Sobrevivientes

Los sobrevivientes de Gaza se alegran de que el genocidio haya parado (de momento), y nosotros nos alegramos con ellos.

Sobrevivir a un infierno es un milagro y la principal aspiración de quien ha vivido y sobrevivido en ese infierno tanto tiempo.

Día tras día, mes tras mes, año tras año, pasando miedo, hambre, fatiga, siempre al borde de la muerte y viendo morir a seres queridos.

Al mismo tiempo nos entristece que este genocidio, esta carnicería, está masacre de inocentes, haya podido ser ejecutada en nuestro tiempo, delante de nuestras narices e impunemente, sin que ningún poder de los que dicen representarnos, hayan podido pararla.

Esa impunidad es un referente que abre la puerta a la selva.

Si Trump (colaboracionista principal del genocidio) puede recibir el premio Nobel de la paz, también lo puede recibir Putin. Ese es nuestro estado de cosas.

Es difícil saber en este momento en qué medida la gran movilización popular contra el genocidio, que ha ido creciendo imparable hasta organizar manifestaciones multitudinarias por todo el mundo, paros y huelgas, boicot de pruebas deportivas, flotillas humanitarias repetidas y sucesivas, en un intento desesperado de ayuda, han podido influir en esta decisión de pausa del genocidio.

Así como desconocemos la influencia que hayan podido tener también las decisiones políticas (escasas) que han tomado algunos gobiernos de reconocimiento del Estado palestino y la propuesta de los dos Estados.

A reseñar la iniciativa loable del gobierno español en este aspecto.

Gestos sin embargo insuficientes y que se han quedado muy cortos para lo que se necesitaba y se podía hacer.

Hasta llegar esa presión humanitaria para detener el genocidio en estos últimos días a la calificación del hecho como "carnicería" por parte del Vaticano, que al mismo tiempo bendecía y apoyaba las manifestaciones y las protestas que buscaban ese objetivo de paz.

La tristeza procede también de la duda que nos asalta de que los responsables de este crimen (dirigentes de Hamás, el gobierno de Netanyahu y sus colaboradores externos en la matanza) puedan ser juzgados en algún momento en algún tribunal para cumplir con el Derecho internacional y restaurarlo.

Tras Auschwitz y el Holocausto nazi, ese Derecho y esa justicia pudieron actuar y llevar a cabo su acción reparadora.

Ahora son los verdugos, los genocidas, los que imponen las condiciones y persiguen a muerte a los tribunales internacionales de justicia.

Alegría por los sobrevivientes. Cada vida que ha sobrevivido a este infierno merece celebrarse.

Tristeza por los inocentes muertos (tantos niños, tantas mujeres, tantos civiles, tantos periodistas, tantos sanitarios), y tristeza por la impunidad de los verdugos. Que es también tristeza por el estado de nuestro mundo.

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