Opinión

Podemos, con Maduro hasta la derrota

Aseguran no tener ninguna deuda de honor, ni siquiera el deber de agradecimiento por el apoyo recibido cuando eran el embrión de ese movimiento social del que surgió Podemos. Pero lo cierto es que sus dirigentes, sea cual sea el sector, apoyan sin fisuras un régimen como el bolivariano de Maduro, en Venezuela, cada vez más lejos de cumplir con los mínimos requisitos para ser considerado una democracia.

Aún hoy, cuando gran parte de la población se ha echado a la calle, protestando por el cierre de una Asamblea Legislativa que salió elegida con sus votos, cuando la Fiscal General ha tenido el coraje de describir lo sucedido como un ataque a la Constitución, nadie bajo las siglas de Pablo Iglesias ha alzado su voz contra el atropello. Ni la más mínima crítica.

El secretario de Relaciones Internacionales, Pablo Bustunduy, que defiende con ahínco la separación de poderes y el respeto a los diputados del Congreso en la Carrera de San Jerónimo, califica de conflicto institucional que el Tribunal Supremo de Caracas haya sustituido al poder legislativo suplantando sus funciones. Insiste en la necesidad de impulsar y facilitar el diálogo, a la vez que la policía reprime a los manifestantes e impide a los diputados electos entrar en el edificio de la Asamblea Nacional. Mientras el Gobierno de Perú retira a su embajador, y el de Colombia ordena al suyo, llamado a consulta, que permanezca en Bogotá, Podemos aboga por poner paños calientes en pos de una supuesta defensa de intereses patrióticos.

Ni Pablo Iglesias, ni Irene Montero, ni Iñigo Errejón, ni Carolina Bescansa, ni Luis Alegre, han dicho una palabra sobre lo sucedido, ni sobre la penosa situación de la población venezolana y su dramática carestía de productos básicos, entre ellos los medicamentos.

Si destacable es la contumacia en el apoyo y la ausencia de crítica de Podemos ante un régimen rechazado por las democracias occidentales, más asombroso resulta el mutismo de los dirigentes de la ¿extinta? Izquierda Unida que, ni deben nada a Maduro, ni se pueden considerar correligionarios. Es como si la fusión de ambas siglas llevase aparejado el lema "juntos podemos estar callados".

Es en casos como éste donde más se percibe la supeditación de la vieja militancia comunista a los planteamientos de Podemos y sus lealtades de antaño. Como si no hubieran aprendido nada del coste que supuso al comunismo europeo el apoyo a regímenes como el de Ceaucescu en Rumania.

Si al final, las arriesgadas apelaciones de la oposición venezolana al ejército para que no permanezca impasible ante el atropello, degeneran en un enfrentamiento civil, Pablo Iglesias y los suyos tendrán muy difícil justificar su tibieza o su silencio.

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