Opinión

Romería del Valle, la emoción de nuestras tradiciones

Todos los años, cuando llega la Romería de Nuestra Señora del Valle me emociono. Los toledanos aprendemos desde niños la importancia y valor de nuestras tradiciones. Esta...

Todos los años, cuando llega la Romería de Nuestra Señora del Valle me emociono. Los toledanos aprendemos desde niños la importancia y valor de nuestras tradiciones. Esta fiesta popular es una de las más queridas y de las que con más intensidad vivimos en nuestra capital. Es, sin duda, uno de los días más bonitos del calendario y que mejores recuerdos nos evocan. Todos conservamos imágenes muy intensas de los “valles” que hemos disfrutado junto a nuestros padres cuando éramos niños, con nuestros compañeros y amigos en años infantiles y adolescentes (pasar la noche anterior acampado junto a la Piedra del Moro es un rito iniciático para cualquier joven toledano), y también, con nuestros hijos y amigos. Es difícil encontrar algún vecino que no se haya comido una tortilla y unos filetes empanados en el Valle, haya jugado a las quínolas, haya comprado tostones o haya tocado la legendaria campana. Es fiesta está bien impregnada en el ADN de nuestra identidad colectiva.

Cuando los toledanos contamos nuestro pasado, aderezamos el rigor de los datos con la evocadora fantasía de leyendas y tradiciones. Ésta de la Virgen del Valle, como otras tantas, es centenaria. Camina ya hacia los cuatro siglos de historia. Fue en 1626 cuando se constituyó su cofradía y se reconstruyó su ermita de origen medieval. En aquel siglo XVII se produjo, también, el cambio de fecha desde el mes de agosto al uno de mayo, fecha en la que desde entonces los toledanos nos concentramos en este enclave privilegiado de nuestra capital. Lugar simbólico y emblemático, como bien reflejan unos populares  versos: “Aunque pequeña me ves, soy muy grande como ermita, pues la reina que me habita, tiene Toledo a sus pies”.

Una comunidad que progresa y camina con pasos firmes hacia su futuro es aquella que se asienta sobre principios muy sólidos. En Toledo estamos bien provistos de ellos. Junto a los sentimientos religiosos de quienes viven esta romería desde su devoción mariana, la fiesta del Valle es un excepcional ejemplo de aquello que a lo largo de los siglos ha contribuido a hacer grande nuestra ciudad: la vocación de permanecer unidos en torno a un fin y afrontarlo desde el desenfado, la alegría y las ganas de disfrutar todos juntos. Creo que así debemos encarar los retos que ahora tenemos delante de nosotros. A ello me comprometo, yo y quienes me acompañan en la candidatura que hemos presentando a las elecciones municipales. Por eso, el próximo viernes nos encontrarás en el Valle, compartiendo con los hombres y mujeres de esta ciudad la romería más popular de cuantas celebramos cada año en Toledo. Disfrutemos juntos este día festivo y reafirmémonos en nuestras tradiciones, transmitidas de generación en generación, que son el espíritu del nuestro pálpito toledano. ¡Feliz Día del Valle para todas y todos!

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