Opinión

Carta a los Reyes Magos

El discurso de Pedro Sánchez, en una histérica sesión de investidura, marcada por la decisión de la Junta Electoral Central de inhabilitar a Torra y dejar a Junqueras sin la inmunidad del acta de parlamentario europeo, fue una carta a los Reyes Magos pidiendo diálogo a toda la Cámara, cuya bancada de la derecha ardía de cólera. No habrá apoyos, ni acuerdos posibles, ni diálogo en ninguna de las propuestas progresistas que con tanta minuciosidad fue desgranando el candidato.

Si algo quedó claro ayer fue que si ERC decide superar la desautorización de a su líder encarcelado, Oriol Junqueras, y acepta la contínua mención de Sánchez al marco constitucional en el diálogo que van a mantener, esta va a ser una de las legislaturas más broncas de la democracia.

Olvídense del “váyase señor González”, con que José María Aznar iniciaba todas sus intervenciones en el Congreso de los Diputados dedicado al entonces presidente socialista. Ahora las recriminaciones llegan al insulto personal, a las gravísimas acusaciones de ruptura del Estado y a las visiones apocalípticas de derrota del pacto constitucional.

Por eso sonaba angelical cuando el candidato Sánchez hablaba de recuperara el Pacto de Toledo para garantizar las pensiones del futuro o una reforma de la LOMCE que garantice la escuela pública.

El llamamiento permanente a la cultura del acuerdo fue un brindis al sol. La descripción de patriotismo como la forma de no trasladar a la calle el enfrentamiento político que se palpaba en el hemiciclo una niñería.

Tampoco resultaba tranquilizador el grave gesto de Gabriel Rufián que escuchaba impávido la apelación al orden constitucional como marco de las negociaciones entre su partido y el PSOE. El desafío de Quim Torra de no acatar su inhabilitación todavía les pone más complicada su abstención y el riesgo de que convoque sin previo aviso las elecciones catalanes acusándoles de venderse a Madrid hizo que, en la reunión de media mañana en Barcelona de la ejecutiva de Esquerra, solo se vieran caras largas. Y todo esto era una grave losa sobre los bancos socialistas del hemiciclo que se levantaban a aplaudir de forma entusiasta con cada propuesta social.

Pablo Iglesias, vestido con chaqueta y camisa, solo le faltaba la corbata para dar la imagen cabal de un vicepresidente del Gobierno, tomaba notas y solo aplaudía cuando se mencionaban la subida de impuestos y el control de los precios del alquiler, medidas impuestas por Podemos en el pacto de gobierno.

El PP se ve empujado a la sobreactuación y el paroxismo porque VOX le pisa los talones y la “ruptura de España” es una reserva de votos que se va a sacar a colación a cada paso del diálogo en Cataluña. Al igual que JxCAT que tiene la necesidad de ser más independentista que nadie para que ERC, con el apoyo del PSC, no les desaloje del Palau de la Generalitat.

Con estas dificultades evidentes la retahíla de propuestas de mejora social y gasto público se antojan una carta a los Reyes Magos.

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