Opinión

García Molina en Narnia

Puesto que en la reciente visita de José García Molina a Cataluña, en representación de sí mismo, fue en busca de ogros (espantosas criaturas humanoides de la mitología de diferentes países, a quienes se suele representar con una gran cabeza, pelo hirsuto, barba abundante, abultada panza y cuerpo fornido) y Adas (las que no llevan “h”, ni son tan sutiles ni vuelan, salvo que el aeropuerto de El Prat lo permita), casi podríamos compararlo con una visita al mundo de fantasía creado por el irlandés Clive Staples Lewis.

Aunque su viaje pasó prácticamente desapercibido para el común de los mortales, en Narnia, cuya puerta de acceso fue el armario que la Junta de Comunidades le ha proporcionado, el flamante Vicepresidente Segundo de Castilla-La Mancha estaba “tan agustito”. ¿Por qué? Porque, como bien sabemos todos, los del partido morado son muy aficionados a los trucos de prestidigitación. ¿No me creen? Pues veamos algunos ejemplos.

¿Que los “indepen” abuchean a los alcaldes de otras fuerzas políticas?, es un libre ejercicio de expresión democrática; ¿que los abucheados son ellos?, pronunciamos las palabras mágicas (“sin salabin”) y se convierte en escrache. Si las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado abren una vía para que sus compañeros, cercados durante horas, puedan salir de un edificio, se trata de represión fascista; cuando el encerrado es Pablo Iglesias (“abra kadabra, pata de cabra, ojos de búho y ancas de rana”), se exige a esas mismas fuerzas represoras que disuelvan a los manifestantes con contundencia y celeridad. ¿Qué un juez ordena prisión para un alto cargo por incumplimiento de la ley?, es un claro ejemplo de preso político; ¿qué en Venezuela el Presidente encarcela al jefe de la oposición, alcaldes y todo aquel que se atreva a llevarle la contraria?, (“bidibibadibi bu”) y se transforma en… en nada porque, como están hartos de repetir, en Venezuela no hay presos políticos.

Ya en Castilla-la Mancha, el voto en contra a la aprobación de los presupuestos, cuyo apoyo, previamente pactado, se retiró alegando “desaliento y vergüenza”, tras pronunciar el Presidente Page las palabras mágicas (“un sillón para el varón”), se transformó en apoyo incondicional a las mejores cuentas públicas (las mismas) que ninguna Comunidad Autónoma pudiera soñar. Como se suele decir por aquí, “Si quieres saber cómo es fulanito, dale un carguito”.

Sí, en Narnia, lugar donde algunos animales pueden hablar, las bestias míticas abundan y la magia es común, García Molina se siente como en casa. Imbuido de su hechizo y tras defender que la democracia empieza “con gestos tan pequeños pero tan significativos como dialogar desde la diferencia" (que se lo digan a Errejón y a la larga lista de apartados, cesados o expulsados, por haber creído que, en el seno de Podemos, era posible debatir desde la diferencia), ahora viene él y a bombo y platillo (bueno, siguiendo los vientos del pueblo que nos arrastran últimamente, digamos mejor que a zambomba y pandero, instrumentos típicos de las tierras castellanas) anuncia que impulsará desde su Vicepresidencia un plan de lucha contra el terrorismo yihadista.

Los mismos que allá por 2015 se negaron a firmar el pacto antiterrorista porque, según su líder, el “endurecimiento” del código penal no era una medida “eficaz” y suponía “renunciar a derechos civiles”. Los mismos que, tras los atentados de Barcelona, se alegraron de que “la coordinación hubiera funcionado muy bien en momentos de gravedad extrema” y valoraron de manera especial “la reacción posterior de las fuerzas de seguridad y de los servicios de emergencias”, mientras se ratificaban en su negativa a firmar el citado acuerdo. Los mismos que, igualmente, se han abstenido en el pacto de estado contra la violencia de género (un acuerdo de mínimos que no impide que se aprueben más medidas en el futuro) por considerar que “aporta cosas pero no son suficientes”.

Esos mismos, por boca de su máximo representante y a lo Gato Pérez (“Es un hijo de la calle, de los libros y el humor, que descubre su camino a golpes de contradicción”), animan ahora a los grupos políticos de nuestra región a sumarse a un acuerdo por la paz y la convivencia asegurando que para ellos “la cuestión de la seguridad y la libertad es una prioridad”… ¡Manda huevos!

Y todavía dice el buen señor que en Castilla-La Mancha también tenemos derecho a decidir… Depende de lo que se decida, porque me da que si eso fuera cierto él no estaría ocupando el puesto que ocupa.

No sé ustedes pero yo, desde que García Molina ha vuelto de Narnia y ha anunciado el plan antiyihadista, “duermo tranquila y seca” porque, cuando de incontinencia verbal y cinismo se trata, Podemos, al igual que los pañales Ausonia noche, lo absorbe todo.

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