Opinión

Una ciudad para comérsela

Por quedarme mirando el cartel (muy original por cierto), esta mañana casi me atropella el camión del butano que circulaba a todo gas (no, si al final la ...

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Por quedarme mirando el cartel (muy original por cierto), esta mañana casi me atropella el camión del butano que circulaba a todo gas (no, si al final la velocidad si va a tener que ver con el tocino).

De un tiempo a esta parte, a la salida del trabajo, noto en el aire un persistente olor a torreznos. Una de dos, o mi ángel de la guarda antes de recogerme se pasa por algún bar fritanguero (¡jefe, no se queje, y ponga otra cañita más!) o estoy poseída por el demonio de la gula frente al cual, a esas horas, mi templanza nada puede.

Y es que desde que Toledo fue elegida Capital Gastronómica su nombre me sabe a hierba, pero no de esa que relaja y da risa, sino a esas otras de hermosos nombres (albahaca, orégano, hinojo) que aromatizan guisos de carne y caza, primas hermanas del tomillo que por perfumar la fiesta grande toledana, El Corpus, ostenta el título de Hijo Predilecto de la Ciudad Imperial.

Desde que el presidente de los hosteleros de Cáceres cediera simbólicamente el cucharón a su homólogo toledano, nuestra GastroAlcaldesa, exultante, además de dar las gracias al sector por su apoyo, no se cansa de animar a vecinos y visitantes para que se sumen a esta celebración.

Cocina sencilla e ingeniosa, de larga tradición, para saborear en estado primitivo o, en manos de los nuevos gurús de los fogones, degustar deconstruida o modificada pero siempre sabrosa.

En el año en que se conmemora el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, podemos comenzar nuestra ronda culinaria probando esa dieta que consumía las tres partes de la hacienda de Don Quijote de La Mancha: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos”. Todo ello sin perder de vista los consejos relacionados con la comida que nuestro Ingenioso Hidalgo, tierno trastornado con momentos de lucidez, le da a Sancho antes de ir a gobernar la Ínsula Barataria: No comas ni ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería” (antiguamente ambos eran considerados alimentos de pobres pero, en la actualidad, es una cuestión de mal aliento lo que aconseja restringir su consumo); “Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra” (moderación); “No mascar a dos carrillos ni eructar delante de nadie” (educación).

Pensando como participar en esta capitalidad que tanto protagonismo va a proporcionar a la ciudad, en homenaje a esos alimentos ricos-ricos que tan buenos momentos nos hacen pasar, he decidido que, en cuanto al lenguaje, cuando algo no me interese me importará un pimiento o un comino, si me tengo que conformar sabré que a falta de pan buenas son tortas (sobre todo si son las de Alcázar de San Juan), mis calcetines no tendrán agujeros sino tomates, no consentiré que nadie me saque las castañas del fuego, ante las adversidades no temblaré como un flan, si alguien se enfada por algo que he dicho pensaré que el que se pica ajos come (siempre IGP "Ajo Morado de Las Pedroñeras"), cuando piense en Michael Fassbender me diré que está más bueno que el pan y para referirme a un joven atildado, de futuro resuelto, un tanto pretencioso y ridículo, en vez del actual “pijo” recurriré a la expresión “pollo pera” que, por estar en vías de extinción, pienso apadrinar durante este 2016.

En cuanto a mis preferencias gastronómicas, dejando claro que mis gustos son sencillos y mi paladar poco ilustrado, voy a ejercer de buena chicota (en mi zona se utiliza como aumentativo la terminación “ota” y “ote”) y les voy a dejar las propuestas de mi particular Guía michelín, que no mide con estrellas sino con kilillos adquiridos (un minuto en el paladar seis meses en forma de lorza en la cintura), mis sabores preferidos toledanos: chocolate y churros en el Kiosco Catalino, Puerta de Bisagra s/n, carcamusas en el Bar Ludeña, Plaza de la Magdalena 10, una bomba (patata rellena de carne, salsa alioli y tomate) en la Cervecería El Trébol, Calle de Santa Fe 1, las cebollas rellenas de morcilla, lo siento Don Quijote, del Restaurante Hierbabuena, Carretera de Circunvalación 1, la perdiz estofada en Venta de Aires, Pº del Circo Romano, 35, los duelos y quebrantos (huevo revuelto, chorizo y tocino de cerdo entreverado) del Parador y para los galgos (goloso en La Mancha) como yo los mazapanes del Convento de Dominicas de Jesús y María, Avda. de Francia 5 (juro que ninguno de estos establecimientos me ha pagado por hacerle publicidad).

De las actividades culinarias y de ocio que tendrán lugar en la Ciudad de las Tres Culturas durante este 2016 les dará cumplida cuenta la Web http://toledocapitalgastronomia.com/ 

Patrimonio, arte y cultura, para alimentar el espíritu y un buen yantar a base de sabrosas viandas para alimentar el cuerpo.

El brindis, haciendo patria chica, vino espumoso DO. Cueva, marca de calidad que distingue a las bodegas de Villanueva de Alcardete.

En cuanto a mí, solo me resta desearles buen provecho y animarles a que visiten Toledo para, como aconsejan en MasterChef, ponerle sabor a la vida.

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