Opinión

Posverdad y maquillaje

Lo que no puede negarse es que el PP (el PP de sus dirigentes, claro) va con la posverdad por delante. A cara descubierta y con el sobresueldo oculto.

¿Qué es la corrupción sino la mentira absoluta, la mentira convertida en ritual?

El que se lleve a engaño con este partido es porque quiere. Su mentira es torpe pero trasparente. Su posverdad canta.

A los dirigentes del partido, que dicen más corrupto de Europa, España y los españoles les importan un bledo. Tienen más interés en las cosas de Suiza o  Singapur, o de las Bahamas. Pero al menos esta verdad no la maquillan, no la ocultan, salta a los ojos. Lo sabemos. Nadie que no quiera lo ignora. La casuística en pos de esa verdad abunda y es autosuficiente.

Sabemos que su interés está  muy lejos de aquí, de nuestros servicios públicos, de nuestra sanidad, de nuestra educación, de nuestras pensiones. Tienen sus ansias y preocupaciones, también sus ilusiones y esperanzas, puestas en otros antros: en el dinero sin patria, en los negocios redondos de la mordida, en el esplendoroso futuro de los paraísos fiscales.

Esa es su verdad posverdadera, sin maquillaje, no da para más, ciertamente torpe y grosera, pero a la altura del contexto. Y el contexto al día de hoy solo puede calificarse de raro. Raro en el sentido de que hace apenas una década nadie podía imaginar que llegaríamos dócilmente, flácidamente, a este estado de cosas que ilustra una ética embotada y una democracia difunta.

Otra consideración merece el PSOE, que domina el arte del maquillaje, y de tanto maquillaje se ha quedado sin piel sensible y sin realidad profunda. Indefinido. En el limbo de lo inexistente. Al fin y al cabo, de donde no hay no se puede sacar.

Hizo fácilmente y provechosamente (para unos pocos) el camino de la pana a los consejos de Administración, pero el camino de vuelta es más difícil. O estás con los bancos tramposos y rescatados o estás con la gente estafada que ha pagado ese rescate. Acordarse de ellos ahora, en momentos de apuro "electoral" y sequía de votos, es pura retórica, falsa filigrana en el viento. No cuela y tampoco cala.

La mentira del PP es transparente, nuclear, rotunda, no le tiembla el ánimo… de mentir. La verdad del PSOE es puro maquillaje, seca cáscara. Demasiada veleta para tan poco viento.

Entre unos y otros, entre lo mismo y lo mismo, se condensa nuestra calma chicha.

Y no hay más verdad en el invento de Cs, que tanto nos recuerda la cínica sabiduría de El Gatopardo: "Hay que cambiar todo para que no cambie nada". Es otra forma de entronizar la plutocracia.

Nuestra distopía no es solo climática, sino política. Nuestra sequía procede de un solo viento, que siempre sopla del mismo lado. Y eso solo conduce a un paisaje deforme, irreal, asimétrico.

En cuanto a Cataluña, que es la música de fondo de esta farsa, seguimos en la misma inopia. Que se presente Puigdemont a ejercer su cargo electo democráticamente, bien. Que acabe entre rejas (él y su elección democrática) como algunos desean con furor morboso e insensatez supina, bien. Sin duda habremos resuelto el problema.

Cuando se embota la ética, hasta la inteligencia padece.

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