Opinión

Alcohol y menores

Si fumar mata mucho y bien, beber no le va a la zaga.

Comienza con la cada vez más temprana fase de iniciación que, a poco que te descuides, te regala un coma etílico de esos que te envían en ambulancia directo a las urgencias de tu ciudad y que, por lo que parece, lejos de abrirte los ojos sobre los peligros de consumir alcohol, te proporciona cierto aura de hombre/mujer de mundo que explotas tontamente con frases tipo “anoche fue la leche, no me acuerdo de nada”.

Unos 5.000 jóvenes son ingresados anualmente en España por intoxicación etílica. La cifra no es para tomársela a guasa.

La permisividad con el alcohol supera con creces a la del tabaco: primera hora de la mañana, un café con misterio o carajillo (café con brandy, orujo o ron); viernes al mediodía, cañitas; comida familiar, copita de vino; sobremesa de cartas, sol y sombra (mezcla de anís y brandy); sábado noche, alternar (aquí se le pega a los licores de alta graduación, como whisky, ron, vodka o ginebra); fiestas navideñas, brindis con cava o sidra... Si para los adultos alcohol es sinónimo de fiesta y diversión ¿cómo van a concienciar a los menores de los peligros que conlleva su consumo? Es más, dado que, según las estadísticas, los padres tienen más miedo a que sus hijos fumen que a que beban, cabe preguntarse ¿conocen realmente cuales son dichos peligros?

Elvin Morton Jellinek (1890-1963), fisiólogo e investigador en alcoholismo (formó parte de la OMS) estableció el siguiente esquema de las fases del alcoholismo:

PRE-ALCOHÓLICA

PRODRÓMICA SINTOMÁTICA:

1. Episodios de amnesia.

2. Consumo oculto.

3. Preocupación por el alcohol.

4. Consumo ávido.

5. Sensación de culpa por su comportamiento de bebedor/a.

6. Evita toda referencia al alcohol.

7. Aumenta la frecuencia de los episodios de amnesia.

CRUCIAL o CRÍTICA:

8. Pérdida de control.

9. Racionalización de su manera de beber.

10. Neutraliza las presiones sociales.

11. Actitud grandiosa y fanfarrona.

12. Conducta marcadamente agresiva.

13. Remordimiento persistente.

14. Periodos de abstinencia completa.

15. Modifica sus hábitos de beber.

16. Abandono de amistades.

17. Pérdida de empleos.

18. Subordinación completa al alcohol.

19. Apatía hacia otros intereses externos.

20. Nueva interpretación de sus relaciones interpersonales.

21. Marcada conmiseración de sí mismo.

22. Proyectos o realizaciones de fuga geográfica.

23. Cambio en las costumbres familiares.

24. Resentimientos irracionales.

25. Protección de su abastecimiento de alcohol.

26. Descuido de la nutrición.

27. Primera hospitalización.

28. Disminución del impulso sexual.

29. Celos de los alcohólicos.

30. Beber en ayunas todos los días.

CRÓNICA:

31. Periodo de embriaguez prolongada.

32. Marcado deterioro moral.

33. Disminución de las capacidades mentales.

34. Psicosis alcohólicas.

35. Bebe con personas de inferior nivel.

36. Consumo de productos industriales.

37. Disminución de la tolerancia al alcohol.

38. Temores indefinibles.

39. Temblores persistentes.

40. Inhibición psicomotora.

41. El bebedor adquiere un carácter obsesivo.

42. Vagas aspiraciones religiosas.

43. Todo el sistema de racionalizaciones fracasa.

44. Hospitalización definitiva.

45. Pérdida de la vida.

Da que pensar, ¿no?

El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol y produce, inicialmente, euforia y desinhibición por lo que suele confundirse con un estimulante. Pese a ser la más consumida por los jóvenes y una de las principales causas de muertes por accidentes de tráfico, lesiones a terceros y desintegración familiar, el alcohol sigue estando considerado por el conjunto de la ciudadanía como una droga blanda, lo que dificulta las labores de prevención y sensibilización.

Alcanzar la tolerancia cero con la ingesta de alcohol en menores se presenta como una ardua tarea porque si bien la mayoría expresa en voz alta su conformidad con la aprobación de una norma que prevenga su consumo, muchos lo hacen con matices ya que ninguno de los implicados se muestra dispuesto a aceptar su parte de responsabilidad: la culpa es del que bebe; no, es de quien le incita a hacerlo; no, es de quien se lo vende; no, es de los padres; no, es de los profesores; no, es de las Administraciones que no toman medidas para atajar el problema...

¿Por qué bebes? Porque todos mis amigos lo hacen (miedo a ser excluido del grupo). ¿Por qué bebéis? Porque es divertido, nuestros padres lo hacen (parecer mayor). ¿Por qué beben? Apenas lo hago, únicamente en las celebraciones (negación y justificación: la mayoría de los adultos que consume alcohol a diario no reconoce ningún tipo de dependencia).

Hace falta un cambio social, cultural y educativo importante, sí, pero mientras se produce puede que la aprobación de esa anunciada Ley, si consigue que no se venda alcohol a los menores (suelen comprarlo en supermercados, en los chinos, en tiendas 24 horas o pidiéndoselo a personas mayores que se lo facilitan sin problemas convencidos de que no es para tanto) y se persigue el consumo en la vía pública, allane el camino.

Dejar de frivolizar las borracheras también ayudaría.

Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”, Mark Twain 

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