Opinión

El camelo del relator

Si un relator es un señor o una señora que relata algo, ¿qué necesidad podemos tener de él cuando ese algo es una reunión llena de gente a la que se supone capacitada para, si se le pide, relatarlo?

Es más, ¿qué necesidad podemos tener de que alguien nos relate lo que se ha dicho o se ha dejado de decir en la reunión del Gobierno con los partidos de la facción independentista catalana para intentar arrancarles su apoyo parlamentario a los Presupuestos? Bastaría, ciertamente, con que al término de dicha reunión unos y otros nos contaran sus resultados, pues aunque es verdad que cada uno contaría una cosa, no lo es menos que en eso radica la esencia de los partidos políticos, en ver y contar las cosas de diferente manera que los otros. Luego, la realidad, las consecuencias de lo hablado, desmentirían o no los diferentes relatos.

Esto del relator tiene toda la pinta de ser una auténtica chorrada, pero, a resguardo de que efectivamente lo sea, también tiene toda la pinta de ser una celada, una trampa, que pretenden tenderse unos a otros, el Gobierno a la facción separatista, y ésta al Gobierno. Lo que pasa es que, al ser en general todos bastante brutos, su astucia se degrada, y por ello el tiro del relator les puede salir por la culata.

Si para el Gobierno del PSOE el relator puede ser el testigo del momento glorioso en que manda a la mierda a los “indepes” por sus inaceptables pretensiones, levantando acta frente al electorado (pues está en campaña como todos) de que sobre cualquier devaneo dialogante prima su respeto al Pueblo Español y a la integridad territorial de la Nación, la sola existencia de esa especie de notario ajeno a las instituciones democráticas puede chafarle el ardid.

Para los de la facción secesionista, contentos como niños por creer que con el relator han colado una de las extravagancias favoritas de Torra/Puigdemont, el del “mediador” entre gobiernos, también puede fácilmente salirles mal la cosa si a su antagonista le sale bien la suya, la antedicha de escenificar con su portazo, con su sacrificio de los Presupuestos y del poder que éstos confieren, su indesmayable patriotismo de izquierda, tan favorable el diálogo como adverso a cualquier concesión lesiva para España.

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