Celadores escucharon golpes y hallaron a Encarnita Polo con el asesino aún sobre ella
Según recoge Informalia, al amanecer, cuando la luz todavía se cuela con desgana entre las calles frías de Ávila, los residentes de la Fundación Decanos despiertan con la rutina que solo se altera para recordarles que el tiempo, allí dentro, avanza a ritmo propio. Ese viernes, sin embargo, la rutina había estallado. A las tres de la madrugada, en una de las habitaciones del ala este, murió asfixiada Encarnación Polo Oliva, 86 años, andaluza, cantante y ocasional actriz, pionera involuntaria de una modernidad que la España franquista apenas sospechaba posible. Para muchos, era Encarnita Polo. Para casi todos, en la residencia, solo era Encarna: una anciana más, cortés y risueña, de paso lento y saludo ceremonioso.
La investigación policial sostiene que fue estrangulada por un hombre 20 años más joven que ella y que apenas llevaba dos días ingresado en el centro. Nadie sabía casi nada de él. Tampoco —y esto es lo que vuelve la historia más desoladora— tenía relación alguna con la artista. Llegó, se instaló y, por razones que ahora solo se enuncian como incógnitas, abandonó su habitación a medianoche, caminó por el pasillo de baldosas enceradas y entró en el cuarto donde dormía Encarnita. Según los celadores que acudieron al escuchar los golpes y los jadeos, la encontraron ya sin respiración, el cuerpo rígido y el agresor aún sobre ella, como si no hubiera terminado de comprender lo que acababa de hacer. El presunto homicida se halla desde entonces bajo custodia policial en una unidad psiquiátrica del hospital de Ávila. La Subdelegación del Gobierno asegura que estaba en pleno ajuste de medicación y que no figuraba como paciente de riesgo ni mostraba antecedentes de violencia. En la residencia, el desconcierto se ha mezclado con una suerte de vergüenza colectiva: nadie quiere hablar, nadie quiere explicar nada, nadie quiere que un lugar consagrado al final tranquilo de la vida se convierta de pronto en escenario de una muerte absurda.
Desde febrero en la residencia Decanos de Ávila
Encarnita llevaba desde febrero en Decanos de Ávila. Había llegado a la ciudad después de la pandemia para estar cerca de su hija, Raquel Waitzman. Su salud, aunque frágil, no era peor que la de tantos otros residentes. A algunos empleados del centro les gustaba contar que, aun con el paso lento, conservaba algo del orgullo de los escenarios: la forma de sentarse recta en la cafetería, el gesto coqueto de acomodarse el cabello, la sonrisa que respondía con educación aunque no recordase el nombre de quien tenía delante.

A su entierro acudieron muy pocos. La lluvia deslizaba una pátina gris sobre los paraguas. Su hija, silenciosa, agradecía los pésames con una inclinación mínima. A su lado estaba Antonio Albella, el exintegrante de Locomía, quizá uno de los pocos que permanecieron cerca cuando el brillo de la fama se apagó. No había cámaras, ni micrófonos, ni curiosos. Solo un puñado de coronas ajadas por el agua y un velatorio que cualquier transeúnte habría confundido con el de una vecina anónima. Quien sí alzó la voz, desde 600 kilómetros de distancia, fue el presentador José Manuel Parada. "Me he enterado demasiado tarde. Todavía no lo asimilo", dijo por teléfono. Habló de ella como de una hermana mayor, alguien que lo protegió cuando llegó a Madrid dispuesto a convertirse en alguien. Recordó conversaciones recientes, planes vagos, nostalgias compartidas. Y lamentó el silencio que ha rodeado su muerte: "En este país no sabemos enterrar a nuestra gente. Hay figuras cuya despedida merece trascender lo privado".
Había ganado el juicio a Bankia
No era un reproche vacío. Encarnita Polo había sobrevivido a un cáncer de mama, había sido víctima del timo de las preferentes —perdió más de 70.000 euros— y había ganado el juicio a Bankia. También había sobrevivido al olvido, aunque por poco: en 2009 un vídeo mezclando su célebre Paco, Paco, Paco con Single Ladies, de Beyoncé, la devolvió fugazmente al centro de la conversación pública. Tres millones de reproducciones y una efímera resurrección que no cambió nada esencial. La propia artista, en una entrevista de 2015, se lamentaba: "Las televisiones no pagan. Quieren que vaya gratis. Y eso me quita la ilusión". Lo que ocurrió la noche del crimen es un misterio. Nadie dentro del centro quiere reconstruir el último minuto. Nadie parece dispuesto a preguntarse por qué un recién llegado escogió precisamente la habitación de Encarnita y no cualquier otra. La Junta de Castilla y León ha mantenido silencio, escudándose en el fin de semana. En el cementerio, su lápida casi se pierde entre otras más llamativas. Una, adornada con rosas azules y una escultura en forma de corazón que proclama un "te quiero", pertenece a un joven asesinado meses atrás. La de Encarnita, discreta y sobria, queda a su sombra. Quien no se acerque lo suficiente podría pasar de largo sin saber que ahí descansa una mujer que alguna vez sacudió con audacia el escenario español.
La residencia donde todo ocurrió
El propietario de la residencia Decanos de Ávila es el grupo Geriatros, que compró el centro al grupo Lico Corporación y la residencia funciona bajo la marca DomusVi, que gestiona el centro.
En la página web de la residencia donde se produjo el suceso este jueves el texto que describe el lugar dice así: "El bienestar empieza por recibir los mejores cuidados". Y después podemos leer: "La residencia para mayores DomusVi Decanos cuenta con unas instalaciones abiertas y luminosas equipadas y adaptadas para el bienestar y confort.
Para garantizar una atención individualizada el centro para personas de la tercera edad se distribuye en unidades de convivencia independientes, de esta manera el equipo de profesionales puede ofrecer cuidados personalizados con el fin de mejorar la autonomía personal y la calidad de vida de los residentes.

DomusVi Decanos cuenta con la unidades especializadas en Alzheimer y otras demencias, y en convalecencia y rehabilitación, además, de los servicios de atención gerontológica, tanto para estancias permanentes como para estancias cortas". El centro ofrece tanto "plazas privadas y plazas concertadas con la Junta de Castilla y León". En concreto, 112 plazas en habitación individual y 118 plazas en habitación doble.

Cámaras de vídeovigilancia
Las instalaciones incluyen cámaras de videovigilancia. Además, cuenta con sala multisensorial, parking y climatización. Ofrece "actividades religiosas" (misa semanal y oración), bingo, programas de ocio que incluyen excursiones, salidas y paseos ("que fomentan la convivencia mientras conocemos el entorno", reza la nota en internet).
Hay zonas comunes como, sala de actos, jardín y otros espacios al aire libre, capilla, gimnasio, sala de rehabilitación, biblioteca o cafetería. Entre los servicios asistenciales que anuncia incluye terapias "no farmacológicas", control nutricional, talleres de memoria y estimulación cognitiva, atención de enfermería, atención psicológica, terapia ocupacional, podología, servicio de acompañamiento, estimulación psicomotriz, transporte adaptado, servicio de farmacia y por supuesto atención médica.
Además, a esto suma servicios hoteleros como lavandería, un menú degustación, marcaje de ropa, servicio de peluquería, cocina propia, limpieza diaria, servicio de alimentación texturizada y dietas adaptadas.
Las habitaciones tienen Wifi, aire acondicionado, toma de televisión y calefacción. El centro está especializado en trastornos de conducta, parkinson, logopeda, enfermedades crónicas, alzheimer y enfermedades neurodegenerativas, rehabilitación y fisioterapia, esclerosis múltiple, cuidados paliativos o discapacidad intelectual y física.

Una artista inolvidable, una pionera del flamenco-pop
"Para muchos fue una artista inolvidable, una pionera del flamenco-pop cuya voz marcó a varias generaciones. Pero para mí fue, ante todo, mi madre: una mujer fuerte, divertida y con un carácter único", escribió. Añadió que no realizará declaraciones públicas y que necesita vivir el duelo "en silencio y en paz", agradeciendo al mismo tiempo el cariño demostrado por los admiradores de su madre.

Una figura esencial de la música española
Nacida en Sevilla en 1939, Encarnita Polo —Encarna Polo en su nombre real— creció en una familia humilde. Su padre, maestro confitero, veía con recelo su inclinación artística, pero su madre la animó desde pequeña a cantar en festivales escolares, celebraciones familiares y cualquier escenario improvisado que se presentara. Era una niña que imitaba a las grandes damas de la copla: Lola Flores, Carmen Sevilla, Juanita Reina. Con especial desparpajo interpretaba Carmen de España o Pepa Bandera, temas que destacaban su gracia natural y su desbordante energía.
El fallecimiento prematuro de su padre impulsó su carrera de manera decisiva. Con tan solo doce años, Encarnita y su madre viajaron a Barcelona, donde amigos de la familia —entre ellos el bailarín Manolo Marín— las ayudaron a instalarse. Allí comenzó a construirse la artista que más tarde sería conocida en toda España. Actuaba en fiestas mayores de pueblos catalanes, en salas de variedades y en cines de barrio donde, entre película y película, los espectadores disfrutaban de actuaciones musicales.
Al principio tuvo que superar obstáculos burocráticos, ya que su minoría de edad dificultaba que pudiera actuar de forma profesional. Con perseverancia logró los permisos necesarios y pronto se convirtió en una presencia habitual en los escenarios de la ciudad condal. Su talento llamó la atención del público por su unión de gracia sevillana y presencia escénica.
Durante su estancia en Barcelona, Encarnita Polo vivió experiencias que marcaron su futuro artístico. Actuó en locales donde desfilaban estrellas internacionales como Josephine Baker, Charles Aznavour, Sacha Distel o Gilbert Bécaud. Aquellos encuentros la impresionaron profundamente.
Josephine Baker, icono mundial y figura histórica del espectáculo, se convirtió en su amiga íntima durante los días en que compartieron escenario. Ambas iban al cine entre funciones, a veces armadas con bocadillos y tortillas preparados por la propia Encarnita. Aquellas anécdotas definían tanto su humildad como su frescura.
Otro encuentro determinante fue el que mantuvo con Charles Aznavour, quien la animó a abandonar el repertorio andaluz tradicional y adentrarse en una música más moderna. El artista francés se fijó en su físico, su timbre y su carácter y le aseguró que tenía condiciones para triunfar con un estilo más contemporáneo. Aunque no llegó a seguirlo a Francia, Encarnita nunca olvidó esa influencia.
En esa época comenzó a grabar sus primeros discos: en 1963, para Regal, registró La balada del amanecer y Nada soy sin ti; un año más tarde grabó nuevos temas que confirmaron su creciente popularidad. Con la discográfica Vergara editó canciones como Andaluza, De frente al amor o 1000 horas, con la que debutó en el Festival de la Canción del Mediterráneo. A mediados de los sesenta ya era una presencia habitual en la televisión española, participando en programas emblemáticos como Los amigos del lunes o Noche del sábado.
Durante los años sesenta, Encarnita Polo viajó con frecuencia al extranjero para participar en festivales y programas televisivos. En Italia protagonizó la serie musical Scaramouche, junto a Domenico Modugno, y rodó varias películas, entre ellas el western 07 con el 2 delante en España. También actuó en Argentina, Venezuela y Portugal, e incluso ganó la modalidad internacional del festival italiano Napoli contro tutti interpretando La violetera.
En 1967 grabó la versión femenina española de La balada de Bonnie and Clyde, uno de sus primeros grandes éxitos. El vestuario, diseñado por Juanjo Rocafort, reforzó la imagen moderna con la que quería reinventarse.

El punto de inflexión definitivo llegó en 1969, cuando conoció al músico y productor argentino Adolfo Waitzman, figura clave de la industria discográfica española. Aquella reunión, en la que Encarnita pretendía proponer a la arreglista Maryní Callejo una nueva versión de Pepa Bandera, terminó cambiando su vida. Waitzman quedó fascinado por su voz y su magnetismo escénico, y juntos dieron forma a un nuevo estilo que mezclaba copla y ritmos pop: el flamenco-pop, del que Encarnita sería pionera.
La versión moderna de Pepa Bandera se convirtió en un éxito rotundo: ocupó las listas de ventas, sonaba con insistencia en televisión y radio, y marcó un antes y un después en la renovación de la música española. Esperanzada por aquel triunfo, Encarnita y Waitzman lanzaron en 1970 Paco, Paco, Paco, una adaptación pop de Los siete niños, copla popularizada décadas antes por Concha Piquer. El tema se convirtió en un fenómeno nacional y se mantiene hasta hoy como uno de los grandes himnos festivos de la cultura popular española.
Otros éxitos como Olé, Que con el tran, Hava Naguila o Ay Sandunga consolidaron su figura y la situaron como una de las artistas más singulares y queridas del país. Incluso participó en el concurso televisivo Pasaporte a Dublín, donde compitió con Rocío Jurado, Nino Bravo o Concha Márquez Piquer por representar a España en Eurovisión.
Su popularidad llegaría también a las salas de music-hall, donde varios espectáculos incluían coreografías basadas en sus canciones, así como a la televisión, donde interpretó la sintonía cantada de la serie Este señor de negro, protagonizada por José Luis López Vázquez.
Durante esa etapa de éxito, Encarnita y Adolfo Waitzman se enamoraron, se casaron y tuvieron una hija, Raquel, a quien dedicaron una canción.
A partir de mediados de los setenta y tras su separación matrimonial, Encarnita Polo vivió una etapa de menor actividad que ella misma describía con humor como "unos años sabáticos". Sin embargo, nunca dejó por completo el mundo artístico. Grabó el álbum Desperté, con canciones de jóvenes compositores y versiones populares, y posteriormente el disco Encarna Polo, donde interpretó un repertorio de coplas tradicionales y composiciones de María Ostiz.
En los ochenta y noventa continuó realizando actuaciones, grabó recopilatorios y participó en programas de televisión, entre ellos De domingo a domingo en Telecinco. La publicación del CD Encarná, que reunía sus grandes éxitos, y más tarde Loca, con piezas escritas por el humorista Moncho Borrajo, demostraron que su público seguía fiel a pesar del paso del tiempo.
En 2012, Encarnita Polo reveló que había sido una de las afectadas por las preferentes de Bankia, lo que le supuso importantes pérdidas económicas. Con el paso de los años fue reduciendo sus apariciones públicas y afrontó problemas de salud, incluido un cáncer para el que recibió tratamiento. Se trasladó a vivir a Ávila, donde pasó sus últimos años acompañada por su hija y su entorno más cercano.
Pese al silencio mediático, su figura volvió ocasionalmente a la actualidad gracias al resurgir de Paco, Paco, Paco, convertido en fenómeno viral en redes sociales y programas de entretenimiento, tanto en España como en otros países. La canción reapareció en listas de reproducción y concursos televisivos, demostrando la vigencia de su estilo.
Tras su fallecimiento en la residencia Decanos de Ávila, la Policía Nacional continúa investigando lo ocurrido para determinar si existió agresión por parte de otro residente o si la muerte respondió a otras causas. La autopsia y el análisis de los hechos serán determinantes para esclarecer la situación y establecer posibles responsabilidades.