Opinión

No a Julieta, si a La novia

Hasta la fecha, José Luis Garci (cuyo cine encuentro particularmente desabrido y tedioso) era el director cuya obra había sido seleccionada en más ocasiones para representar a España en los Oscar. Volver a empezar se convirtió, en 1982, en la primera película española que obtenía la preciada estatuilla. Volvió a ser candidato, sin resultar seleccionado, por Canción de cuna y You`re the one y logró otras tres nominaciones por Sesión continua, Asignatura aprobada y El abuelo.

Si Julieta, recién elegida por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas para representar a España en la edición número 89 de los Oscar en la categoría a la Mejor Película de Habla no Inglesa, que se celebrarán el 26 de febrero, logra traspasar la barrera hollywoodiense, Pedro Almodóvar (que ya cuenta en su haber con una nominación por Mujeres al borde de un ataque de nervios, tres candidaturas fallidas por Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Volver, y un Oscar por Todo sobre mi madre) conseguirá igualar la marca de Garci.

Repasando la lista de películas que, desde 1956, han sido presentadas por nuestro país para los Oscar, compruebo que ninguna de las cuatro que han alcanzado el premio (Belle Epoque de Fernando Trueba,  Mar adentro de Alejandro Amenábar y las dos citadas) se encuentran entre mis favoritas. De dicha lista me quedaría con Plácido de Luis García Berlanga, Tristana y Ese oscuro objeto de deseo, ambas de Buñuel, Soldados de Salamina de David Trueba y la maravillosa Volver de Almodóvar.

Si de mi hubiera dependido, en esta ocasión no sería Julieta la elegida para representar a España, sino La novia basada en Bodas de sangre de Federico García Lorca.

Ahora que se cumplen ochenta años de su fusilamiento (17 de agosto de 1936), me pregunto si en el escaso reconocimiento institucional que ha conseguido la película de Paula Ortiz, han influido otro tipo de factores que nada tienen que ver con criterios puramente estéticos y artísticos.

En una reciente entrevista Ian Gibson, ese jodido irlandés que tras leer El romance de la luna, luna, del Romancero Gitano, quedó atrapado para siempre en el universo lorquiano, lo que le llevó a convertirse en el principal y más comprometido investigador de la vida, obra y muerte de Lorca, lo definía como "el poeta español más amado y más traducido de todos los tiempos" motivo por el cual creía que debería ser "una cuestión de Estado" averiguar donde están enterrados sus restos.

Represaliada o no, considero que La novia es mejor película que Julieta por muchos motivos: por la música, la fotografía y, sobre todo, por la fuerza de la interpretación de las actrices femeninas (“hipnótica Inma Cuesta con su racial hermosura, inmensa Luisa Gavasa como la madre sufrida, estremecedora María Alfonsa Rosso, la luna, la ruina, la muerte”) contra la cual el elenco femenino almodovariano, en esta ocasión, nada puede hacer.

Como escribí en su día, mientras que “el visionado de Julieta produce un fallo en el sistema nervioso (encargado de recibir y procesar las sensaciones recogidas por los diferentes sentidos y de transmitir las órdenes de respuesta a nervios y músculos) del espectador y eso hace que, pese a ser el tema central de la historia la separación y la pérdida, sea transitoria o definitiva, la película te deje completamente fría, casi inerte”, un torbellino de sentimientos te desborda al ver La novia, película de “una perturbadora belleza. Arrolladoramente adictiva. Magnética. Claustrofóbica (…) Pura poesía en imágenes, sonidos, palabras y movimiento”.

Pero la suerte está echada y de nada vale mi opinión. Me consolaré pensando que siempre me quedarán sus poemas:

Noche arriba los dos con luna llena, 

yo me puse a llorar y tú reías. 

Tu desdén era un dios, las quejas mías 

momentos y palomas en cadena. 

Noche abajo los dos. Cristal de pena, 

llorabas tú por hondas lejanías. 

Mi dolor era un grupo de agonías

sobre tu débil corazón de arena. 

La aurora nos unió sobre la cama, 

las bocas puestas sobre el chorro helado 

de una sangre sin fin que se derrama. 

Y el sol entró por el balcón cerrado 

y el coral de la vida abrió su rama 

sobre mi corazón amortajado.

(Noche del amor insomne, Federico García Lorca)

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