Opinión

1280 almas de Jim Thompson

Nick Corey, un tipo en apariencia anodino, sheriff de Potts County (localidad de apenas 1280 almas), cumple y hace cumplir la ley sin ningún idealismo, de una manera llamémosla realista: «Según la ley, yo debería estar al acecho de los grandes y los poderosos, de los tipos que realmente gobiernan este lugar, pero no se me permite tocarlos, así que me veo forzado a equilibrar la balanza siendo dos veces implacable con la basura blanca, los negros y los individuos como tú, que tienen el cerebro perdido por el culo porque no tienen otro sitio donde utilizarlo». 

Como asesino serial del tipo apostólico o misionero (suelen pasar desapercibidos por su apariencia y creen que han sido elegidos para limpiar la escoria de la sociedad) se autoconvence de que eliminando a los que no importan a nadie cumple una misión divina («yo soy el Salvador, el Cristo en la cruz que ha bajado a Potts County porque Dios sabe que aquí me necesitan y que voy por el mundo haciendo buenas obras para que la gente sepa que no tiene nada que temer, porque si se preocupan por el infierno no tendrán necesidad de buscarlo»), y cumpliéndola vive feliz y satisfecho.

En el pueblo todos piensan que el sheriff es un simple y un vago. Pero Corey pronto descubre su autentica cara ante el lector al narrar, en primera persona, sus pensamientos más ocultos: para ser reelegido sheriff («tengo que ser el sheriff porque he sido creado singular y característicamente para eso, y no voy a renunciar») está dispuesto a hacer lo que haga falta, cualquier cosa, sin ningún tipo de freno moral.

Nick Corey es un sheriff hiperbólico («con el sueño me ocurría lo mismo. Puede decirse que no pegaba ojo. Me metía en la cama pensando que aquella noche tenía que descansar, pero qué va. Pasaban veinte  treinta minutos antes de que me durmiera. Y luego, después de solo ocho o nueve horas, me desvelaba y ya no podía volverme a dormir, cascado y hecho polvo como estaba.”), castigador, de ademanes y rostro cateto, que niega lo que esconde.

Es un cabrón, cínico y mentiroso que, cual paciente araña, va tejiendo los hilos que acaban uniendo a todos aquellos que le molestan para acabar arrastrándolos hacia su final.

Lo curioso del tipo es que el autor se las apaña para que en ningún momento tengas la visión de que se trata de un psicópata asesino, sino todo lo contrario. Casi se podía definir como “el hombre tranquilo” puesto que lo que hace, pese a ser perverso, atroz y sanguinario, lo hace con una naturalidad tan pasmosa, casi como respirar, que mientras lo está ejecutando consigue que no te sorprenda y no es hasta instantes después de perpetrado el crimen cuando tomas conciencia de lo que ha hecho. ¡Tal es su sangre fría!

Jim Thompson, que demuestra un conocimiento profundo del alma humana y de las normas que dictan nuestra conducta, presenta unos personajes complejos dominados por pasiones, bajos instintos y un egoísmo tan grande que les impide acercarse a los demás. 

No hay buenos y malos, solo individuos que, por lograr lo que quieren, son capaces de arrasar con todo aquello que se cruza en su camino, sean normas, instituciones o personas.

1280 almas está llena de situaciones divertidas («había llegado la hora de hacer un poco de campaña política (…) En ocasiones anteriores había hecho correr la voz de que estaba contra cosas como las peleas de gallos, el whisky, el juego y demás. De este modo la oposición pensaba que lo mejor era combatir lo mismo, solo que con un ímpetu redoblado. Entonces iba yo y me desdecía (…) Cuando llegaba el momento de votar, parecía que la gente se iba a quedar sin diversiones si se decantaba por mis oponentes (…) Cuando se contaban los votos yo seguía siendo sheriff»), actos salvajes («voy a descargar las dos recamaras de esta escopeta en tus podridas tripas. Y lo hice. No se murió inmediatamente (…) Quise que durara todavía unos segundos, los suficientes para sentir las tres o cuatro buenas y rápidas patadas que le di») y un humor muy bestia («quizás penséis que no está bien pegar a un hombre que se está muriendo, y es posible que tengáis razón, pero hacia mucho que tenía ganas de patearlo y nunca lo había tenido tan a tiro como en aquel momento»).

Considerada por buena parte de la crítica y del público como la mejor obra de Jim Thompson, 1280 almas contiene asombrosas reflexiones de Nick Corey que te dejarán preguntándote por qué los habitantes de Potts County («un lugar que es el mundo entero para casi todos los de aquí, porque no han visto otra cosa») piensan que su sheriff es un palurdo de pocas luces.

Anímense a descubrirlo.

Comentarios