Cambios de rumbo
Feijóo se reúne este fin de semana con sus presidentes autonómicos para fijar, otra vez, las líneas de su propuesta electoral. Y digo, otra vez, porque los cambios de criterio en temas capitales para el funcionamiento del Estado, como son la regulación de los flujos migratorios o la posición de España en los conflictos internacionales, pueden variar de un mes a otro, según las encuestas señalen un crecimiento de VOX o un estancamiento.
Pero estamos hablando de cosas que afectan a la vida de millones de personas y en las que no se puede cambiar de criterio según sople el viento.
En el último congreso del PP, celebrado en julio pasado, ya se aprobó una propuesta que endurecía los requisitos de entrada al país. Se pretendía "frenar a las mafias". Han pasado exactamente dos meses y una nueva ponencia, redactada por su ideóloga de confianza, Alma Ezcurra, recorta todavía más los derechos y las posibilidades de regularización de los que lleguen en pateras.
Feijoo prefiere a los hispanos, pero su permanencia debe estar ligada contratos estables de trabajo. Los africanos mejor no. Aún así, las llegadas de los primeros deben planificarse "en función de las necesidades del país". Y como no les gusta el "modelo buenísta de integración", tienen prevista la prohibición del niqab o el burka en los espacios públicos.
Pero no es sólo en el enfoque del problema migratorio donde el líder del PP va un día para un lado y al otro tuerce y rectifica la marcha. La condena al genocidio en la franja de Gaza varía según quien sea el presidente. Moreno en Andalucía o Rueda en Galicia han condenado las masacres del ejército de Israel, mientras Diaz Ayuso en Madrid recibía a la encargada de negocios y rechazaba la creación de un Estado palestino. El resto, los que callan, es por su dependencia de VOX para acabar mandato.
Así que, a Feijoo, se le atraganta la palabra genocidio, a no ser que este domingo vuelva a cambiar de opinión. Seguramente le habrá impactado la escena del inmenso salón de la sede de la ONU, en Nueva York, desierto cuando intervino Netanyahu.
Lo que, probablemente, ninguno de los asistentes a la reunión de Murcia tendrá el valor de denunciar es que las indefiniciones y los cambios de criterio se pagan muy caros en política.