Opinión

En la casa de Patino: La casa común

En 1993, con Jorge Semprún ante la que había sido su casa familiar en Madrid, confluyen  tres imaginarios, constitutivos de una metáfora politicosocial reveladora.

Los imaginarios de un “Federico Sanchez se despide de ustedes”, el de Lorenzo,personaje principal de “Nueve cartas a Berta”, voz delimaginario colectivo,del acervo cultural y político de la postguerra española y el particular y personal,de un servidor.

Esto era lo que el primero de ellos nos decía:

“Miraba a mi alrededor.No creía lo que veía.(..) porque estábamos en la Calle Alfonso XI,del barrio de Retiro.Del lado de los números impares, frente a la casa que llevaba el número 12.(..)sabía lo que había, lo que había habido., al menos, detrás de esas ventanas.(..).Parecía que se había cerrado el ciclo de la vida.Había abandonado esta calle una mañana de 1936 para las vacaciones de verano.Toda una vida antes:medio siglo antes.(..)Al día siguiente de salir de vacaciones,el ejército de Africa y las principales guarniciones de la Península se habían sublevado contra el gobierno de la República.”

En otro momento, pero en  la misma zona,Lorenzo,(1965/68) , o , para ser más  exactos, su voz en off, (el relato escrito  del film) acaba de salir  desde el.metro  a la calle de Alcala-Patino relata:

“Toda la calle estaba  levantada(..)consulta una dirección en su agenda, confirma el nombre de la calle y va en busca de un número.(..)Le produce cierta sorpresa el hallazgo.Lo examina con atención: sus grandes miradores,su enorme portal.(..).Me he puesto a andar estúpidamente, siempre entre desconocidos, queriendote encontrar,sin más dirección conocida que la de esta casa donde tenías derecho a haber nacido y vivido tú, fijándome en todo para poder decírtelo luego”.

Estas palabras y sus imágenes acompañantes,lo dicen ya todo.Encierran, en un lenguaje conseguido más allá de lo dicho, el universo en que Basilio va a situar su prolífica y comprometida contemplación,análisis, de los fantasmas que el tiempo largo de Semprún ha permitido se instalen en el seno de la casa familiar,común a todos, como determinante histórico , inscribiéndose en el pálpito diario de nuestras  vulgares existencias.

 Contemplación,escudriñaje incluso de estos fondos oscuros.,excluidos dela visibilidade los más , a los que aporta una visión ,dolida a veces ,pero en todo momento extremadamente sensible  y profundamente ética;, virtud que le ha acompañado pareja,en su propia existencia,hasta estos últimos días en los que nos acaba de abandonar.

Vislumbró una cercanía histórica que le abrió el paso hasta el hermoso edificio que  un día esta tierra  comenzó a ser ,una vez llegara a  estar habitado  por aquellos y aquellas cosas que estuvieron más cerca de su corazón y pensamiento, y  que. como en el amargo trance atravesado por la  nada ficticia familia de Semprún, fueron  cercenadas desde sus  raices.

Poe ello,nos cuenta como es que se encuentra  toda la calle enteramente levantada, tal es el estropicio generado por los que una vez llegaron desde la impostura a este territorio

 Nos recuerda los derechos legítimos, hasta el de origen,usurpados a los auténticos dueños:

esta casa,adonde tenías  derecho a haber nacido y vivido tú”, poniendo el dedo en la llaga ,con agridulce sentimiento,por toda esa inteligencia,esos saberes perdidos,que sobreviven del otro lado de nuestras fronteras,exportando algún que otro valor patrio,ya un poco en declive cuando  con Lorenzo,se dirige a Berta en una de sus cartas , otra vez:

“el cursillo sobre poesía mística española que va a dar tu padre en Puerto Rico” tu sensacional biblioteca”. Un padre-el ausente- que representa la suma de la Cultura que existió y podría haber continuado, pero que el nuevo régimen se ha ocupado de defenestrar.

Hay un momento en que  Lorenzo se permite  un respiro de reconciliación histórica de las españas, de reencuentro de valores de familia revisando la posible pervivencia de estragos,memoria física , en el edificio:

“ aunque no se vea rastro alguno de metralla,ni señal de que nunca la haya habido(.. )Ahora comprendo quizá algo mejor a mi padre. Al fin y al cabo tiene bastantes cosas parecidas al tuyo. (..) Y me doy cuenta de que conozco muy mal lo terrible que debió de ser aquello de entonces...

A aquello de entonces se referirá de  nuevo por boca de un representante de los que se encuentran en el exilio,el profesor de edad que  visita Salamanca , para dar su conferencia en el Aula Magna de la Facultad.

Este personaje resumirá , precisamente,.en el último párrafo de su discurso que: “En estos términos de  España y anti-España transcurre nuestra historia contemporánea”, para después, extasiado ante la belleza nocturna de la Plaza Mayor,pasar a expresarles la envidia que le dan, pese a todo  aquellos  españolitos (profesores y estudiantes) que le  acompañan y terminando por espolearles: “Aprovechénlo bien-Luego se alegarán.¡ Si supieran lo que  se echa de menos!

Toda una admonición,por parte de Patino,  dirigida al cuidado de nuestro patrimonio  común,tan correctamente entendido por él. Y.un tema éste, el del  antiguo Legado, nuevos valores,que será recurrente en él y al que volverá, de lleno, de la mano del “Hiperión” de Hölderlin y con un destacado fondo musical en” Los paraisos perdidos”(1985)-

 Esta vez analizará una amplia serie de decepciones y renacimientos,en la protagonista mujer,otra vez llamadaBerta (en lo que algunos  estiman un regreso adulto de la primera) al hilo de la recuperación del archivo histórico republicano del padre y  también un caserón familiar.

Poco más,en esta ocasión,puedo y quiero decir sobre este hombre sincero  y singular autor si a ello le añadimos el hecho de que cuando tuve la suerte de ver porprimera vez,-por supuesto en un cine-club-, en su genuino contexto social y cronológico, aquellas “Nueve cartas a Berta”,en 1969 todo yo me  trasmuté en Lorenzo, tan profunda identificación fué la  que operaron en mí aquellos textos e imágenes,arropados en su música de clavecín.Pues de ninguna otra cosa que no fuera lo que me atañia,me estaba pasando o me acababa de pasar, se hablaba allí con la doble belleza de la mesura temporal y el espléndido banco y negro, con las que el artesano pundonoroso de las imagenes de la gente, tuvo a bien honrarnos. Por ello hablé deun tercer imaginario que confluye en  Alfonso XI.

Honrando  a todos, con la fidelidad casi documental incluso hacia a quello que, evidentemente, aceptaba poco,como la manifestación reivindicativa de los alféreces provisionales. En ella sitúa a su padre de ficción (el padre de Lorenzo) , maniatado en sus capacidades por  la autocensura,impronta del régimen que a toda esa generación de padres impuso , sin piedad,la Dictadura.

También incluye la educación monjil de las muchachas, el amargo adoctrinamiento acerebral a manos de tantos directores espirituales, la quietud impúdica de los casinos provincianos, que  arrancarán a su  alter-ego este a modo de canto de cisne:

No hay nada que me llene,no espero nada,no sé que será de mí en el futuro, para qué valdré, que sentido tiene el acostumbrarse a vivir así,rutinariamente, sin alicientes,como en el rincón de un planeta parado,conforme a unas normas tan ajenas y viejas que no nos ayudan a vivir mejor,manterniendo y respetando unos intereses en los que ni participo,ni me atañen absolutamente.”

Cinceló,con el máximo respeto de sus materiales los detritus segregados por este tiempo de silencio que le tocó vivir, incluido su mentor,, reestructurándolos, como tantos otros abalorios,del ideario de  su colectivo, redecorando el interior de esa Magna Casa que fuera saqueada y que,sin duda, el tanto amó de modo verdadero.

Dicen que anduvo decepcionado por el descuido y las rebajas   aportadas por la transición y que ya con pocas fuerzas,las reunió a fin de retomar el  arma revolucionaria de conciencias  que mejor supo usar-su cámara- para recoger con ella un pedazo de historia en la Puerta del Sol; para  poderlo regalar como un último tributo a las gentes que habiten en su casa. A los sones de un “Libre te quiero”de García Calvo , en voz y corazón de Amancio Prada.

Que el cielo  guarde y los humanos ennoblezcan el recuerdo del cronista,sabio registrador  de  miserias, a la par que forjador de nobles sueños.

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