Opinión

Fondos europeos inteligentes

Los Fondos de Cohesión son una herramienta financiera que la Unión Europea puso en marcha en 1986 destinada a apoyar el desarrollo de las regiones menos desarrolladas y a promover la convergencia económica y social entre los Estados miembros. España es uno de los principales beneficiarios de estos fondos, y Castilla-La Mancha es una de las regiones que ha recibido una importante financiación a través de ellos debido a su mayor desigualdad.

Desde el año 2.000, cuando el PIB per cápita de Castilla-La Mancha era un 22,1% inferior a la media de España, se han recibido más de diez mil millones de euros a través de los Fondos de Cohesión, que incluyen FEDER y FSE, y que se destinaron a proyectos en áreas como la mejora de infraestructuras e investigación, y en áreas como la educación, la formación, la mejora de las competencias y la lucha contra la exclusión social. En 2021, el PIB per cápita de Castilla-La Mancha se situaba en un 17,3% por debajo de la media nacional.

Si bien es verdad que nuestra región históricamente arrastra importantes carencias estructurales de partida, que justificaban la necesidad de este apoyo, es necesario indicar que el ritmo de desarrollo y convergencia es claramente mejorable, ya que si ampliamos el foco en Europa, vemos otros territorios que han progresado mucho más deprisa, por lo que parece pertinente repensar no es tanto gastar, sino invertir estos escasos recursos, que actualmente financian 85 de cada 100 euros, por lo que es posible y además necesario empezar a priorizar acciones disruptivas para romper las situaciones de previas, como venimos reclamando desde diferentes foros en el ámbito de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, ya que los indicadores europeos reclaman que no solo se ejecuten y justifiquen sus recursos de manera adecuada, sino que además, produzca efectos objetivos sobre las personas y los territorios.

Si bien somos conscientes de la dificultad de luchar contra la pobreza y la exclusión social como efecto indeseado de las políticas económicas, gracias a nuestras conexiones regionales y europeas, hemos tenido acceso a buenas prácticas en el uso de estos recursos que han permitido progresar a otros territorios parecidos al nuestro y que ya precisan de menor atención y cuidado por parte de la Unión Europea. Algunos de los aprendizajes extraídos son:

  • Desarrollar programas innovadores que no sustituyan a las políticas generales, ya que, además, no son gastos elegibles por estos recursos.
  • Reconsiderar los planes de empleo, estigmatizados por el mercado de trabajo y que ya han sido superados por el IMV como sistema de renta mínima, apoyando la formación dual y el empleo protegido en el mercado de trabajo ordinario.
  • Potenciar la formación profesional y ocupacional de calidad y valor para el mercado de trabajo a través de mejorar sus instalaciones y recursos.
  • Sostener y expandir las políticas de digitalización de la ciudadanía y la innovación digital entre la población empleada y sus empleadores.
  • Desplegar políticas de fomento del autoempleo y economía social para apoyar a emprendedores sociales.
  • Establecer una comisión mixta, liderada por Vicepresidencia del Gobierno de Castilla-La Mancha y participada por EAPN-CLM para hacer seguimiento del 25% de los fondos estructurales 2021-2027 reservados para la inclusión social y contra la pobreza.
  • Establecer un espacio de coordinación público-privada para la regulación y gestión de la cobertura de necesidades básicas (tarjetas monedero, u otros mecanismos que garanticen la dignidad de las personas).
  • Reducir a mil euros la diferencia de renta media regional con la renta media nacional (18.103 € RM nacional y 15.350 € RM CLM, ECV 2022).

La inyección de recursos procedentes de los fondos de recuperación post Covid, deben de considerarse del mismo modo que proponemos para las ayudas estructurales, ya que su objetivo es generar efectos transformadores y tractores sobre la estructura económica y social de la región, que debe ser más digital, sostenible y resiliente, efectos transformadores  que por el momento no se alcanzan a percibir, y que por la orientación al gasto, que no inversión, parece que solo producen efectos en la inflación de los precios.

El actual periodo de ayudas, que son préstamos de dinero futuro que tendremos que devolver y que están pensados para invertir y progresar ahora, se extiende hasta casi 2030, momento en el que nuestra tasa de pobreza debe alcanzar a un 17,5% de la población regional, y de ser así, es más que seguro que nuestra región habrá progresado y que ya no estaremos entre las regiones más atrasadas de Europa.

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