El término "Lawfare" (que yo desconocía hasta hace unos días) al parecer significa lo mismo o tiene relación estrecha con lo que el senador Cosidó comentó con sus colegas del PP como un componente de su rutina diaria: que al menos ellos toquetean a los jueces por detrás.
En aquel caso concreto Cosidó se refería a los jueces del Tribunal Supremo.
Esta sospecha o está constatación ha surgido de otras fuentes y no solo de una conversación entre senadores del PP.
Investigaciones de asuntos turbios, grabaciones de Villarejo, cloacas policiales, casos conocidos de corrupción... etcétera.
La realidad machacona está ahí, se le ponga el nombre que se le ponga. Nuestro régimen del 78 es un régimen corrupto, empezando por el ejemplo dado por nuestra jefatura del Estado y la acción coordinada y colegiada para ocultarlo.
Si el asunto de las cloacas de Fernandez Díaz (uso de las herramientas policiales para proteger a los corruptos de su partido y ocultar sus crímenes, y también para perseguir a rivales políticos, con malversación de fondos reservados incluida) no fuera obra de su exclusiva iniciativa (algo improbable) sino en último término iniciativa de toda una cadena de mando que incluye a su inmediato superior, "el presidente que lo sabe" (y esto quedó grabado), sería esperable de una democracia sana y de una justicia independiente que el hilo de la justicia hilara fino y enhebrara correctamente todos los eslabones hasta completar su trabajo.
Ya veremos.
De momento el "presidente que lo sabe" está por ahí apoyando al candidato Milei, que entre otras cosas no da mucha importancia y casi disculpa los "crímenes de lesa humanidad" cometidos por la dictadura militar argentina.
Pero todo esto, sea con palabras nuevas para vestir hechos viejos, sea utilizando las mismas palabras de siempre, no es de ahora. Cada vez parece más claro que el futuro del PSOE pasa por el abandono de la sombra tutelar y ominosa de González, que intentó proyectarse en Susana Díaz y ya no se proyecta, de la misma manera que el futuro del PP pasa por el abandono de la sombra ominosa de Aznar, que sigue proyectándose en la sombra de Ayuso.
Se necesita un tiempo nuevo de reformas orientado a acabar con la corrupción institucional y política en nuestro país, y a recuperar lo que los recortes neoliberales saquearon.
Y luego está, también entre las sombras oscuras, el efecto nocivo de la telebasura.
Hubo un tiempo en que la telebasura era una telebasura del corazón, por llamarla de alguna forma, pero ahora tenemos también una telebasura política afincada en el sector de la ultraderecha, y esto es una novedad que nos viene de fuera.
Son programas que toquetean la víscera política y sus pasiones más bajas y violentas, por detrás.
Todo parece indicar que estamos teniendo con esta telebasura política el mismo problema que ya tuvo USA y que condujo primero al ascenso de Trump, y finalmente al asalto fascista al Capitolio, protagonizado por una masa de energúmenos a los que desde esa telebasura se les había lavado el cerebro.
El acercamiento entre Abascal y Tucker Carlson (periodista conspiranoico de ultraderecha despedido de Fox News) va en esa dirección.
"Carlson abandono Fox News en abril de 2023, luego de que la cadena televisiva conservadora se viera obligada a pagar en una demanda más de 700 millones de dólares por haber promovido las afirmaciones falsas de fraude electoral de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2020, afirmaciones que fueron difundidas principalmente por Carlson en sus programas". (Wikipedia).
El término "fraude electoral", utilizado estos días por Feijóo (también lo está utilizando ahora Milei, como antes lo utilizó Trump), sale de esa fábrica trumpiana que básicamente es una fábrica fascista, y persigue el mismo objetivo: justificar un asalto violento a las Instituciones democráticas.
El supuesto "fraude electoral", que desde esta perspectiva neofascista está ocurriendo ahora sincrónicamente en todas las democracias occidentales, es el nuevo mantra de los que no saben perder en democracia, es decir, de los antidemócratas que intentan acceder al poder violentamente.
Bajo la mala influencia de Abascal y Ayuso, Feijóo se está adentrando en un terreno muy resbaladizo, el de la conspiranoia golpista, ajeno y extraño al mundo democrático.
Nuestra derecha tiene un problema grave e histórico, y es que no sabe perder en las urnas, o sea, en el juego democrático, que tiene unas normas precisas y sobradamente conocidas.
Nosotros ya tenemos aquí, estos días, una propuesta clara y además reiterada de unos militares retirados que si no hace mucho tiempo proponían fusilar a 26 millones de españoles, niños incluidos, ahora proponen mediante escrito público dar un golpe de Estado. Es decir, un llamamiento reiterado al uso de la violencia en política.
Y la ministra de Defensa sin actuar.
Vivimos un situación más que preocupante esperpéntica en nuestro país.
Imagínense un golpe de estado fascista en España, en este momento, en pleno siglo XXI y en el marco de la UE, de manera que los ejércitos de la OTAN se vieran obligados a acudir para rescatar a nuestra democracia de las garras del golpismo fascista.
¿Ven algún futuro a ese guión? Pues hay quien sí.