Opinión

El Nodiálogo

Dialogar no es solo hablar. También es escuchar. Y en función de lo que argumente nuestro interlocutor, aceptar o replicar. Así se van construyendo pequeños consensos para seguir dialogando hasta llegar a un acuerdo final.

Dicen los libros de ventas que, para conseguir vender nuestro producto o nuestra idea, hay que conseguir primero varios síes de nuestro cliente o interlocutor. Mal empieza un dialogo o una negociación en que ambas partes afirman públicamente que solo se sentarán en la mesa si es para acordar algo con lo que no está de acuerdo la otra parte. No hay negociación sin cesión. Lo otro se llama imposición.

Tampoco funciona el mal llamado diálogo de sordos, porque los sordos, aunque no oigan, dialogan perfectamente bien. En todo caso debería llamarse diálogo de los que no escuchan, que es muy distinto y que vemos cada vez más frecuentemente en los debates políticos en televisión, en las tertulias, e incluso en el Congreso de los Diputados. Consiste en no contestar lo que nos preguntan, sino en decir lo que queremos decir, prescindiendo de la pregunta. Muchos asesores políticos recomiendan esto a sus clientes, sin darse cuenta de que los espectadores no son tontos y que esta pillería solo puede gustar a los convencidos, nunca a los dudosos, que son los que finalmente inclinan la balanza hacia quien les merece más confianza.

El diálogo exige una gran predisposición a llegar a un acuerdo. No lo contrario. A pensar que hay una buena solución para ambas partes, a estar mentalizado de que es más importante lo que se puede ganar que lo que se puede perder si no hay acuerdo.

Los nodiálogos pueden ser eternos. ¿Cuánto hace que dura el nodiálogo palestino-israelí?

En España hemos vivido, estamos viviendo, un nodiálogo de grandes dimensiones entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont. No merecemos los ciudadanos de Catalunya ni los del resto de España que este nodiálogo se enquiste o acabe en manos de los jueces. El dicho popular "Más vale un mal acuerdo que un buen pleito" lo dice bien claro. Obviamente no estoy proponiendo un mal acuerdo, sino uno bueno para ambas partes. Un win win, como dicen los americanos, es decir, un acuerdo ganador, ganador. Y es posible.

Cuando mis hijos eran pequeños e íbamos a algún lugar donde se podían perder yo siempre les decía que nos podríamos encontrar en el último sitio donde habíamos estado juntos. Creo que ese mismo principio sería válido para ese nodiálogo. ¿Por qué no vuelven ambas partes al último punto donde estuvieron juntos, aparcan las diferencias y pactan una nueva hoja de ruta? Estoy convencido que es posible y deseable para la mayoría de los ciudadanos. Aún están a tiempo. Inténtelo una vez más, por favor.

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