Opinión

Rebelión en la granja

Después de asistir, más que pasmados aburridos, a las maniobras de tinte totalitario con las que Pablo Iglesias ha acabado con todos y cada uno de los intentos de rebelión en la granja morada (granja escuela añadiría yo), resulta harto cómico escucharle cuando, con su habitual desparpajo y arrogancia,  niega ante los medios de comunicación cualquier interpretación en clave estatal de la decisión de su partido en Castilla-La Mancha de romper el acuerdo de investidura con el PSOE.

Siguiendo con sus habituales representaciones (lo suyo es puro teatro) José García Molina, secretario regional de Podemos y Diputado, comparece en rueda de prensa para anunciar la muerte del acuerdo de gobierno victima de una enfermedad denominada “flagrante incumplimiento del acuerdo programático” (de las 72 medidas que incluía el acuerdo de investidura, nacidas de la necesidad de revertir todos los recortes llevados a cabo en CLM durante la legislatura de María Dolores de Cospedal, en poco más de un año se han llevado a cabo 41 de ellas) cuyos síntomas solo parece percibir él, con el consiguiente ahondamiento de la crisis interna que vive su formación (¡y si no que se lo pregunten a David Llorente, su compañero de Cortes o al casi centenar de miembros de Podemos CLM que han firmado un manifiesto en el que piden un cambio en el partido a nivel regional).  Todo ello sin admitir preguntas de ningún tipo, a imagen y semejanza de este vitalicio Presidente en funciones que tenemos.

El autodefinido “socialista en zapatillas”, haciendo suyo ese popular refrán castellano que dice “a falta de pan (razones) buenas son tortas”, ofreció un discurso salpimentado de ínfulas metafísicas (“El acuerdo de investidura ha muerto, de desaliento y de vergüenza. Se abre un tiempo de duelo, de reflexión en soledad en la que poder asumir la pérdida y trazar nuevos horizontes. Seguimos trabajando, pero pedimos que se respete ese tiempo”) acompañado de citas (Pericles por ejemplo) que, a falta de razones, por lo menos den fe de su amplio acervo literario.

Ante el revuelo originado saltó a la palestra Echenique, el perro guardián del ganado (estos animales no controlan el movimiento con acciones predadoras y agresivas para conseguir la reagrupación sino que se mezclan con la masa, ignoran a los borregos individualmente y mantienen su alerta sobre posibles amenazas potenciales), para poner orden en el rebaño y de paso recordar a las granjas vecinas que los acuerdos bilaterales de cooperación con la formación morada siempre están en permanente evaluación y control... ¡Ni la revalida, oiga!

El epílogo de esta historia interminable lo pone Monedero "El PSOE en la oposición promete como un Stark pero en el Gobierno no cumple ni como los Lannister”.

Como, aunque lo parezca, ni han descubierto Juego de Tronos, ni son los únicos que han leído los libros o siguen la serie, le diré que si de elegir casa se trata los lideres de Podemos (incluido él por supuesto) han demostrado con creces ser alumnos aventajados de Lord Petyr Baelish, alias Meñique, Señor de  Harrenhal y Señor Supremo del Tridente, Consejero de la Moneda en el Consejo Privado de los reyes Robert I y Joffrey (ambos asesinados), experto en intrigas palaciegas y famoso por su desmesurada ambición.

Un personaje maquiavélico que adoptando el papel de hombre inofensivo y servicial consigue medrar, a base de engaños, hasta lo más alto, y cuya concepción política es que el caos es una oportunidad de crecimiento y enriquecimiento personal: “El caos no es un foso, es una escalera. Muchos intentan subirla y fracasan y nunca podrán hacerlo de nuevo, pues la caída los destroza. Pero otros, si se les deja subir, se aferrarán al reino, o a los dioses, o al amor... espejismos. Solo la escalera es real... el ascenso es todo lo que hay”.

¡Ahí lo dejo!

Menos mal que siempre nos quedará la Dama de la Antipática Figura, la Reina de los Recortes, ella, Cospedalnator, quien ya se ha ofrecido a echar una mano (al cuello me temo) para ayudar a gobernar al PSOE “en todo aquello que sea bueno para los intereses de los castellano-manchegos”.

¡Miedito!

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