Opinión

No es un suceso, es un problema social

Recientemente, en relación al caso de la mujer de 59 años hallada muerta en Quintanar de la Orden (Toledo) el pasado 11 de enero (bajo secreto de sumario) ...

Primera. 04-01-2016. Madrid. Una mujer de 43 años muere asesinada por su expareja que es detenido tras confesar el crimen. El periódico destaca: “la víctima interpuso hace varios años una denuncia por malos tratos contra su pareja, aunque en la actualidad no tenía orden de alejamiento”.

Segunda. 05/01/2016. Galápagos (Guadalajara). Una mujer de 33 años muere asesinada presuntamente por su pareja. El periódico destaca: “no había interpuesto con anterioridad ninguna denuncia por violencia de género ni se tenía constancia de agresiones previas”.

Tercera. 08/01/2016. Alange (Badajoz). El cadáver de una mujer de 21 años y nacionalidad rumana apareció flotando en el pantano. Como supuesto autor del crimen fue detenido un hombre de 27 años, también rumano, expareja de la víctima. El periódico destaca: “fue condenado en sentencia firme por el Juzgado de Violencia de Género de Badajoz, con fecha 25 de noviembre del 2015, por un delito de amenazas, a una pena de trabajos en beneficio de la comunidad y se dictó una orden de protección con prohibición de acercarse y comunicarse con la mujer por un periodo de dos años, así se le prohíbe el uso y tenencia de armas por el mismo periodo”.

Cuarta. 13/01/2016. Vila-seca (Tarragona). Una mujer de 43 años y nacionalidad española, ha sido asesinada a tiros en la calle por su expareja. El periódico destaca: “el ayuntamiento ha informado de que en el departamento de Servicios Sociales no consta ninguna denuncia contra el hombre por malos tratos, ni por conflictos entre la pareja”.

¡Cuatro víctimas en tan solo 13 días! Si en 2015, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, murieron asesinadas por sus parejas o exparejas 56 mujeres, mucho me temo que, de seguir así, en 2016 se superará esa cifra.

Recientemente, en relación al caso de la mujer de 59 años hallada muerta en Quintanar de la Orden (Toledo) el pasado 11 de enero (bajo secreto de sumario), que en un principio se trató como robo con violencia pero que, al decretar la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de dicha localidad prisión provisional comunicada y sin fianza para su marido (a quien se le imputa, de forma provisional, un presunto delito de asesinato con agravante de parentesco) ha abierto la hipótesis de asesinato por violencia de género, leí en un periódico regional, de cuyo nombre no quiero acordarme, el siguiente párrafo: “De hecho el crimen, más que indignar como posible caso de violencia machista, ha provocado una sensación de inseguridad ciudadana entre la población, que comenta lo sucedido en los corrillos con inquietud y preocupación”.

El/la redactor/a (solo aparecen sus iniciales), en un claro ejercicio de irresponsabilidad, establece una distinción entre lo que un mismo crimen, con toda su brutalidad y ensañamiento, representa para la ciudadanía si se trata del asesinato de una victima elegida al azar (miedo e inseguridad) o, por el contrario, se etiqueta como asesinato por violencia machista en cuyo caso indigna pero, con perdón por la expresión, no acojona, favoreciendo al hacerlo la permisividad que existe con este tipo de agresiones. Los componentes emocionales del asesinato cometido por un desconocido no resultan comprensibles, pero, para la mayoría de las personas, los componentes emocionales de la violencia dentro de la familia si lo son; muchos, en algún momento de su vida, han considerado la posibilidad de levantar una mano furiosa contra su cónyuge o su hijo, por lo que pueden entender, y hasta justificar, que este arrebato de ira desemboque en un crimen. Por si fuera poco al día siguiente compruebo, horrorizada, que ese mismo periódico y redactor/a se refiere a los familiares de la víctima como “los allegados de la apuñalada y su cónyuge”. ¡Eso es tacto!

Todos debemos reflexionar sobre la escasa importancia que se da a los feminicidios.

El uso de la violencia por parte del hombre ha estado presente desde el origen de la sociedad como parte de los mecanismos destinados a controlar, mantener y perpetuar la desigualdad entre hombres y mujeres. Las agresiones a éstas por parte de sus parejas o exparejas constituyen un tipo de violencia estructural basada en las normas socioculturales.

Estamos ante un problema social muy grave en cuya resolución los medios de comunicación, principal fuente de información sobre este tipo de violencia para la mayoría de la ciudadanía, juegan un importante papel. Su función ha de ser  crear conciencia y rechazo social hacia determinadas conductas.

Recientemente, el Diario Público ha elaborado un decálogo para informar sobre la violencia de género que, dada la responsabilidad que los medios de comunicación tienen en esta lucha, todos los colectivos deberían asumir:

1. Usar los términos “violencia de género”, “violencia machista”, “violencia sexista” y “violencia masculina contra las mujeres”, por este orden. Rechazar las expresiones “violencia doméstica”, “violencia de pareja” y “violencia familiar” (tienen un matiz normalizador).

2. La violencia de género no es un suceso sino un problema social, por tanto no se le debe dar ese tratamiento publicando fotos o detalles morbosos como, por ejemplo, especificar el número de puñaladas.

3. No identificar a las víctimas ni incluir información que pueda perjudicarlas a ellas o a su entorno (con esto estoy de acuerdo solo en parte, porque creo que recordar sus nombres nos impide olvidar que son mucho más que simples números de una estadística mortal).

4. Respetar siempre la presunción de inocencia de los agresores y, una vez haya sentencia condenatoria, identificarlos debidamente, destacar el castigo e intentar incluirlo en los titulares.

5. No buscar motivos (drogas, discusiones, etc.) para la actuación del agresor porque equivale a justificar su actuación criminal. La causa de la violencia de género es el control que determinados hombres ejercen contra sus compañeras. El alcoholismo es un factor de riesgo que empeora la situación en los casos de maltrato, pero no existe una relación causa-efecto entre alcohol y violencia.

6. Aunque se consulten todas las fuentes, hay que excluir declaraciones de los vecinos del tipo “tenían las discusiones normales”, ya que responden a rumores y no a información fiable. Además, los antecedentes sobre disensiones o buenas relaciones en el seno de la pareja inducen a explicar la violencia como la consecuencia lógica de una situación de deterioro o un “arrebato ocasional”.

7. Ofrecer opiniones de expertos en la materia, priorizando las fuentes policiales.

8. Aunque las declaraciones de las víctimas de malos tratos son de gran interés, nunca se pedirán testimonios a mujeres en situaciones extremas, hasta que hayan recuperado su autoestima y puedan transmitir un mensaje esperanzador para otras víctimas. Conviene informar sobre mujeres que superaron el problema y sobre aquellas otras que se enfrentaron desde el principio y no consintieron agresiones ni relaciones de dominación por parte de sus parejas (esto no se hace nunca).

9. Hay que denunciar también la llamada violencia continuada (golpes, maltrato psicológico, etc.) aunque no tenga resultado de muerte (esto tampoco se hace).

10. Siempre se debe incluir en la noticia el teléfono gratuito de ayuda a las víctima (016) y cualquier otra información que les pueda ser útil.

Estos diez mandamientos deben cerrarse en dos:

- Informar un día tras otro sobre violencia machista puede tener un efecto narcotizante por lo que jamás hay que usar expresiones como “Otro caso de...”

- Incidir en que la victima no había presentad denuncia o en que rechazó una orden de alejamiento supone responsabilizar a la victima de los hechos y descargar de culpa al agresor.

TELÉFONOS DE AYUDA CONTRA EL MALTRATO: 016 Y 900 100 114

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