Opinión

Vuelven las esencias

Pablo Casado se ha hecho con el poder en el PP y con el regresan las esencias de la derecha ideológica que conformó José María Aznar. Para hacer la travesía del desierto los compromisarios han elegido un líder sin veleidades centristas, que pueda competir por el voto de la derecha de toda la vida con Albert Rivera. Paladín de la unidad de España, se ha atrevido, incluso, a tildar de pusilánime la actuación de Rajoy con Cataluña.

Pese a las declaraciones de su compañero de candidatura, Javier Maroto, no ha sido la juventud del nuevo líder la razón principal de su triunfo. En el PP estas veleidades no se contemplan. Lo que vale es la defensa de la familia tradicional, de la enseñanza religiosa, de la escuela concertada, de bajar impuestos, recortar prestaciones sociales y prohibir el aborto. Así piensan recuperar el poder, abrazados a la bandera.

De nada le ha servido a la poderosa vicepresidenta, hasta hace poco más de un mes, lucir la insignia nacional en el abanico que ha adornado su discurso de integración. Tampoco, recordar que la militancia la había apoyado previamente. El aparato del partido no le ha perdonado su gestión en Cataluña, por mucho que se haya vanagloriado de romperse el alma por la defensa de la unidad de España. Nadie ha olvidado la contundencia con la que dio por hecho que el referéndum del 1 de Octubre no se celebraría nunca porque el comité que presidía lo tenía todo absolutamente controlado. Y se celebró, vaya si se celebró. Y sus resultados todavía colean en la conciencia de los independentistas catalanes.

Desde la asepsia de su cargo de portavoz del Gobierno, jamás quiso comentar los gravísimos casos de corrupción que enfangaban al partido que le había llevado a Moncloa y eso en Génova 13 no se lo ha perdonado.

Por el entusiasmo de los compromisarios pareciera que, tras el breve paréntesis de un gobierno socialista, Moncloa espera de nuevo con los brazos abiertos a un PP rejuvenecido y peleón que llame al pan, pan y al vino, vino. Pero ni las cosas van a ser tan fáciles ni Rivera se va a dejar comer el terreno; él, que está acostumbrado a bailar de la derecha al centro sin dejar víctimas.

Aznar, a quien Pablo Casado ha reivindicado sin complejos, se puede convertir en el guardián de los valores de la derecha pura y dura. Queda por saber, y es discutible, que la ciudadanía de este país guarde buen recuerdo de aquel Gobierno y aquel líder bajo cuyo mandato comenzó la etapa negra de la corrupción popular.

Resta también la incógnita de cómo han de resolverse los problemas que el nuevo líder popular está teniendo con su máster en la universidad Rey Juan Carlos y que siguen investigándose aunque la campaña de primarias lo haya pasado a un segundo lugar. Quién le iba a decir al Casado de hace pocas fechas, apartado en Génova de su papel de portavoz para dejar que se acallaran las criticas, que si resistía llegaría a ser el jefe...

Se comprenden las lágrimas de Rajoy en su discurso de despedida. Algo debería intuir cuando toda su alocución de centro en reivindicar su labor como Presidente. Comienza, de nuevo, el tiempo de la derecha sin complejos.

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