Opinión

Sánchez v. Iglesias: el amanecer del diálogo

El 15 de marzo Iglesias y Errejón inauguraron su particular Semana de Pasión procesionando con la Cofradía del Fustigamiento y la Grandísima Culpa, ...

El 15 de marzo Iglesias y Errejón inauguraron su particular Semana de Pasión procesionando con la Cofradía del Fustigamiento y la Grandísima Culpa, hermandad de carácter eminentemente penitencial, portando la imagen del hasta entonces Secretario de Organización, Sergio Pascual, talla en mármol blanco.

Ante las fuertes discrepancias internas, el temor a un intento de aborto del proyecto del cambio terminó con Errejón en Londres e Iglesias de retiro en su hogar leyendo y devorando series de televisión de esas que tan útiles resultan luego para montar sus performances.

Pero la Semana de Pasión Podemita continuó por el Norte, donde el exsecretario de Comunicación de Podemos Cantabria, Óscar Manteca, abandonó el partido después de que el Consejo Ciudadano le abriera dos expedientes, uno el Viernes Santo y el otro el día 28, Lunes de Pascua.

Tras tanta expiación, Iglesias ha acudido al encuentro con Sánchez más suave, casi beatifico, y menos beligerante, recurriendo nuevamente a los libros aunque en esta ocasión para apelar a lo que los une en vez de ahondar artificialmente la brecha que los separa, mostrando voluntad, de la buena, de dialogar.

Y es que cuando te enfrentas a una Rebelión en la Granja en toda regla, nada como unos días de descanso para reflexionar y considerar la necesidad de un cambio de estrategia política, sobre todo si la convocatoria de nuevas elecciones, por el desorbitado consumo de energía gastada en marcar líneas y exigir sillones, te puede acabar pasando una elevada factura, como parecen indicar todas las encuestas.

Las cartas, repartidas hace 100 días, piden la continuación del juego democrático y las reglas del mismo establecen que los participantes no deben olvidar que lo que está en juego no son ni sus intereses particulares ni los de las formaciones políticas que lideran, sino el interés general.

El 20-D los ciudadanos dejamos claro que queremos un Parlamento plural, reflejo de la sociedad española, donde los políticos no puedan imponer ni exigir sino negociar y consensuar.

Si al final optan por ignorar al pueblo ¡que se atengan a las consecuencias!

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