Opinión

Las mascarillas sí sirven

Naturalmente que las mascarillas sí sirven a la población para algo: nada menos que para que los infectados asintomáticos, que son legión y que ignoran que lo están, no vayan contagiando a todo el mundo. Y haciendo imposible, en consecuencia, torcer esa flecha vertical que marca la brutal magnitud de la tragedia que asola España.

Naturalmente que, contra lo que se nos dice y se nos recomienda desde el inicio de la pandemia en nuestro país, las mascarillas sanitarias no sólo sirven, sino que son una herramienta indispensable para contenerla. No somos más listos que los chinos, los coreanos o los japoneses, quienes, a la mínima, usan sus mascarillas en su vida ordinaria de relación, en la calle, en el trabajo, en los comercios, en el metro, evitando así, en gran medida, el intercambio vírico y la expansión incontrolada del morbo.

Uno se ha preguntado desde el principio por qué no se distribuían mascarillas a la población una vez agotadas en las farmacias, cuando su adquisición en suficiente cantidad era sencilla y su precio ínfimo. La respuesta ha resultado tan evidente como patética: no las había. Por falta de previsión, no las había. Pero no es sólo que no las hubiera para la población en general, sino tampoco para los médicos, para las enfermeras, para los celadores, para los conductores de ambulancias, para los policías, para los cuidadores de ancianos, para nadie. No había mascarillas en número ni remotamente suficiente para atajar con su elemental y eficaz cortafuegos la epidemia.

No había mascarillas para la gente, pero en vez de encargarlas o poner la industria textil a fabricarlas a destajo desde el primer momento, se dijo, y aún se insiste en el dislate, que no sirven para nada. Y sigue sin haberlas, y ahora los grandes productores, China particularmente, mercadean a su peculiar manera con ellas, y se acaparan y se especula con ellas, y los infectados asintomáticos, que no saben que lo son por razones obvias y porque no se han hecho los tests que detectan a los portadores del coronavirus, ni siquiera a muchos de los que sí presentan síntomas, siguen repartiendo el microbio entre los familiares, y los transeúntes, y los compañeros de trabajo, y el virus, que no muta porque no tiene necesidad de ello al no encontrar obstáculo alguno en su expansión, sigue matando, y sus potenciales futuras víctimas, todos, desesperándose.

Para el heroico personal sanitario son indispensables las mascarillas porque sirven, y mucho, para evitar o limitar el contagio, y por la misma razón, porque sirven, son indispensables también para quienes, el resto, debemos descargarles en la medida de lo posible de su descomunal trabajo. No son precisamente las mascarillas lo que no sirve para nada, según vamos viendo y sufriendo.

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