El último plan de Elena y Cristina con su padre Juan Carlos estalla en Zarzuela

En la imagen de archivo las infantas Cristina y Elena junto a su padre el rey Juan Carlos I
La visita llega en un momento especialmente delicado

Según recoge EsDiario, ha pasado ya la Semana Santa. Tiempo de recogimiento, procesiones... y vuelos diplomáticos en clave familiar. Mientras en España la actualidad arde entre los casos de corrupción que acorralan al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y desplantes a la Corona, en Abu Dabi se vive un viacrucis distinto: el del Rey Emérito. Pero esta vez no está solo. A su lado, sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, que han viajado discretamente a su exilio dorado para acompañarlo durante estas fechas. Todo muy familiar, todo muy Borbón. Pero cuidado, porque lo que parece una visita inocente -y hasta entrañable- es, en realidad, la chispa que podría avivar una nueva guerra dentro de la mismísima Casa Real.

Porque sí, la presencia de las infantas en Emiratos no ha gustado. ¿A quién? A quien tiene que gustar: al Rey Felipe VI. El actual monarca, que sigue firme en su propósito de marcar distancia con las sombras de su padre, no ve con buenos ojos que sus hermanas conviertan Abu Dabi en una suerte de segunda Zarzuela. Y no es para menos. La visita llega en un momento especialmente delicado, cuando Don Juan Carlos ha vuelto a agitar la coctelera mediática con sus exigencias, comentarios y amistades peligrosas.

Lo de Miguel Ángel Revilla, por ejemplo. Hace unas semanas, el ex presidente cántabro reveló que el Emérito le había llamado para pedirle que hiciera campaña por su regreso. Así, sin anestesia. Como si la institución fuera un hotel del que uno entra y sale a capricho. Y luego está el capítulo inagotable de Corinna Larsen, que ha vuelto a reclamar lo suyo -y no hablamos de afecto, precisamente- en los tribunales británicos. A eso hay que sumarle los rumores constantes de que don Juan Carlos quiere “morir en España”, como si el relato lo escribiera él solo y no el jefe del Estado.

En este contexto, las Infantas han optado por reforzar el frente del padre. Elena, fiel escudera. Cristina, todavía señalada por la sombra de Iñaki Urdangarin pero con galones suficientes como para marcar posición. El gesto es claro: si Felipe no accede a las demandas del Emérito, ellas sí lo hacen. El problema es que eso no solo refuerza al padre, también debilita al hijo.

Porque Felipe VI ha construido su reinado sobre una línea roja: la ejemplaridad. Y esa ejemplaridad pasa, le guste o no a su entorno familiar, por mantener al padre lejos del foco. Lo último que necesita el actual Rey es que los focos vuelvan a apuntar a Abu Dabi. Pero ahí están sus hermanas, con la mejor de las sonrisas, cruzando el desierto para fotografiarse con quien para algunos sigue siendo “el Rey”.

Esto no es solo un gesto familiar. Es una declaración política dentro de la familia más política del país. Las infantas han movido ficha. Don Juan Carlos, también. Y Felipe... observa. En silencio, pero cada vez más solo en el núcleo duro familiar.

El próximo reto es la inminente vuelta de Juan Carlos I a España, porque vuelven las regatas a Sanxenxo y él va a participar o, por lo menos, estar presente.