Opinión

El principio del final

Hay “sistemas” que parecen transportar el germen del desbarajuste en sus mismas entrañas, o quizás sólo ocurre que el ser humano es hijo del ...

Hay “sistemas” que parecen transportar el germen del desbarajuste en sus mismas entrañas, o quizás sólo ocurre que el ser humano es hijo del caos primordial y la nostalgia le vence.

También el tiempo y la vejez descabalan las cosas.

En todo caso, al final se llega al principio.

En este fin de ciclo retomamos el principio de la crisis, que no es fundamentalmente económica, sino ecológica, social, política y moral, crisis de civilización, crisis global, y nos damos de bruces con cuestiones que durante todo este tiempo se quisieron camuflar y evitar:

¿Tiene esta civilización futuro? ¿Es el pueblo, aún, sujeto titular y activo de soberanía, o ya sólo sujeto pasivo de explotación, manipulación y estafa?

¿Nos creemos o no nos creemos el impacto que esta explotación y esta mentira tiene sobre el planeta?

De Grecia a Grecia pasando por un meandro.

El tiempo de Occidente ha entrado en cortocircuito.

Escucho ayer a una tertuliana decir, sin perder la sonrisa, que es muy peligroso consultar al pueblo. Vale.

Esta es la cuestión esencial que subyace a la dialéctica aparente de todos estos años en que hemos perdido soberanía, dignidad, e inocencia. Dialéctica entre el austericidio de los famélicos o el control que molesta a los golfos.

No olvidemos que en el principio de esta crisis en forma de estafa, está la desregulación. Y que esta falta de "reglas", esta falta de control del delito y de los delincuentes (en tiempos de Don Quijote llamados malandrines) se ha justificado y maquillado con el sonoro nombre de libertad.
Flatus vocis. Baratijas ideológicas.

Pero al pueblo griego y sólo al pueblo -griego, español, portugués o irlandés- se le exige con fiera crueldad desde "Las INSTITUCIONES" que cumpla "LAS REGLAS".

Reglas que imponen el capital en fuga, el capital desregulado, el capital defraudador, el capital desde su paraíso sin reglas.
Y que el pueblo pueda decidir, que el pueblo pueda decir NO a esta tomadura de pelo, es un escándalo que nubla la vista de los dioses.

El NO de los griegos ¿sería un NO a Europa o un NO a la plutocracia?

¿Y el SI?

Al fin y al cabo, desde el punto de vista económico, esta crisis histórica no ofrece misterios ni enigmas. Unos han cometido la estafa, unos (libres de manos) se han llevado la pasta cruda, y otros tienen que pagar (sujetos a las reglas) durante las próximas décadas los platos rotos.

Más interesante e inquietante es la verdadera cuestión que arriba menciono, y que subyace a la corriente superficial y visible de esta encrucijada histórica: ¿Interesa mantener la democracia (o su apariencia) a los dueños del dinero?

¡Qué corta ha sido, y que larga va a ser esta crisis!

Como quien dice ayer, el socialista de centro Almunia pontificaba abominando de los referéndums, coincidiendo, como no podía ser menos, con los amos del dinero y la actitud compinchada de Felipe González y Rajoy, sobre la incapacidad ingénita de los ciudadanos de a pie para decidir su destino.

Los barones de la europeidad tecnócrata (incluido Zapatero) acorralaban y presionaban al griego Papandréu en un rincón (como matones a sueldo) para que no consultara al pueblo, para que no cediera a la tentación de la democracia, e imponían en su lugar a un "tecnócrata-plutócrata".

Hoy repiten maniobra con Tsipras, presidente electo de Grecia, como en su día se hizo con Salvador Allende.

Zapatero, más dócil y mejor mandado, aprovechaba que el pueblo español dormía el opio de la tele basura, para con nocturnidad y velocidad insólita, de la mano de Rajoy reformar al dictado de los amos invisibles nuestra Constitución.
¿Nuestra?

Ayer el emperador Obama llamó a la emperatriz Merkel (que porta en Europa el cetro de la pasta) y le ordeno retener a Grecia en su corral, no sea que se fugue con Putin, tal como piden algunos curas griegos (ortodoxos) que consideran al capo ruso tan "ortodoxo" como ellos, y quieren discutir con él de zares divinos por la gracia de Dios, y de teologías plutocráticas que justifiquen el saqueo.

El emperador Obama, que se acordó por un momento de la Europa de Merkel, no se acordó para nada de Rajoy, siervo de la gleba destinado a sujetar a otros siervos pegados al suelo.

Tras un breve interludio de luces que recuperó la "sabiduría griega", el sueño de la razón nos devuelve al principio.

A la noche oscura de los tiempos medios. Al mundo simple de la teocracia y los monstruos.

Comentarios