Opinión

Arde España

Liétor, La Palma, Galicia (Porto do Son, Arbo, Barbanza, Riveira, Cotobade…)

Cada verano desaparecen en nuestro país miles de hectáreas de superficie forestal arrasadas por la acción del fuego. ¿Las causas? Temperaturas muy elevadas, ausencia de lluvia, falta de precaución, accidentes y, en un porcentaje elevado, la acción intencionada del hombre como principal, aunque no única, sustancia acelerante.

Salvo que tenga un diagnostico psiquiátrico (cumpla los criterios establecidos en el Manual estadístico y descriptivo de los trastornos mentales, DSM-IV, tales como fascinación por el fuego o experimentar un sentimiento de liberación cuando éste se inicia u observa) no se debe denominar pirómano a toda persona que provoca un incendio. El término correcto es incendiario y existen diferentes tipos:

  • Por beneficio o lucro: el motivo es un beneficio económico. Según el Crime Classification Manual del FBI la mayoría de estos incendiarios son adultos, aunque se pueden contratar jóvenes para que los provoquen. Actúan a altas horas de la noche o de la madrugada en compañía de un cómplice. Se trata de un delito planificado por lo que, generalmente, se emplea un acelerante o explosivo para iniciar el fuego.
  • Por animosidad o venganza: buscan escenificar resentimiento. Se trata de incendios premeditados. A veces no existe vínculo alguno entre el incendiario y la propiedad quemada. La práctica totalidad se cometen en fines de semana utilizando materiales que se encuentran en la escena del crimen. Los autores suelen ser varones adultos que no viven con sus padres. Antes de provocar el incendio, la mayoría había consumido alcohol o drogas. En cuanto el fuego prende se dan a la fuga.
  • Por vandalismo: destruir una propiedad pública es una característica de la conducta juvenil. Los autores de estos incendios, que actúan en grupo, suelen ser jóvenes que viven con sus padres en hogares de clase baja y media-baja. Es habitual que permanezcan cerca del lugar incendiado para observar el progreso del fuego y que no consuman drogas ni alcohol durante la comisión del delito.
  • Excitación: incendios provocados por jóvenes que presentan delirios psicóticos, trastornos de personalidad o  deseos fetichistas. Aunque algunas de sus acciones se asemejan a las del grupo que incendia por vandalismo, se diferencian en que socialmente están más aislados, carecen de empleo y actúan en solitario.
  • Para ocultar un crimen: el objetivo es destrozar las pruebas que puedan demostrar que se ha cometido ese crimen.
  • Por razones políticas: como ocurre en revueltas raciales, manifestaciones, etc.

¿Han oído hablar de los perfiles criminológicos? El perfil criminológico (profiling) es la disciplina de la ciencia forense que se ocupa de analizar las huellas del comportamiento en la escena de un crimen con objeto de proporcionar a la policía información útil que permita o facilite la captura de un delincuente desconocido.

Mediante el análisis de la escena del crimen (área en que ha tenido lugar un acto criminal), el modus operandi (conductas como momento del día elegido para actuar, armas utilizadas, etc.) y la firma (que revela las fantasías del criminal), el perfilador puede llegar a concluir que es lo que llevó al delincuente a cometer el crimen.

Edmon Locard (1877-1966), criminalista francés, aseguraba que “es imposible que un criminal actúe, especialmente en la tensión de la acción criminal, sin dejar rastros de su presencia”. Entonces, ¿puede aplicarse la técnica del profiling a la investigación de los incendios? La respuesta es sí. Aunque en sus inicios se empleó con asesinos y agresores sexuales en serie, ha evolucionado y actualmente se aplica a otros tipos de delitos como robos en domicilios, secuestros  e incendios intencionados.

En su obra “Perfiles criminales”, Vicente Garrido Genovés, doctor en Psicología y criminólogo afirma: “la cuestión es que delincuentes como los incendiarios también dejan rastros (…) el modo en que se inicia el fuego forma parte del modus operandi del incendiario, ya que tal acción es necesaria para quemar el edificio, el bosque o lo que sea (…) la firma, por el contrario, se relaciona con “por qué” el sujeto prende fuego, cuando no parece que exista una razón lógica que lo explique. El tipo de edificio seleccionado (u otro lugar), por ejemplo, puede formar parte del incendiario (esto sería análogo al tipo de víctima elegida en los casos de violaciones u homicidios)”.

¿Es difícil pillar a los incendiarios? Difícil sí, pero imposible no. Son muchas las herramientas y medios de los que dispone la Policía y la Guardia Civil para investigar la causa de un incendio y encontrar al culpable.

La Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, endurece las penas (prisión de tres a seis años y multa de dieciocho a veinticuatro meses) para los causantes de incendios de mayor gravedad y recoge nuevos agravantes en los casos especialmente lesivos para el medio ambiente (arda una superficie de considerable importancia, se produzcan grandes o graves efectos erosivos en los suelos, etc.), generadores de un peligro elevado (afecte a zonas próximas a núcleos de población y lugares habitados, que sea provocado en un momento en el que las condiciones climatológicas o del terreno incrementen de forma relevante el riesgo de propagación del mismo) o cuando el autor actúe para obtener un beneficio económico con los efectos derivados del fuego.

Un alemán quema el 7% de la isla de La Palma (en las labores de extinción del fuego murió un brigada de vigilancia forestal), la Guardia Civil detiene la autora de quince incendios forestales cuando intentaba provocar otros siete en el municipio coruñés de Cerceda…

Ante tanto imprudente, irresponsable, loco o auténticos delincuentes, veremos si el aumento de firmeza en el Código Penal logra terminar con este tipo de delitos.

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