Opinión

Ensuciar la universidad

El afán por acumular títulos de posgrado con los que embellecer el currículum de la clase política, y en particular de los responsables del PP, está dañando gravemente el prestigio de las universidades públicas españolas. Tras los avatares de Cristina Cifuentes (y aún falta la investigación judicial) se teme que cientos de alumnos de la Rey Juan Carlos trasladen sus matriculas a otro centro.

Las sospechas sobre tratos de favor, certificaciones académicas regaladas, que corrían por los mentideros universitarios, se han visto confirmadas y superadas por la realidad. Al descrédito de este centro de enseñanza superior, que nació para competir con la Carlos III auspiciada por los socialistas, se une ahora el Centro Cardenal Cisneros, dependiente de la Complutense.

Ya resulta peculiar que los dos partidos que han sido alternativa de Gobierno e incapaces de llegar a un acuerdo sobre el modelo educativo -lo que ha costado un continuo vaivén en las leyes de educación que ha dañado a varias generaciones- se empeñaran en tener una universidad afín. Pero, viendo el ansia de acumular titulaciones fáciles, se entiende el anhelo por manejar los centros a su antojo.

No obstante, conviene dejar claro que, a día de hoy, la universidad Carlos III es una de las más valoradas por los alumnos y figura en el ranking de calidad en los primeros puestos. Dentro, eso sí, del limitado prestigio que tienen los centros universitarios españoles comparados con la media europea.

Las declaraciones del que fuera director de la Cisneros, Alberto Pérez de Vargas, sembrando seria dudas sobre un trato de favor a Pablo Casado en su licenciatura de derecho, puede que no afecten a la carrera política del dirigente del PP y no frenen sus aspiraciones a las municipales y autonómicas, pero contribuyen, en plenos exámenes de fin de curso, a desmoralizar aún más a alumnos que encerrados en las bibliotecas luchan por obtener su licenciatura.

No son baratos los estudios superiores en España y la entrada en vigor del nefasto" plan Bolonia" todavía los hace más costosos. El recorte a cuatro cursos de las licenciaturas ha obligado a cursar másteres de dudosa calidad académica que solo sirven para que las universidades complementen sus deficientes financiaciones públicas.

Resulta difícil explicar que una institución tan prestigiosa como la norteamericana Harvard conceda un seudo máster por asistir a un curso de un mes aquí en España a cambio de más de seis mil euros. Es el que tiene también Pablo Casado y que demuestra como la `titulitis` se ha convertido en un boyante negocio incompatible con el rigor académico.

Es absolutamente exigible a la clase política no solo la honradez de no meter la mano en la caja pública sino también la ejemplaridad y el respeto a la formación universitaria. En Europa la falsificación de una nota supone la dimisión inmediata y aquí, por lo visto en las últimas semanas, se puede decir que sale casi gratis.

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