Opinión

Bloqueando que es gerundio

Si hay algo que pueda desmovilizar, aún más, a un electorado harto de citas ante las urnas, es la posibilidad de un nuevo bloqueo que mantenga el parlamento inoperativo y obligue a seguir, sine die, con los presupuestos de Montero.

Pero, por estrategias de campaña, los partidos se esfuerzan, y buena cuenta de ello fue el debate de los portavoces el viernes, en demostrar que no habrá coaliciones, ni acuerdos ni apoyos para formar un Gobierno estable. Pablo Iglesias ha encontrado, haciendo correr la sospecha de un pacto PSOE/PP, un estímulo para su decaída campaña. La violencia en las calles de Cataluña y su "sí pero no", condescendiente con las proclamas independentistas, le estaban haciendo mucho daño, y sólo el hallazgo para su argumentario de la "gran coalición", le vuelve a dar protagonismo. Sánchez, que llevaba días haciendo como que no le oía, ha entrado al trapo, erróneamente,  negando la posibilidad. Cuando que en Moncloa y en Ferraz confían su suerte a una abstención a la desesperada del PP, para no pagar el precio de una inadmisible nueva vuelta electoral. Y, si esa es la esperanza, conviene no ser despectivo con el que confías que te ayude.

El PP se agarra como un clavo ardiendo a las encuestas (no a la del CIS) y corre el riesgo de que subir sólo veinte o veinticinco escaños se convierta en una derrota. Cuando se cree tocar con las manos la llave de Moncloa con una suma de fuerzas de la derecha, es difícil conformarse y vender otro resultado.

Qué decir de Ciudadanos... del "sorpasso" al tortazo en sólo unos meses. Tienen tan asumido un mal resultado, que Rivera sólo intenta salvar los muebles. Cuánto se debe arrepentir de haber puesto un cordón sanitario a Sánchez y no haber llegado a un Gobierno de coalición con él de vicepresidente. Posibilidad esta que era considerada, según los demógrafos, la preferida por la mayoría de españoles. Ahora, después de clamar por la necesidad de sacar a Sánchez de Moncloa, ofrece un acuerdo, contando con el PP por supuesto, para dejar al líder del PSOE en el mismo sitio. Y es eso lo que los votantes, mucho más inteligentes de lo que creen estos dirigentes políticos, no entienden.

Mientras, Vox, anclado en la Reconquista de Don Pelayo y la batalla de Covadonga contra el infiel, sigue enardeciendo a sus fieles y manteniendo como estrategia el "prietas las filas" aunque los chanchullos del matrimonio Espinosa de los Monteros/ Monasterio les pueda hacer daño. La corrupción es una lacra, incluso para la extrema derecha.

El próximo domingo, cuando el sufrido votante se encamine hacia su colegio electoral, se preguntará "¿Va a servir para algo o me van a hacer volver?" Y si no lo tiene claro se dará media vuelta.  

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