Opinión

¿Tan difícil es escuchar a las termitas?

¿Tan difícil es percatarse de que los auténticos radicales son los corruptos? ¿Que los auténticos y contrastados antisistema son los que sistemáticamente ...

¿Tan difícil es percatarse de que los auténticos radicales son los corruptos? ¿Que los auténticos y contrastados antisistema son los que sistemáticamente han utilizado el sistema para robar? ¿Qué los auténticos enemigos de la estabilidad son los declarados enemigos del Estado, que con constancia inaudita han perseguido romper lo conseguido con tanto esfuerzo: solidaridad, derechos humanos y laborales, y el humanismo que toda convivencia implica?

Hasta aquí NO nos han traído los que nunca han detentado el poder, sino los que han hecho del poder su garito particular, los que han hecho de su obligación de servicio, patente de corso para el delito impune, utilizando el poder para enriquecerse a costa de todo y de todos: a costa del patrimonio público, a costa de los derechos laborales y humanos, a costa de nuestro prestigio como país, a costa de nuestro propio sistema democrático, cuyo desprestigio y corrupción han logrado con denodado y mantenido esfuerzo. Ellos son los antisistema, ellos son los radicales, ellos son los responsables. Y siguen ahí, en funciones. Funcionando. Opositando a Gran Coalición.

Tan difícil es comprender que las palabras son la máscara que los oculta, y los hechos la luz que los descubre. Tan difícil es abrir los ojos y sacar alguna conclusión coherente de todo lo que durante todos estos años nos ha ocurrido, y de la situación a que nos han llevado.

No hemos llegado aquí ayer, ni un país o una sociedad se rompen con un solo golpe de viento. Aquí ha habido una labor de zapa parecido al de las termitas y la carcoma, y son muchos los silencios, muchas las cobardías, muchas las complicidades que han contribuido a esa mina.

Pero no. Los antisistema son los que protestan, los radicales son los que no se callan, y tiramos de mordaza como la que atravesó la lengua a Giordano Bruno, y nos adueñamos de los medios de comunicación para que los que quieren expresar su protesta no existan, campeones oficiales y auto proclamados, como somos -por decreto ley- de la libertad . Y así se consigue, en un maquiavélico ejercicio de proyección, que los anti demócratas sean los otros, los que quieren recuperar la democracia y cada uno de sus instrumentos, limpios de rémora y trampa.

Aquí no ha habido un conflicto entre catalanes y el resto de los españoles. Aquí lo que ha habido es un conflicto entre los enemigos de la democracia y el resto de la sociedad. Entre los que roban por sistema y los que intentan llevar una trayectoria vital honesta, tanto en Cataluña como en el resto de España, que somos la mayoría. Lo otro: la penuria, el alejamiento, la frialdad, el intento de separarse, ha venido después y como consecuencia de la corrupción.

Pero más allá de discursos altisonantes en los que no quiero incurrir como ellos (disculpen la perorata filípica), vean, si tienen un rato, este magnífico documental (“Termitas. El observatorio DESC contra Bárcenas”) que los pone al descubierto trajinando en sus oscuras galerías. Un ejercicio saludable de etología y patología política.

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