Opinión

Persecución

El líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, ha logrado que la Junta le entregue el listado de los trabajadores, psicólogos y asistentes sociales, que evalúan a los niños y las mujeres víctimas de violencia de género.

El problema no es la entrega en sí, acto jurídico al que la Junta no podía negarse, dado que fue una petición a la Mesa del Parlamento, sino el destinatario de los datos y el riesgo que supone, para estos contratados por la administración, la campaña de desprestigio y persecución al que les quiere someter un partido que hace del machismo su bandera.

Porque Francisco Serrano ha sido juez de familia (por cierto, sancionado y apartado de su cargo durante un tiempo por entregar un menor a un padre, saltándose una sentencia) y a través de los juzgados puede completar la ficha biográfica de estos trabajadores, que no hacen otra cosa que proteger la vida y los derechos de niños maltratados.

Y es que el ex juez Serrano apoya esa pintoresca teoría que considera que muchos menores sufren el "síndrome de alienación parental". Abducidos por sus madres manipuladoras, cuentan lesiones, amenazas y golpes que en realidad nunca han recibido. Su testimonio, por lo tanto, no es creíble porque su memoria está perturbada. Para el líder de Vox, a los niños no hay que preguntarles, que son muy mentirosos.

Aplicando esta teoría al último y atroz caso de violencia machista ocurrido en Adeje, Gran Canaria, se podría alegar que el niño alemán de siete años que huyó de la cueva para no ser lapidado junto a su madre y su hermano mayor, se inventó la historia, instigado por su progenitora. El drama es que salvó la vida de milagro y que el hallazgo de los dos cadáveres demostró que ni estaba alienado, ni mentía, ni era un incapaz.

En su defensa del "macho andaluz", los dirigentes de Vox quieren anular las voces que inclinan a los jueces a otorgar la custodia de los hijos a la madre en caso de sospecha de maltrato. Da igual el riesgo que corran al quedar en manos de un progenitor violento. Lo importante es que será educado en los principios y el orden de un varón.

El hecho de que estos trabajadores estén colegiados o no se ha convertido en el caballo de batalla en su amedrentamiento a todas las organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de las mujeres. Las "feminazis" --como les gusta llamarles--. Y no es más que el primer paso de este acoso. De hecho, han pedido más datos al vicepresidente de la Junta, Juan Marín, de Ciudadanos, del que dependen estos servicios.

Precisamente, llama la atención la tibia reacción de Marín ante el ataque a sus subordinados por parte de una fuerza política como Vox a la que no querían como compañera de viaje y con la que se negaron a negociar, en un gesto que ahora parece más para la galería que real.

Conviene estar atentos a las negociaciones para la aprobación de los Presupuestos en el Parlamento de Sevilla, no vaya a ser que el apoyo de Vox suponga un dramático retroceso en las libertades de las mujeres andaluzas.

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