Deporte y genocidio

La última etapa de cualquier gran prueba ciclista, el Tour, el Giro, la Vuelta, es irrelevante; una matanza de inocentes, no. La última etapa es un paseo, no hay competición, la clasificación está decidida, la general, la montaña, la de por equipos, y por ello nada contiene que pueda contrariar a los aficionados si se suspende por causa mayor. Esa causa mayor se llama Gaza, un nombre que contiene el de los más de 65.000 seres humanos asesinados por el gobierno israelí de Netanyahu impunemente, a la vista de todos.

Esa mirada aterrada e impotente sobre el horror de los niños hambrientos y descuartizados por la metralla, repara también en cuanto pretende blanquearlo, sean las palabras de cualquier político desalmado que justifique el genocidio o no lo condene, o un equipo ciclista que cruza España llevando en el pecho de sus corredores el nombre del país que lo perpetra, e impelidos por esa mirada conectada con la conciencia y con el corazón, miles de españoles se han echado a las carreteras, a las calles, para expresar su indignación durante esa Vuelta que no ha tenido el coraje de excluir a la representación israelí de la competición. Nada había contra los ciclistas, a los que ni durante la carrera ni en su frustrada culminación se ha tocado un pelo, pero sí contra lo que su equipo representaba y contra cuantos, al contrario de lo que se hizo con la Sudáfrica del "apartheid" o con la Rusia de Putin, han permitido que lo representara.

El nombre de España, pese a esos políticos que con su discurso condenan a sus seguidores al silencio o incluso a abjurar de los sentimientos humanos más nobles, los de la empatía, los del socorro o siquiera el de la compasión, brilla hoy digno y hermoso en un mundo que se aferra, o debiera aferrarse, a la civilización, tan amenazada en todas partes y ya destruida, arrasada, en Gaza. La última etapa de una gran prueba ciclista es irrelevante, es más, cualquier competición de deportiva lo es si evoca, siquiera por el nombre de un país en unas camisetas, la inconcebible perversidad de un genocidio.

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