Opinión

37 años después del golpe del 23F

El 23F, fue el intento de algunos militares por paralizar los cambios que se intentaban llevar a cabo en nuestro país tras la muerte de Franco. Si no lo consiguieron no fue por la imagen esperpéntica de Tejero, pistola en mano, en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, mandando callar a sus señorías. Al fracaso contribuyó el Rey Juan Carlos, pero especialmente el deseo de la mayoría de los españoles de avanzar hacía la libertad y la democracia, sin tener que volver a utilizar las armas para solventar las discrepancias ideológicas.

De aquello hace ya 37 años, un largo tiempo que nos ha permitido avanzar en derechos sociales, laborales, sindicales y económicos, pero, sobre todo, porque después de aquel fracaso nos convertimos en un ejemplo a seguir dando una lección al mundo de que se podía pasar de una dictadura a una democracia en paz.

Sin embargo, intentando hacer un análisis a vuela pluma de cómo vivimos 37 años después los españoles, no puedo por menos que preocuparme -no soy la única-, por el retroceso que observo en la sociedad española en cuanto a derechos sociales y de todo tipo, sin que eso parezca que preocupe a los lideres políticos, enfrascados como andan en tirarse los trastos a la cabeza. Opino que Cataluña nos ha puesto ante un espejo en el que mucha gente no se reconoce: ello ha propiciado la guerra de banderas, la utilización del catalán en las aulas, tema del que hasta ahora solo una minoría se había quejado, y por si faltaba poco, la judicialización de los problemas cotidianos y la libertad de expresión.

Que problemas como la viabilidad de las pensiones, las desigualdades sociales, el paro, la pobreza energética, no sean temas prioritarios en la agenda de Ciudadanos o del Partido Socialista -en estos asuntos hay que reconocer que les gana Podemos-, demuestra lo alejados que están de la calle Pedro Sánchez y Albert Rivera. El uno porque no piensa en otra cosa que no sea hacerse con el poder absoluto de su partido, y el otro porque en su lucha por arrebatarle votos al PP, no se da cuenta de que si algo buscan los desencantados, es un líder que ayude a recuperar el nivel de vida que tenían antes de que la crisis nos repercutiera tanto.

Que no corren buenos tiempos para la democracia se puede ver cada día en los titulares de la prensa, en el enfrentamientos entre amigos y familiares por cuestiones que hasta hace bien poco, apenas si ocupaban tiempo en nuestras conversaciones. De ahí la necesidad de no dejar en manos de la justicia problemas que se pueden solucionar dialogando, convenciendo, defendiendo a quienes dan o quitan el poder, que no son otros que los ciudadanos. Esos que se echan cada tarde a la calle para defender sus pensiones, y que son los que votan, porque fueron ellos precisamente los que lucharon para hacer posible la democracia en nuestro país.

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