Opinión

28 Days Later

Todo comenzó el 23 de junio de 2016 con la liberación, por parte de David Cameron  líder del Partido Político Conservador, de una posibilidad (seguir formando parte de la UE o abandonarla) encerrada hasta ese momento en un laboratorio de experimentación ideológica.

Aunque los expertos advirtieron del alto peligro de infección de esa idea, los tories no hicieron caso (a los avisos del Banco de Inglaterra, de los más importantes empresarios británicos, de los representantes de los sindicatos obreros, del mismísimo Presidente de Estados Unidos y de prácticamente toda la gente con dos dedos de frente del mundo mundial que se expresó en contra de votar por la salida británica de la UE, Michael Gove, ministro de educación durante cuatro años en el gobierno de Cameron, se limitó a declarar: “La gente de este país está harta de los expertos”) y pusieron en marcha el referéndum liberando con ello un germen letal de consecuencias imprevistas.

El Reino Unido se ha contagiado y en las calles de Londres, la capital, se cuentan por miles los infectados, nueva especie de zombies, de un virus que produce rabia e ira incontenibles a quienes afecta. ¡Y les afecta a todos, vaya que si les afecta!

Niebla política, económica e institucional.

Caos.

Atrincherados en Escocia (el 62% de los escoceses votaron en contra del brexit) y comandados por Nicola Sturgeon, su primera ministra, un grupo de personas lucha por la supervivencia y, convencidos de que ésta pasa por la permanencia, amenaza con liberar un contravirus (referéndum para independizarse del Reino Unido) que garantice su futuro.

Pero no todos han sido infectados.

Un joven, después de un coma producido por un accidente de tráfico, despierta y descubre que el hospital está vacío. Por más que grita nadie acude en su socorro. El fin de la libre circulación de trabajadores (exigencia de una serie de trámites para regularizar su situación) y la convalidación de las titulaciones, provocó la salida del país de todo el personal sanitario procedente de diferentes lugares (según El País, el 10% de sus médicos y el 4% de sus enfermeras son ciudadanos de otros países de la UE).

Ahí da comienzo su pesadilla.

Su desconcierto aumenta cuando sale a la calle. Mientras recorre Londres va encontrando personas cuyo comportamiento le hace comprender que los lazos de amistad y solidaridad se han roto y que la compasión ha quedado totalmente obsoleta porque la máxima prioridad es mantenerse con vida.

Buscando respuestas (“la salvación, todas tus preguntas sobre la infección serán resueltas”), algunos de los supervivientes (mas de 40.000 personas portando pancartas con lemas como “bremain” y “UE te queremos”) se manifiestan en el centro de la City, necesitados de que sus lideres políticos, a quienes han seguido movidos por el corazón o las tripas pero sin pizca de cabeza, les confirmen que sus temores son infundados:

  1. Riesgo de que los inversores se retiren de las islas buscando mercados más seguros (volatibilidad financiera).
  2. Nuevo escenario comercial.
  3. Aranceles que, retrasos en la entrega por la inspección de aduanas aparte, convertirán sus productos en menos competitivos al poder adquirirse sin tasas  en otros países.
  4. Depreciación de la libra.
  5. Recesión.
  6. Huida de empresas.
  7. Subida de tipos de interés que encarecerá las hipotecas de los ciudadanos incrementando con ello el posible riesgo de impagos.
  8. Recortes (especialmente en Sanidad, Educación, Transporte y Defensa) y subida del impuesto sobre la renta.
  9. Posible crisis económica global (efecto mariposa).

Los ingleses pronto aprenden que ignorar la realidad y dejarse guiar solo por las emociones tiene muchas y variadas consecuencias, entre ellas, un enorme sufrimiento humano.

Quizás el mundo no se ha acabado. Puede que haya vida fuera de la isla. Por eso ignorando lo de “debido a la niebla en el canal (de la Mancha), el continente ha quedado aislado”, titular, verdad o leyenda urbana, con el que un rotativo inglés daba muestra del peculiar sentir de un pueblo que siempre ha enarbolado su insularidad como señal distintiva que alimenta ese concepto tan elevado que tienen de sí mismos, los partidarios del remain han difundido otra que funciona como antídoto único contra decisiones políticas que responden al interés de un solo individuo pero perjudican a la nación entera: “No man is an island. No country by itself” (Ningún hombre es una isla. Ningún país por su cuenta). ¡Cómo se les ocurre ignorar el consejo de 007, el agente más famoso al servicio de Su Graciosa Majestad!

Aunque en cuarentena, los británicos no pierden la esperanza.

La historia termina con los supervivientes tendiendo una enorme pancarta para que todos los aviones que sobrevuelan la isla pueden leer el mensaje que contiene: un claro y amistoso “HELLO”.

The End.

La película “28 días después” es del director Danny Boyle, con guión de Alex Garland. David William Donald Cameron  ha dirigido esta secuela con la que ha provocado una cascada de dimisiones políticas, la suya incluida, y divido al público asistente a la proyección en dos mitades irreconciliables.

IMAGEN DANIEL CRAIG

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