Madrugada de terror: los detalles del asesinato de Encarnita Polo en la residencia

La cantante sevillana, icono del flamenco-pop y célebre por «Paco, Paco, Paco», falleció el 14 de noviembre en la residencia Los Decanos, donde vivía desde comienzos de año. Las primeras pesquisas apuntan a un ataque por parte de otro residente con deterioro cognitivo. Su muerte ha reavivado el debate sobre la seguridad en centros de mayores y la convivencia con usuarios de perfiles psiquiátricos.
Investigan la muerte de Encarnita Polo en una residencia: agredida por un residente
Madrugada de terror: los detalles del asesinato de Encarnita Polo en la residencia

La muerte violenta de Encarnita Polo, a los 86 años, ha conmocionado al mundo cultural y ha puesto en el centro del debate la atención a los mayores en España. La cantante, afincada en Ávila en sus últimos años, fue encontrada sin vida en su habitación tras un presunto ataque durante la madrugada. La Policía Nacional mantiene abierta la investigación mientras la familia pide absoluto respeto.

Encarnita Polo falleció en la madrugada del 14 de noviembre en la residencia de mayores Los Decanos, en la provincia de Ávila, donde vivía desde febrero. Según los primeros resultados de la investigación policial, la artista habría sido estrangulada mientras dormía por otro residente del centro, un hombre de avanzada edad que llevaba apenas dos días ingresado. El suceso, descrito por los investigadores como «rápido y silencioso», tuvo lugar alrededor de las tres de la madrugada, cuando la mayoría de internos descansaban y la actividad del centro era mínima.

Las primeras reconstrucciones apuntan a que el presunto agresor abandonó su módulo sin que el personal llegara a detectar un comportamiento anómalo. Accedió a la habitación de Polo, se aproximó a la cama y la estranguló en pocos minutos. Tras el ataque, el interno fue encontrado desorientado, llorando y afirmando no recordar nada de lo ocurrido. Su estado mental —marcado por deterioro cognitivo severo— está siendo evaluado por especialistas forenses, que deberán determinar su imputabilidad penal.

El presunto autor fue trasladado inmediatamente a un módulo psiquiátrico hospitalario, donde permanece bajo custodia. La Policía Nacional investiga si su ingreso, tan reciente, se realizó con una valoración adecuada y si el centro estaba preparado para acoger a un residente con sus características, especialmente en un módulo de convivencia y no en una unidad especial con vigilancia reforzada.

La residencia Los Decanos ha lamentado profundamente la muerte de la artista, pero ha optado por mantener la discreción, alegando respeto al procedimiento judicial. Sin embargo, familiares de otros residentes han expresado inquietud por la posible falta de protocolos para gestionar la llegada de nuevos internos con patologías psiquiátricas. Varios testimonios señalan que el módulo donde fue alojado el presunto agresor no contaba con supervisión nocturna especializada, más allá del personal general de turno.

La familia de Encarnita Polo, visiblemente afectada, difundió un breve comunicado a través de su hija, Raquel Waitzman, en el que se solicitaba «respeto, silencio y privacidad» en estos momentos. La artista llevaba años alejada del foco mediático, residiendo primero con su hija en Ávila y, desde principios de 2025, en la residencia donde se produjo el suceso. Su vida en los últimos tiempos estuvo marcada por problemas económicos, después de perder buena parte de sus ahorros en la crisis de las preferentes, y por la lucha contra un cáncer de mama que logró superar.

La trayectoria de Encarnita Polo se extiende desde los años 60, cuando irrumpió en el panorama musical con una mezcla de flamenco y música ligera que la convirtió en un referente del género. Su canción «Paco, Paco, Paco» la consagró definitivamente y experimentó un resurgir en redes décadas después, convirtiéndose en un fenómeno viral que acercó su figura a nuevas generaciones. Además de su carrera musical, participó en películas, programas de televisión y espectáculos teatrales, consolidando una imagen luminosa y muy presente en la cultura popular española.

Pero detrás del brillo del escenario, Polo atravesó periodos de dificultades: un divorcio complejo, problemas económicos derivados de malas inversiones y un progresivo silencio mediático que contrastaba con el eco de sus éxitos. En los últimos años, la cantante vivía retirada, con una pensión modesta y con el apoyo de su familia. Sus apariciones públicas se habían reducido y su círculo íntimo trataba de preservar su intimidad.

La muerte de la artista ha abierto un debate más profundo sobre la atención residencial en España. Expertos en geriatría advierten desde hace tiempo de que muchas residencias privadas —donde conviven usuarios con perfiles muy distintos— no cuentan con recursos suficientes para atender a personas con trastornos de conducta o deterioro cognitivo severo. El caso de Polo ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar los protocolos de admisión, la supervisión nocturna y la correcta clasificación de residentes en función de su estado de salud.

También ha reavivado una reflexión sobre la vulnerabilidad de las personas mayores, especialmente aquellas que, como artistas retirados, han sido figuras públicas que envejecen en contextos de menor visibilidad social. El contraste entre la popularidad de Encarnita Polo y las circunstancias de su muerte ha generado una oleada de reacciones en redes, donde se multiplican las muestras de cariño y la indignación por lo ocurrido.

La investigación policial continúa abierta. Se están analizando las grabaciones interiores del centro, la secuencia de movimientos del presunto agresor, los protocolos internos y el historial médico previo del interno. Además, la Policía mantiene contacto estrecho con la dirección de la residencia para determinar si existieron fallos de seguridad o de supervisión. Aunque se descarta por completo la intervención de terceras personas, sí se estudia si el agresor debía haber estado en un módulo especializado o en un recurso sociosanitario distinto.

En paralelo, la familia se enfrenta ahora a otro asunto delicado: el cumplimiento de los deseos finales de la artista. Encarnita Polo había expresado su voluntad de ser incinerada y que sus cenizas fuesen depositadas en una ciudad significativa para ella, como Sevilla, Barcelona o Madrid. Sin embargo, por razones logísticas y administrativas, la despedida no ha podido realizarse del modo previsto inicialmente, lo que ha añadido más carga emocional a un momento especialmente doloroso.

El legado de Encarnita Polo, irrepetible en la cultura popular española, queda ahora marcado por un final trágico que ha sacudido conciencias y ha puesto bajo la lupa la seguridad en las residencias de mayores. Con la investigación en marcha y la familia centrada en despedirla con dignidad, la sociedad vuelve a mirar hacia una artista que hizo bailar al país entero y cuya voz quedará siempre en la memoria colectiva.

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