La bailaora Cristina Hoyos: "A día de hoy, siento que todavía le gusto a la gente"
La bailaora sevillana Cristina Hoyos, que el próximo 3 de julio recibirá el premio ‘Corral de Comedias’ del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, ha explicado a EFE que, a día de hoy, sigue recibiendo el cariño del público por la calle, y está feliz de mantener “algo que le gusta a la gente”.
Se trata de un premio que reconoce la labor de una artista que, “como Lorca, bebe de la tradición para traer al presente los dilemas del honor, el destino y la pasión”, señala la web oficial del festival, que destaca que su danza trasciende la mera representación, porque “es una traducción viva de la emoción barroca, un poema en acción donde cada giro y cada pausa resuenan con la intensidad de la escena clásica”.
Recién cumplidos los 79 años, la bailaora asegura que considera el premio de Almagro como “algo grande, muy grande”, porque lo recibe de un festival con mucha historia detrás: “Yo ya he ido a muchos sitios que me han llamado, pero esto es fantástico, y estoy encantada”, asegura, para reflexionar enseguida sobre cómo mantiene el cariño de su público aunque ya esté alejada de la escena.
“Desde pequeñita quería bailar”
Recuerda que su carrera profesional se ha basado siempre en lo que quiso hacer desde pequeña, porque “quería bailar”, y lleva su mente al corral de vecinos en el que nació, cuando su padre compró un aparato de radio con el que le llegaron sus primeras canciones, que le servía “para bailar todo lo que escuchaba” mientras se ponía delante del único espejo de la casa “moviendo las manos”.
Cuenta que su padre veía que ella escuchaba la radio, pero que no cantaba, así que la llevaron a los estudios de la emisora a que lo hiciera y eligió una canción de Lola Flores. El guitarrista que estaba allí aquel día le recomendó a los padres que la llevaran a la histórica academia de Adelita Domingo, que fue quien le dijo que si le gustaba cantar o bailar, y quien con 11 años la hizo debutar en el antiguo Teatro San Fernando. Tres años después, Cristina “era la que mandaba” en el escenario.
A partir de ahí, la vida, en todos los sentidos, le ha dado “tantas cosas maravillosas…”. Habla con especial cariño del “maestro Antonio Gades”, con el que trabajó muchos años, y con el que vivió “tantas cosas bonitas”, y rememora cómo recorrió escenarios, o cómo “afortunadamente” volvió a Sevilla desde su casa de Madrid. “No puedo decir nada más que me ha dado la vida muchas cosas a través del baile flamenco”, apostilla.
Aquella noche en Barcelona
Entre ellas Hoyos recuerda una anécdota, cuando su imagen montada en un caballo recorriendo el Estadio Olímpico de Montjuic dio la vuelta al mundo en la inauguración de las Olimpiadas de 1992, pero tuvo su cara B: “Lo hice después de ir un solo día a Jerez a montarme en un caballo”.
Además el caballo en cuestión hubo que cambiarlo por la propagación ese año de la peste equina, relata la bailaora, y “tuvieron que llevar a Barcelona uno desde Albacete, aunque todo salió bien”, recuerda.
Rememora cómo en aquel momento “había muchísima gente de muchos países” viéndola desde la grada, mientras comenzaba a mover las manos ya a lomos del corcel para luego bailar a ras de pista con su traje rojo al son de guitarras flamencas.
Más de tres décadas después de aquella noche, Cristina Hoyos guarda mil recuerdos de una carrera prolífica, en la que sentó las bases de un trabajo en el que ahora hay exponentes de la talla de Eva Yerbabuena o Sara Baras, nombres que cita para señalar que “hay gente maravillosa ahora mismo, tanto mujeres como muchos bailaores”.