Opinión

Lenta digestión

Ninguna derrota es dulce y ninguna victoria es amarga, pero la digestión de los resultados va a ser, más que lenta, testudínea, porque están las municipales y europeas, a la vuelta de cuatro semanas, y cualquier apresuramiento puede dar y quitar alcaldes.

Es probable que Sánchez, pasado ese periodo, se siente mano a mano con la realidad, porque la ministra Calviño puede tener la desfachatez de afirmar que el peor resultado, en seis años, de un trimestre de aumento de paro es un dato positivo, pero si esos extravagantes datos positivos continúan es posible que los damnificados no opinen lo mismo y salgan a la calle.

La frivolidad intermitente de Pedro Sánchez en asunto puntuales, que no son necesarios recordar, puede remitir, a poco que recuerde la manera lastimosa en la que terminó Zapatero, en una actitud algo más prudente y acorde con un licenciado, o doctor, en Economía. Más que en su preparación como licenciado, o doctor, confío en su demostrada soberbia, que no le permitirá -después de tan largo y meritorio viaje- alegrías presupuestarias que sufriremos nosotros, pero que le mancharán a él.

En la Casa de la Derrota, en Génova, deben repartir orfidal, con cargo al escaso presupuesto, al objetivo común de calmar impaciencias que podrían agrandar el fracaso en la próxima cita, mientras a los satisfechos de Vox les aguarda un horizonte burocrático de enmiendas y votaciones perdidas, que no tiene nada que ver con el heroísmo de las batallas históricas.

Pero la peor digestión va a ser la de Ciudadanos, que va de la satisfacción a la preocupación, y de la esperanza a la inquietud. Si se quedan como esfinges, malo. Y, si pactan con quien prometieron no pactar, puede que peor. El sorpasso nunca fue rápido, y el tiempo nunca apremia, porque los conceptos abstractos no tienen urgencias ni premuras. Otra cosa son los votantes, tan fáciles de seducir como sencillos de defraudar...

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