Parece que, a regañadientes y tarde, tanto los parlamentarios de VOX como los de Podemos se han sumado a la iniciativa de donar el dinero de sus dietas. Extraño capítulo este de su holgada retribución que sirve para pagar los gastos de desplazamiento de sus señorías. Teniendo en cuenta que, el Congreso y el Senado llevan cerrados semanas, casi el mismo tiempo que los ciudadanos vivimos en confinamiento, lo lógico hubiera sido que las Mesas de ambas Cámaras hubieran decidido, desde el primer día, dejar de abonar estos gastos inexistentes.
Pero, los diputados de la formación morada no han tardado mucho en descubrir las ventajas de pertenecer a la denostada "casta" y los enérgicos representantes de la ultraderecha deben aplicarse el dicho de -"porque yo lo valgo"-, no vaya a ir su dinero a subvencionar los centros de acogida de menores inmigrantes.
Cuando las cifras de desempleo, conocidas esta semana, han dejado al país sobrecogido y a los damnificados sin salario y sin recursos, suena obsceno que los que tienen el puesto asegurado, al menos cuatro años, se aferren a privilegios. Por tanto, no resulta extraño que, cuando salen a la calle y son reconocidos en la cola del súper por los vecinos, sean increpados. Y aunque la clase política siempre confía en la fragilidad de la memoria colectiva, también los diputados del PP reciben insultos. Le gente no ha olvidado los recortes en Sanidad del Gobierno de Rajoy, que llevó a los hospitales de la Seguridad Social a la falta de medios que hoy acusan.
Esos hospitales que al carecer de respiradores tienen que hacer un triaje que deja fuera de las UCI a los mayores condenándolos a morir. Pero la gente también se pregunta cómo un Gobierno, que quiere hacerlo todo él solo, sigue sin conseguir en los mercados internacionales las pruebas de diagnóstico que Alemania acumuló antes de la pandemia y que permitirían confinar solo a los contagiados. Tampoco se explican que ahora, cuando es evidente que se va a prolongar el encierro, aconsejen usar mascarilla para salir a comprar el pan, y tampoco se encuentren las dichosas mascarillas en ningún comercio del ramo.
Los contagios están bajando significativamente y esta pesadilla acabará. Muchas familias saldrán heridas por la muerte de sus seres queridos y la situación económica pondrá a prueba la resiliencia de una sociedad que empezaba a sacar cabeza tras la crisis de 2008. Puede que la clase política, toda en su conjunto, sea el chivo expiatorio de tanta arrogancia, inutilidad y oportunismo.
Por eso, en lugar de seguir tirándose los trastos a la cabeza, harían bien en ponerse de acuerdo y firmar un pacto para sacar al país de la mayor hecatombe desde la guerra civil. Sánchez dice que va a llamar a la oposición, ya le vale. Casado y el resto de fuerzas del centro derecha ya pueden ponerse a remar todos juntos porque el personal no está para bromas.