Opinión

La Diada se cruza con el Prat

Quién le iba a decir al President Pere Aragonés que la ampliación de una pista del aeropuerto del Prat se iba a cruzar con la preparación de la Diada y la «mesa de diálogo». Y menos aún, quién iba a sospechar que Puigdemont estaría de acuerdo con el Gobierno de Madrid en la ampliación de la terminal, en contra del criterio de todas las organizaciones ecologistas.

Aunque Aragonés aprovechó la polémica para intentar barrer para casa y reclamó el traspaso de los tres aeropuertos catalanes para evitar que «en su gestión, primen los intereses centralistas», sonó a excusa de perdedor. Porque, en el fondo, veía evaporarse una inversión de mil setecientos millones de euros. Y, todo esto, a días de la celebración de la jornada más simbólica para él independentismo catalán que precisa un refuerzo de entusiasmo.

La burguesía catalana, que con tanto entusiasmo apoyó el «procés» y de la que forma parte el núcleo duro del empresariado, ve con irritación como las veleidades independentistas, y ahora el ecologismo, frustra una herramienta de recuperación económica como era convertir al Prat en un aeropuerto con proyección internacional.

Los sindicatos, pese a que el retraso del proyecto va a impedir la creación de cuarenta y cinco mil puestos de trabajo, no saben o se han quedado sin palabras ante las declaraciones de la ministra Yolanda Díaz, de Podemos, quien «confesó» que había jugado un papel importante en la decisión de retrasar la ampliación.

La alcaldesa Colau, que acompañó y se fotografió con Yolanda Díaz en su visita al espacio natural objeto de la polémica, cree que estos gestos suman votos a su candidatura para las municipales de 2023. Pero queda por ver si la alianza con el PSC (lógicamente a favor de la ampliación) resiste hasta esa fecha o si vuelve a repetirse después.

Posiblemente, en este debate como en otros de la vida política nacional y catalana, ha faltado una mirada de largo alcance y salir de la ensoñación independentista. A Pedro Sánchez se le complica la mesa de diálogo, porque la autodeterminación, que ahora con más empeño va a defender el Ejecutivo de Pere Aragonés, es imposible y la convocatoria de una nuevo referéndum también. Aragonés, después del fiasco del Prat, necesita vender a las fuerzas que le apoyan en el Palau de la Generalitat algo más que nuevas trasferencias.

La sociedad catalana está cansada de crisis económica, Covid, promesas incumplidas y pérdida de peso económico dentro del Estado. Las noches de contenedores incendiados, vandalismo y destrozos, fueron una llamada de atención sobre los riesgos de la incitación a ocupar las calles.

La Diada va a ser un termómetro de las aspiraciones y del futuro de Cataluña.

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