Opinión

La peste

«Aunque al iniciarse el Quinientos, el puerto de Sevilla había ya alcanzado un notable relieve, esencialmente por el tráfico de productos de sus fértiles riberas, es el Descubrimiento de América el que lo convierte en ese puerto universal y escala obligada en la ruta del Viejo al Nuevo Continente. Ello justifica el establecimiento en Sevilla de la Casa de la Contratación en 1503, que tendrá la exclusividad de la carrera de Indias», De cómo Sevilla fue puerto y puerto de Indias 

En la segunda mitad del siglo XVI, Sevilla es una urbe cosmopolita y próspera,  donde la riqueza fluye gracias al comercio internacional de frutas, verduras, metales preciosos y animales exóticos. Pero también es un lugar donde la desigualdad, la pobreza, el hambre y las epidemias, campan a sus anchas.

Una ciudad en la que conviven, vigilados de cerca por la poderosa Inquisición, judíos, cristianos, moriscos y conversos. Una sociedad compleja donde la permanente tensión entre clases (esclavos, libertos, clérigos, nobles y plebeyos) se mezcla con las rivalidades gremiales y el hartazgo de pícaros, ladronzuelos, prostitutas y demás desheredados que, ante la carencia de pan y el miedo a los contagios, empiezan a revelarse contra el poder establecido.

En medio de un brote de peste, que las autoridades tratan de ocultar a la población, aparecen asesinados varios miembros de la clase alta sevillana. Mateo, antiguo militar condenado por la Inquisición, deberá resolver esos crímenes si quiere obtener el perdón del Santo Oficio.

Corría el año 2012 cuando Alberto Rodríguez, un director del que no había oído hablar hasta entonces, irrumpía en mi universo cinematográfico con la magnífica Grupo 7, película con la que se ganó mi admiración instantánea. Dos años después, con La isla mínima, «un drama policiaco, realista, duro y, en ciertos momentos, conmovedor»,  dejaba patente que en nuestro país, en los últimos años, el thriller, género negro o policiaco, como prefieran, empezaba a gozar de muy buena salud. 

Sobra decir, por tanto, que el nombre de este director (creador de La Peste junto a Rafael Cobos) fue uno de los principales motivos por los que decidí ver los seis episodios que componen la primera temporada de esta serie de televisión (creo que pueden encontrarla en Amazon Prime Video, Movistar +, Netflix y HBO).

Hay que ser pelín masoquista, lo admito, para que, en un momento como en el que nos encontramos, decidas adentrarte en una historia cuyo principal protagonista no solo es una enfermedad grave (la peste es una infección bacteriana que contraen los humanos por la picadura de las pulgas de roedores como las ratas) sino una altamente contagiosa y con una tasa de mortalidad muy elevada (en Europa, durante la Edad Media, murieron millones de personas por epidemias de peste).

Que de los tipos más comunes de peste que existen (bubónica, neumónica y septicémica) Alberto Rodríguez haya elegido la primera de ellas (una infección de los ganglios linfáticos), no es una casualidad. 

De las tres, la bubónica, también llamada Peste Negra, es la más cinematográfica si de estomagar se trata, como pueden comprobar, capitulo si y capitulo también, en esos primeros planos que de los síntomas (fiebre alta, nauseas, vómitos y tos con sangre en la expectoración, es decir, los famosos esputos) el director se empeña en mostrarnos en todo su impactante esplendor, con especial protagonismo del más conocido de todos ellos: ganglios linfáticos infectados, agrandados y dolorosos. Sorprendentemente en una seria tan oscura, cada vez que aparece un contagiado, la escena se ilumina para que el espectador no pierda detalle de la forma, número y tamaño de esos ganglios conocidos como bubones. A partir de ahí contener o no contener el vomito es cosa tuya.

Tabernas, prostíbulos, mercados, suntuosos palacios, pasadizos secretos, calabozos, calles sucias y ratas, muchas ratas, contribuyen a crear una atmosfera tenebrosa e insalubre, que te hace valorar los medios de los que disponemos en la actualidad (esos de los que tanto nos quejamos) para enfrentarnos y contener las pandemias.

La mayoría de las críticas sobre La peste coinciden en señalar que hay dos cosas que dificultan la inmersión del espectador en la serie. La primera es la oscuridad de las imágenes (la mayor parte de la historia se desarrolla de noche). La segunda es la dicción de los personajes: cuesta bastante, mucho en ocasiones, entender lo que dicen y eso, guste o no, es una realidad que complica el seguimiento de la trama.

No obstante, considero que los principales fallos de esta serie, que destaca por reflejar, sin concesiones al romanticismo, la suciedad de la Sevilla del siglo XVI y las terribles condiciones de vida que, frente a los privilegios de un grupo reducido de nobles y mercaderes que se enriquecían más y más con cada catástrofe, soportaba la mayoría de la población, provienen de los actores y de parte del argumento.

El intento de Paco León de dar vida a Luis de Zúñiga, un comerciante sin escrúpulos, fracasa estrepitosamente. Ni su cara ni su gesto se prestan, en absoluto, a la seriedad que intenta imprimir a su personaje.

La viuda Teresa Pinelo (Patricia López Arnaiz) a quien el director, haciendo un ejercicio de transposición totalmente fuera de lugar, convierte en ejemplo de empoderamiento femenino en una época en la que las mujeres, meros objetos de intercambios y alianzas, pasaban de la autoridad paterna a la marital sin posibilidad de abrir la boca, es de traca.

Cuando la ley prohíbe expresamente a las mujeres dirigir una fabrica (y el intentar hacerlo estaba castigado con penas de cárcel), que una fémina, por viuda que sea, plante cara al gremio de trabajadores, despida a todos sus miembros y, en su lugar, coloque a mujeres sacadas de la calle, resulta imposible de creer. Pero que después de ser agredida, vilipendiada, y tirada en plena calle medio desnuda, acuda a un tugurio de mala muerte y se enfrente sola al individuo que la humilló, es la repanocha.

Si tuviera que elegir algo de La peste me quedaría con la escena de la ejecución pública de los protestantes en la plaza del pueblo. Acusados de herejía son condenados a morir en la hoguera. 

Una agonía cruel e inhumana que me impactó profundamente.

La peste (Serie de TV) (2017) - Filmaffinity

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