría mantenido encuentros con él durante meses, llegando incluso a existir material audiovisual que comprometería su versión. El hecho de que estas imágenes se filtraran en pleno verano no hizo, sino aumentar la expectación. La hipótesis de una “relación abierta”, deslizada en conversaciones privadas y aireada en programas de televisión, solo añadió confusión al relato y más leña al fuego de la sospecha.
Para Kiko, la noticia supuso un golpe personal. Diversos testimonios aseguran que el colaborador televisivo se enteró de lo ocurrido poco antes de que se hiciera público y que la confesión de Sofía lo dejó “hecho polvo”. Sin embargo, lejos de la reacción explosiva que muchos esperaban, él optó por el silencio, limitándose a transmitir a través de sus redes frases enigmáticas que dejaban entrever tanto resignación como resistencia.
En medio de este contexto, la pareja decidió tomar una drástica medida: escapar. El destino elegido fue Tailandia, un viaje que Sofía presentaba a sus seguidores como su “primera vez” en el país asiático y que describía como la oportunidad de “irse muy, muy lejos de aquí”. No era solo un viaje de placer, sino un intento de poner océanos de por medio entre ellos y la tormenta mediática que los rodeaba.
La puesta en escena era impecable: maletas preparadas, un look de aeropuerto perfectamente calculado y hasta el inevitable bocadillo de jamón, guiño de normalidad en medio de tanta exposición. Todo parecía listo para iniciar el viaje. Sin embargo, cuando ya se encontraban en el aeropuerto madrileño, la realidad truncó sus planes. El vuelo primero sufrió retrasos y finalmente fue cancelado por riesgo de accidente. Una decisión de seguridad que, paradójicamente, coincidió con el aniversario de la tragedia de Spanair, recordatorio lúgubre que cargó de simbolismo la cancelación.
El desenlace fue, por tanto, mucho más prosaico: de playas exóticas y masajes tailandeses a un hotel de aeropuerto. La pamplonesa, fiel a su estrategia de mostrar fortaleza, declaró que la situación era “un gusto para ella” y se dejó ver en el gimnasio del recinto como si nada hubiera ocurrido. Él, por su parte, ironizó en redes con una frase tan dramática como llamativa: “Hoy no era el día de morir”.
El contraste entre la magnitud del escándalo y la banalidad de la cancelación aérea se convirtió en el punto culminante de una narrativa casi novelesca. De fondo, persiste la gran incógnita: ¿es la pareja víctima de la mala suerte o de su propio karma? Lo único seguro es que el viaje a Tailandia tendrá que esperar, pero el huracán mediático continúa.